29 (Segunda Temporada) (5/5)

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Narra Micaela

Desde que había salido del hospital, no había vuelto a bailar por recomendación de los médicos. Ellos querían que estuviera un tiempo sin hacer nada que pudiera arriesgar mi recuperación.

Pero solamente ahora, sintiendo mis pies vibrar impacientes, me daba cuenta de cómo me hacía falta vivir ese lado de mi vida. Para mí, bailar era casi como una segunda naturaleza, algo que venía tan fácil y tranquilo como respirar, algo que era vital para mantener mi equilibrio.

Abrí los ojos y con un movimiento de cadera di el primer paso. Dejé que la música me dominara y comencé a sentirme más entera. Ahí no sentía más miedo, todo lo que sentía era una perfecta seguridad en mis pasos y en mi vida, finalmente, me sentía más Micaela.

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Narra Bruno:

Ya había perdido la cuenta de cuántas persona me habian sido presentadas en esa noche.

Directores, productores, actores, ya me había olvidado el nombre de la mitad de ellos y Sofía me seguía empujando del brazo, siempre encontrando a alguien más.

Yo estaba realmente agradecido con su generosidad al presentarme tanta gente importante. No quería sonar mal, pero ya todo esto me estaba cansando.

Reconocía que Sofia me había oferecido una oportunidad única. Pero honestamente, todo eso ya me estaba aburriendo y lo que más quería era estar con Micaela.

Mica estaba particularmente linda en esa noche, sus ojos brillaban misteriosos, como si escondieran un secreto. De vez en cuando, miraba a nuestra mesa y la veía que estaba hablando con Paula.

Me parecía que estaba un poco preocupada y no me gustaba saber eso.
Mi mirada recorrió por su cuerpo parando en sus piernas, y automáticamente sentí que la sensación familiar de entusiasmo llegaba.

Ella tenía ese poder sobre mí, hacía que la adrenalina corriera como fuego por mis venas. Durante toda la obra, intenté concentrarme en mi personaje y en mis diálogos. Pero cuando me dirigía a la platea, ella era mi visión más marcante.

Y siempre la encontraba con esa mirada atenta y, a veces, cargada de emoción. Entonces, yo sabía que podía continuar. Porque Micaela era mi punto de equilibrio, mi puerto seguro para donde yo sabía que siempre podía volver y sentirme completamente en paz.

La miraba a Sofía, que estaba al lado mío, y el contraste era enorme. A pesar de que ella era muy linda y llamativa, defenitivamente, ella no era mi tipo de mujer. Además de eso, yo ya no estaba en búsqueda de nadie porque, desde hace mucho tiempo, yo ya sabía a quién quería y amaba.

Y ese alguien estaba esperando pacientemente por mí, a pocos metros de donde yo estaba.  Volví a mirar para nuestra mesa. Vi solamente a Paio y a Paula. Micaela no estaba más ahí. Pensé que debería estar en el baño

— ¿Qué es lo que tanto miras? — Preguntó Sofia, agarrándome del brazo una vez más.

— A mi esposa — Respondí distraído, mirando a mi alrededor. Pero me volvi a dar vuelta, al escuchar que Sofia soltó una risa. — ¿Qué pasó?

— Siempre me sorprendo cuando te referis de esa manera a Micaela. ¡Son tan chicos para que ya tengan algo tan serio! — Comentó divertida.

— Bueno, creo que entre nosotros dos siempre fue así — Dije pasando la mano por mi pelo. — Pero entiendo cuando las personas se sorprenden cada vez que decimos que estamos casados.

— ¿Y no sentis melancolía de tu vida de soltero? — Preguntó mientras tomaba su vino. —¿No sentís esa necesidad de libertad, de salir con tus amigos, conocer gente nueva toda la noche, chicas diferentes y sin compromisos?

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora