74 (Segunda Temporada)

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Narra Bruno

¡Buenos Aires! Finalmente, ¡estábamos de vuelta en casa!
Visitamos un gran local de articulos infantiles, mirando soñadoramente algunos muebles de cuarto. La veía a Micaela, que le estaba pidiendo animada algunas informaciones a la vendedora, casi sin poder creer el nivel de alegría que yo sentía.

Yo sentía que estaba nadando en felicidad y en satisfacción, ahogado en puro deleite.

Debía estar con una expresión bastante idiota porque cuando Micaela se dió vuelta, se acercó hacia a mí con una sonrisa divertida.

— ¿En qué estás pensando? — Preguntó, parándose adelante mio.

Agarré su mano y la acerqué hasta mis labios, depositando en ella un beso suave. Aspirando profundamente, sentí el delicioso perfume de vainilla que emanaba de su piel y sonreí completamente encantado. Micaela era la mujer de mi vida.

— Pienso que soy el hombre más feliz del mundo - Respondí, sin dejar de sonreír.

Ella empezó a abrazarme por el cuello. Me miraba de esa manera que yo tanto amaba. Ella era la misma Micaela de siempre, con una enorme y significativa diferencia: Su mirada ya no era temerosa.
Ella me miraba con completa confianza. Llena de equilibrio y de amor. Por encima de todo, amor.

Cuando fuimos rescatados aquel día de aquella terrible cueva por los policías y por el equipo de rescate, fuimos inmediatamente hasta el hospital.
Me quedé todo el tiempo al lado de Micaela. No nos separamos ni por un solo segundo, ni cuando ella necesitaba hacerse algunos exámenes para estar seguros de que ella y el bebé estuvieran bien.

Ella fue llevada hasta el sector de obstetricia del hospital.
La acompañé atento, caminando a su lado y sujetando su mano.
Entramos en una sala chica, donde había un aparato de
ultrasonografía.

Me senté a su lado y vi que lágrimas silenciosas corrían por su cara.

— ¿Qué pasó? — Pregunté preocupado.

— Tengo mucho miedo — Respondió sollozando. — ¿Y si nuestro bebé no está bien? ¿Y si algo le pasó?, y si...

— Shhh... — Hablé, abrazándola levemente. — No sufras antes de tiempo, amor. Ya va a llegar el médico y todo va a estar bien, ¿si?

Sujeté su cara con mis manos, ella asintió con la cabeza y besé delicadamente su frente.
Yo también estaba muy preocupado. Pero intentaba paraecer calmado para no complicar la situación.

Algunos minutos después, el médico entró a la sala y nos saludó educadamente.

— Muy bien, señora... — Chequeó rápidamente el nombre en su historia. — Sainz Micheli. ¿Señora? ¿Es el esposo de ella?

— Si, lo soy — Respondí rápido.

— ¡Son muy jovenes! — Comentó e hizo una mueca rara. No sabía por qué, pero parecía que a todos los doctores les gustaba hacer esa observación.

— Eso no viene al caso, ¿no es cierto? Vamos a iniciar el exámen.

Vi impaciente como el médico levantaba el delantal de Micaela y esparcía el gel en su vientre. Después, él estaba deslizando el aparato por la piel de ella.

— ¿Y entonces, doctor? — Preguntó Micaela nerviosa.  — ¿Cómo está el bebé?

El médico se acomodó los anteojos, parecía estar muy concentrado. Y eso solamente hizo que mi nerviosismo aumentara.

— Un minuto, por favor — Pidió.

Trataba de controlarme, pero los segundos pasaban y el médico permanecía serio y callado.

Más Que Hermanos [Adaptada]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant