38 (Segunda Temporada)

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— ¿Cómo te sentis?, ¿queres que vayamos al hospital?

— Ya estoy mejor, no hace falta que vayamos a un hospital. Quizás solamente me bajo un poco la presión porque sali de casa sin desayunar.

— ¿Estás segura? — Pregunté inseguro.

— Si, lo estoy

— ¡Ay, Micaela! — Dijo Paula que estaba parada al lado mio. — Que susto que nos diste. Por favor, ¡prometenos que no nos va a hacer lo mismo otra vez más!

— Perdón, voy a hacer lo posible.— Habló con la voz más firme. — Ya estoy bien y creo que ya puedo estar parada.

Lentamente, coloqué sus pies en el piso. Pero seguí sosteniendola de la cintura porque tenía miedo de que ella se volviera a caer.

— Bruno, creo que es mejor que la lleves a tu casa y que controles que coma algo. ¡Esta chica se tiene que alimentar! — Aconsejó Paula muy preocupada.

— Te prometo que la voy a cuidar. ¿Crees que podemos ir en un taxi?

— Si, no hay problema. — Respondió, acomodandose su mochila. Llamé a un taxi y esperamos algunos minutos, en silencio, hasta que llegara.

— Gracias por todo, Pau. — Le agradecí a Paula mientras que Micaela se estaba subiendo al auto.

Durante el trayecto hasta en casa, en pleno silencio, una mezcla de emociones me invadían: Preocupación por el bienestar de Micaela, asustado con nuestra discusión de esa mañana, dolido por sus acusaciones y culpable por no haber reaccionado en la manera que ella esperaba que lo hiciera ante los regalos inconvenientes de Sofía.

Cuando llegamos a casa, la guié a Micaela hasta la cocina. No deje que ella hiciera nada, a pesar de sus constantes quejas de que ya estaba bien y que ya podía prepararse algo para comer.

Con gentileza, la empuje para que se sentara en la mesa.
Después, fui hacía la heladera y como mis conocimientos culinarios eran casi nulos, decidí hacerle un sandwich de jamón y queso y le serví un vaso de agua.

— Come— Dije, percibiendo que ella apenas me miraba y que no hacía ningún tipo de movimiento. 

Ella comenzó a comer lentamente y con la mirada perdida. Pero después, empezó a darle unas buenas mordidas al sandwich lo que revelaba que ella estaba con hambre. Cuando termino de comer, le pregunté si quería más y, para mi alegria, respondió que si.
Le hice otro sandwich, que fue rapidamente devorado por ella.
Después me agradeció, diciendo que ya estaba satisfecha.

Nos quedamos en silencio, los dos no sabíamos muy bien que decir. Estiré los brazos para agarrar el vaso y lavarlo, pero ella interceptó mi movimiento al sujetar mis manos.

— Perdón — Susurró, mirándome a los ojos. — Estoy muy arrepentida por todas las cosas que te dije, no sé que fue lo que me paso. 

Respiré profundo, mire a su cara que reflejaba que ella se sentía triste y ansiosa, y mi corazón se ablandó. Nunca me podría resistir a su mirada. Sus ojos verdes me atravesaban como rayos de luz.

— ¿Tenes idea de lo que me asustaste esta mañana? — Pregunté, acariciando suavamente su cara.

— ¡Perdón! — Pidió suplicante, agarrando mi mano que estaba en su mejilla para llevarla hasta su boca. — Sé que perdí la cabeza. ¡No te merecías escuchar todas esas cosas que te dije!

— No hace falta que me pidas perdón de nuevo— Hablé en voz baja, mientras pasaba mi pulgar en sus labios. — ¿No sabes que sos lo más importante en mi vida? ¿Cómo no podría perdonarte si sos el aire que respiro? ¡No pienses que te vas a poder alejar de mi tan fácil!

Al esuchar mis palabras, ella sonrió ampliamente y su cara se iluminó como un sol. Repentinamente, ella se levantó de la silla y se aferró a mi.

— ¡Yo te amo! —  Habló con su cara apoyada en mi pecho.— Y te prometo que no voy a permitir que nada ni nadie se interponga entre nosotros

— Esa es la misma promesa que te hago yo a vos. ¡Hoy mismo voy a terminar con ese tema de los regalos!

— ¿Hoy? — Preguntó sin soltarme. — No hace falta. Si dijiste que lo ibas a hacer mañana, no hay problema. Al final, ¿en qué afecta esperar un día más? ¡Lo importante es que estás conmigo y no con Sofía!

— ¿Estás segura? — Pregunté para verificar que todo estuvier bien — Tal vez...

No pude terminar con mi frase porque Micaela me callo con un beso.
Y no era un beso cualquiera, era un beso de aquellos: lleno de primeras, segundas, terceras y cuartas intenciones. Fui tomado por sorpresa con ese arrebato. 

Mi mente todavía estaba asimilando todas las emociones y sucesos de esa mañana.
Me sentía como si estuviera adentro de una montaña rusa emocional: Rabia, dolor, susto, alegria, alivio, amor. Y ahora, pasión.
¿Cómo una sola persona se puede meter en mis entrañas de esa manera?

¡Nunca había visto tantos cambios de humor en tan poco tiempo!
Cuando sentí que las manos de Micaela comenzaron a recorrer mi pecho para poder levantar mi remera, solté sus labios.

— ¡Espera, Mica! — Hablé rápido. — ¿Ya estás bien?

— Estoy bien, ¡pero puedo estar mucho mejor! —  Respondió con una mirada apasionada, antes de unir nuevamente su boca con la mia.

Esa era la primera vez, después de que recomenzamos nuestra relación, que ella tomaba aquella iniciativa. Y estaba agradablemente sorprendido con su reacción intensa.

Incentivado por su osadia, la levanté y Micaela me abrazaba con sus piernas, salí de la cocina con ella aferrada a mi. Y durante todo el trayecto hasta nuestro cuarto, ella me siguió besando.

A pesar de que ya nos habíamos amado bastante veces, esta vez fue especial. Micaela parecía estar poseida por una fuerza misteriosa, que la hacía reaccionar de una manera intensa.
Nunca la había visto a Micaela tan a gusto, segura y exigente.

Sentimos algo mágico y sublime cuando la mujer que amamos nos mira a los ojos, llama nuestro nombre y se permite entregarse a una pasión sin inhibiciones.
Pocos momentos nos hacen sentir tan hombres como en aquellos en los cuales las hacemos ser mujer.

Un tiempo después, todavía trataba de recuperar al aire mientras nos acostabamos abrazados.

— Fue... diferente. — Susurré

— Si. — Concordó — Mejor

— Muchisimo mejor. — Dije con mucho entusiasmo y ella se rió satisfecha.

— No siempre es así

— Tenes razón— fue mi turno de concordar— A pesar de que sienpre suele ser muy bueno con vos.

Ella besó mi pecho

— Si antes era muy bueno, ¿ahora cómo lo clasificarías?— Preguntó con la mirada intensa y llena de deseo. 

Más Que Hermanos [Adaptada]Where stories live. Discover now