50 (Segunda Temporada)

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Miré la dirección de la puerta para encarar los ojos marrones de mi mamá que me miraban de forma indagadora. Por un breve momento, no supe bien que hacer.

- ¡Por favor, entra! - dije rápido.

Mamá entró al cuarto, mirando discretamente alrededor. El cuarto estaba un desastre, con ropa y zapatos esparcidos por todos lados. Como las cortinas estaban cerradas, incluso siendo de día, el ambiente estaba en penumbra. Ella sujetaba fuertemente su cartera. Me acordé de Paula y de sus carterazos, y me encogí al imaginar que ella haría lo mismo.
Pero soltó un largo suspiro, se sentó en la cama y me miró.

— Bruno, ¿cómo estás? — Preguntó preocupada.

Siempre que mi mamá quería hablar algo importante, me llamaba así — "Bruno", en ese tono que no dejaba dudas sobre sus intenciones. 

— Sobreviendo — Murmuré
— Pero eso no importa... ¿Cómo supiste donde estaba? Deja, después me lo explicas. Lo que quiero saber ahora mismo es... ¿Cómo está Micaela? — Pregunté angustiado.

— Paio me dijo la dirección del hotel. Y lo de Micaela... ¿No te imaginas? — Habló, cruzando los brazos.

— Tengo una idea — Respondí ansioso — Pero necesito saber, necesito que alguien me diga algo.

— Creo que no te va a gustar lo que vas a escuchar.

— No importa, quiero saberlo igual — Retruqué, casi sofocado.

— Tenes razón — Concordó ella.
— Ella está destruida, Bruno. Micaela está como un delicado cristal que se rompió en muchos pedazos. En los primeros días, lloraba todo el tiempo acostada en la cama, abrazada a la almohada. No sabíamos que más hacer porque ella no comía, no tomaba nada y no dormía.
Tu papá y yo ya estabamos pensando seriamente en internarla, porque ella necesita alimentarsd bien y tomar vitaminas. 

— ¿Por qué? ¿Qué es lo que tiene? — Pregunté preocupado
— Ella está anemica, ¿no? ¿Ella fue al medico?

Mamá me miró tan raro, que no sabía que pensar. Ella parecía estar preocupada y enojada, al mismo tiempo.

— Si, ella fue al medico ayer y se hizo algunos examenes, pero está saludable.

— Me siento más aliviado. Ella estaba tan cansada últimamente— Mamá mordió los labios, nerviosa, desviando la mirada como si no le estuviera gustando el rumbo que esa conversación estaba tomando.

— Bueno, volviendo al tema, las cosas se estaban saliendo de control, y entonces, tuvimos la idea de cambiarla de cuarto.
— ¿Cambiarla de cuarto?
— Si, con Florencia. Y a partir de ese día, ella pudo mejorar un poco, ya llora menos y come más.
— ¿En que influyó el cambio de cuarto con su mejora? — Pregunté, todavía confundido.

— Todo en ese lugar, le recuerda a ustedes dos. Ella siente tu presencia en cada rincón, en la cama, en las fotos, en el ropero y hasta en la computadora. Ella se estaba enfermando al sentir tu presencia todo el tiempo. Antes de que estuviera seriamente depresiva, tu papá tuvo la genial idea de cambiarla de ambiente y, al parecer, eso ayudó. — Me quede un tiempo en silencio, ante el impacto de las noticias.

— Bruno, ¿qué pasó en ese hotel? — Preguntó mamá severamente. — Sé la versión de Micaela, pero quiero escuchar tu versión de esa historia.

Abrí la boca para responder y, entonces, descubrí que no sabía como empezar. Estaba demasiado inseguro y temeroso.
¿Cómo confesarle a tu mamá algo así como una posible traición, una posible noche de sexo inconsecuente? Yo sentía vergüenza, nunca había sentido tanta vergüenza en mi vida.

Más Que Hermanos [Adaptada]Where stories live. Discover now