45 (Primera Temporada)

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Al día siguiente, decidimos hacer algo diferente. Decidimos andar todo el día en bicicleta, para poder conocer más los alrededores y la cultura del lugar. Los dos teníamos mochilas en nuestras espaldas, y buscamos vestir ropa fresca y cómoda.

- ¿Agarrasté todo? - Preguntó Bruno, cuando ya estabamos en tierra firme.

- Si, creo que tengo todo- Respondí, dando una última mirada a la mochila. - ¿Te acordasté de pasarte protector solar?

- ¡Me olvidé! - Respondió, distraido. Agarré el protector, caminé hasta él y puse una pequeña cantidad en la palma de mi mano. - Cerra los ojos -Pedí y él obedeció. - ¿Sabías que si no usas protector vas a estar todo ardido y rojo? - Expliqué en cuanto esparcía el protector por toda su cara.

- ¿Todavía no te diste cuenta de que ese era mi razón secreta para casarme con vos? - Dijo él riendo, abriendo los ojos y sujetándome por la cintura.

- ¿Para tener a alguien que te pase protector solar? - Pregunté ríendo. - ¿Cuál debe ser la próxima razón? ¿Trabajos forzados? - Él rió con ese comentario.

- Creo que ya te los deje bien en claro anoche - Dijo él, besándome rápido. - Pero si queres te los puedo volver a demostrar - Completó, besándome nuevamente solo que esta vez, el beso era más intenso.

- Creo que es mejor que nos vayamos - Conseguí hablar después de varios minutos, empujándolo suavemente.
Sabía que si esos besos continuaban, volveriamos a casa más rápido que un rayo. Sonreí al escucharlo suspirar frustrado.

- Ya estoy empezando a arrepentirme de este paseo-Dijo él, haciendo puchero

- La idea fue tuya - Dije al alejarme para poder subirme en la bicicleta. - Además, ¿quién sabe las sorpresas qué nos esperan en el camino? -Agregué guiñándole un ojo, por lo cual él sonrió muy entusiasmado.

Agarramos el mapa y fuimos contorneando las olas, conociendo las otras playas. Ocasionalmente nos deteníamos para sacarnos fotos con los niños pequeños que parecían venir de todos lados. Y por supuesto, que también nos deteníamos para tomar agua de las botellas que habíamos llevado.
Teníamos planeado ir a una cascada que el mapa indicaba, de vez en cuando, pedíamos información porque no podíamos encontrarla.

Ya estabamos desistiendo de encontrarla, hasta que vimos unos chicos, de no menos de 8 años, que nos dijeron que conocían el lugar y que nos llevarían hasta allí, por lo cual les sonreímos y les agradecimos aliviados.

El camino comenzó a estar más accidentado y tuvimos que seguir el trayecto a pie, empujando las bicicletas.
Después de pasar por un camino lleno de árboles, pudimos vislumbrar una hermosa cascada.

El lugar era deslumbrante porque estaba rodeado de vegetación nativa, con bellas flores tropicales y pájaros coloridos alrededor de una pequeña laguna azul.
Completamente encantandos, caminamos hasta la orilla del agua. Saqué una toalla de la mochila y la coloqué en la arena, para poder sentarnos.

- ¡Que lugar increible!-Murmuró Bruno.

- Elegimos un muy buen lugar para poder descansar-Respondí, concordando con lo que él había dicho.

¡Estaba muy hambrienta! Ya había pasado el mediodía, así que saqué unos sandwiches que habíamos llevado, y comenzamos a comer; en cuanto, veíamos como algunos nenes, de alrededor de 5 años, nadaban en la laguna.
Después de comer, nos acostamos juntos en la toalla y sintiendo como la brisa suave nos refrescaba.

- A veces sigo sin poder creer que estemos juntos acá - Comenté en cuanto veíamos el cielo

- Parece un sueño - Él concordó - Estamos solo vos y yo, sin nadie que nos este vigilando e impidiendo que nos amamos - Lo miré totalmente embobada y le di un beso en la mejilla. - Bueno, casi nadie - Dijo él sonríendo y apuntando hacia los nenes.

- Ellos no me molestan - Sonreí en respuesta. - Me encantan los chicos.

Él me miró por un largo tiempo, parecía estar muy pensativo. Después me empujó levemente para que yo pudiese colocar mi cabeza en su hombro, en cuanto me abrazaba.

- ¿Pensas en tener hijos? - Preguntó de repente, sorprendiendome por completo.

- Si, claro que si - Respondí en forma cautelosa - Pero no por ahora

- Yo también quiero tener hijos. Pero tenes razón, todavía es muy temprano. Tenemos un largo camino por delante - Respondió él suspirando. - ¿Cuántos te gustaría tener?

- Ah no sé. Nunca me había puesto a pensar en eso - Respondí distraida - ¿Por qué? ¿Cuántos hijos queres tener? -Él se rió

- ¡Quiero tener una manada! - Dejé de mirar el cielo y lo miré fijamente a los ojos.

- ¿Manada? ¿Acaso somos gatos?

- ¡Ah, es una manera de decir!-Respondió él ríendo.
- Pero me gustaría tener tres hijos nuestros y después podemos adoptar dos chicos más.

- Entonces, ¡vamos a ser unos conejos! - Sonreí levemente

- Nunca pensé que tenías ganas de tener hijos.

- Siempre las tuve. Pero, son planes para el futuro porque primero me gustaría trabajar más, tener una carrera ya asegurada y así poder sustentar a toda la familía. - Éxplicó calmamente él -¡Quiero que todos tengan tu mismo pelo!

- Ah, pero eso no tiene gracia.
¡Quiero que uno sea igual a vos!- Dije bromeando.

- Entonces, está bien, hagamos esto: Vamos a tener un hijo que sea igual a vos, otro igual a mi y el tercero va a ser una combinación de nosotros dos, ¿puede ser?

- ¡Perfecto! - Dije sonríendo ampliamente.

- ¿Sabías que te amo mucho? - Dijo él, aproximando su cara hacia la mia.

- No más de lo que yo te amo-Respondí completamente enternecida.

Nos miramos el uno al otro. Y observé aquel rostro tan amado, memorizando cada detalle de el: su frente, sus ojos, su nariz y sus labios. ¡Todo me resultaba tan perfecto en él!
Bruno me miraba y parecía estar haciendo lo mismo que yo.

Acerqué más mi rostro hacía el suyo hasta detenerme en su boca que estaba entreabierta, y aspiré su aliento antes de cubrir con mis labios los labios de él, que esperaban ansiosos. Nos besamos con cariño y suavidad; jugué con su boca, pasando mi lengua por su labio superior y luego al inferior, mientrás él hacía lo mismo conmigo. Nuestras lenguas se encontraban sin apuro, en un baile lento, en cuanto podía sentir que él me abrazaba fuerte.

Pero fuimos interrumpidos por varias risitas de parte de los niños que nos miraban. Nos paramos de besar, pero seguíamos abrazados. Pudimos observar que unas nenas nos estaban apuntando y se reían, nos reímos junto con ellas.

- ¡Ya me había olvidado que no estabamos completamente solos!- Respondió él riendose y besando dulcemente mi frente.

Más Que Hermanos [Adaptada]Where stories live. Discover now