26 (Segunda Temporada)

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Narra Micaela:

Me desperté sintiendo su pecho apoyado en mi espalda, sus piernas entrelazadas a las mías Para completar, Bruno me rodeaba la cintura con su brazo. Algún tiempo atrás, esa situación me hubiese irritado, ya que me hubiera sentido como un insecto preso e inmóvil en la tela de una araña.

Pero eso hubiese sido antes de que le diera una chance de conocernos mejor, antes de las conversaciones que tuvimos. Ya estaba más que claro lo que él sentía por mí, lo que se vió amenazado a perder. Entonces, yo ahora ya sabía que su sentimiento no era de posesión, sino que era más de cuidado y de cariño.

En su caso, él tenía cierto temor de que, por algún motivo misterioso, todavía pudiera perderme. Ese sentimiento se reflejaba en su comportamiento, hasta incluso cuando estaba durmiendo. Lentamente, intenté separarme de él. Pero sentí que súbitamente, su brazo comenzaba a sujetarme con mayor firmeza.

— ¿A dónde vas? — Preguntó en voz baja, en mi oído. No me había dado cuenta que él ya estaba despierto.

— ¡A levantarme! — Respondí de forma obvia.

— ¿Ironía por la mañana?—Retrucó mientras bostezaba.— ¿La noche no fue buena?

Sentí su nariz en mi cuello, provocándome temblores involuntarios. ¿Como no tener una noche buena con Bruno a mi lado?

— Fue muy buena. — Respondí sutilmente.

— Soy dormilon por naturaleza.— Murmuró somnoliento.

— Me di cuenta. Sos como un verdadero discípulo de Morfeo.— Escuché su risa baja y ronca.

— No puedo contradecirte en eso. Pero despertarse también tiene sus benefícios.

— ¿De verdad? — Pregunté irónica.

— Si. ¿Queres que te muestre uno?

Fue la primera vez en esa mañana que nuestros ojos se encontraron, y él no necesitó decir más nada porque ya todo estaba ahí, en esa mirada.

En el momento siguiente, nuestras bocas se unieron, el mundo se incendió y derritió en aquel beso. ¿Por qué tenemos la tendencia de complicar las cosas más simples? Él y yo. Juntos. Tan simple. Tan natural. No era lógico, no era racional, era puro instinto el que guiaba mis actos.

Cuando giré el cuerpo, quedando de frente para él y abrazándolo por el cuello, yo todavía tenía miedo de esas emociones nuevas y arrebatadoras que surgían en mí. Daba miedo percibir que cada vez era más fácil perder  el control y que me dejaba dominar por sentimientos nuevos y poderosos.

Incluso había algo mucho más peligroso: un sentimento fuerte y adictivo que se apoderaba de mi corazón, dejándome vulnerable a la aproximación de él. ¿Qué haría Bruno si descubriera que tenía ese poder sobre mí?
Y lo más atemorizante: ¿Qué tendría el coraje de hacer si me dejaba dominar?

Demasiadas preguntas durante la mañana, hechas para una mente desmemoriada y confusa como la mía. Él me empujó a su encuentro y giro su cuerpo, depositando suavemente su peso sobre mí. Sentí sus manos en mi cintura, apretándome con más fuerza y nuevamente me sentí como cuando estuvimos en el probador.

La sensación era de estar haciendo algo prohibido, pero imposible de controlar. Finalmente, Bruno liberó mis labios y quedamos cara a cara. Nuestra respiración era igual de rápida. Su mirada era tan intensa que me estremecí. Él besó mi frente y preguntó con voz ronca.

— Micaela, te gustan las cosas que te hago sentir, ¿no te gusta?

Asentí levemente con la cabeza, intentando a acostumbrarme al torbellino de emociones que amenazaban tragarme. Él me sujetaba firme por los brazos, era como estar dentro de un cápsula protectora.

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora