75 (Segunda Temporada)

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Narra Bruno:

La primera vez que hicimos el amor, después de que volvieramos a casa, fue algo muy especial. Yo podía sentirla a Micaela ahí, completa y participe de cada nomento, de cada caricia.

Cuando compartimos ese estado de éxtasis en los brazos del otro, ella tuvo un llanto profundo. Pero entendí lo que significaba ese llanto. Era un llanto de alívio por todo ese horror que finalmente había llegado a su fin. Era un llanto de felicidad por volver a ser ella misma y porque estabamos unidos, más que nunca.

Despedirnos del abuelo fue algo bastante difícil, especialmente para mi. Me había apegado todavía más a él. El abuelo me contuvo cuando la mayoría me dio la espalda, me mantuvo vivo y coherente, incluso cuando todo lo que quería era ahogarme en la tristeza.
Gracias a él pude mantenerme trabajando y estar activo, cuando yo tenía muchas ganas de enterrarme vivo.
Por todas esas cosas, yo voy a estar eternamente agradecido con él. Pero principalmente porque él siempre siguió siendo mi abuelo, simplemente mi abuelo.

Antes de volvernos a Buenos Aires, fuimos al Departamento de Polícia y abrimos una denuncia formal contra Sofía, que estaba presa por haber llevado a cabo un secuestro e intento de asesinato, debiendo permanecer en la cárcel hasta el juicio. Como las pruebas contra ella eran innegables, con seguridad, estaría presa por mucho tiempo.

Volvimos a la casa de nuestros papás y fuimos recibidos con alegria. Quiero decir, Micaela fue recebida con mucho entusiasmo. Ellos delilaron cuando supieron que su memoria había vuelto.

Papá me recibió medio temeroso. Percebí eso por la manera cautelosa con la que me saludó. Por lo menos, me aceptó de nuevo. Yo sabía que recuperar su confianza sería un proceso lento.

— La vendedora no deja de mirarte. Parece que es tu fan y hasta quiere pedirte un autógrafo. — Comentó Mica, abrazándome posesivamente.

— ¿En serio?— Pregunté alegre.

— ¡En serio! Y le prometí que hablaría con vos. Quizás ella nos puede conseguir un descuento especial, ¿no? — Sugerió guiñando el ojo. Solté una carcajada.

— Micaela, eso se llama soborno.

— Si ambas partes quedan satisfechas, yo no veo ningún problema. — Esclareció haciendo puchero y volví a reír.

— ¡Ay! — Exclamé cuando sentí un pellizco fuerte en mi espalda.— ¿Por qué hiciste eso?

Sin darme cuenta, Micaela había deslizado sigilosamente su mano.

— ¿No fue eso lo que me pidiste que hiciera? — Preguntó, fingiendo inocencia. — ¿Que te pellizcara?

— ¿Desde cuándo sos tan obediente? — Pregunté, frunciendo el ceño.

Ella giró la cara, mirando nuevamente a la vendedora, que nos miraba discretamente.

— Solamente quise mostrar que a pesar de que no me importa que le des un autografo, vos no estás incluido en ese combo. Y quise que eso quedara bien claro.

— Conozco maneras más eficaces, que no van a dejar dudas de eso. — Respondí mirando su boca y llevando mi mano hasta su nuca.

— ¿Cuáles?

— Dejame mostrarte. — Y uní mi boca con la suya.

Creo que nuestro beso fue bastante convincente, ya que la vendedora, muy sonrojada, aceptó mi autógrafo manteniendo una fria distancia.

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Narra Micaela:

Ya había intentado llamarla varias veces a Paula por celular, pero todo lo que escuchaba era el contestador. Hasta que después de un rato mi celular sonó y era ella.

Más Que Hermanos [Adaptada]Where stories live. Discover now