68 (Segunda Temporada)

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Maratón 3/6:

Media hora después finalmente llegamos a nuestro destino.
Vimos algunos negocios, pequeños establecimiento comerciales. Seguimos para la playa y, felizmente, encontramos la dirección que buscabamos sin dificultad.
La casa, estaba rodeada de lindas palmeras, se diferenciaba un poco de las otras que habíamos visto por ahí. La mayoria tenía una arquitectura de aspecto moderno y sostificado. La nuestra, a pesar de tener dos pavimentos, era de la más simples.

Originalmente, debía haber sido pintado de blanca. Pero ahora, probablemente con el pasar del tiempo y la falta de mantenimiento, se encontraba un poco amarilla. Mirando a nuestro alreadedor, la vegetación parecía estar mal cuidada, creciendo de forma desordenada,  señal de que hace un buen tiempo no recibía la visita de un jardinero.
Al entrar, mis sospechas de que el lugar sufría por abandono fueron una vez más confirmadas. El aire estaba impregnado por el olor a humedad, característica de un ambiente que está cerrado por mucho tiempo. Los muebles estaban cubiertos por sabanas blancas.

— ¡Este lugar se parece a un cementerio! — Declaró Paio cuando entramos, colocabdo nuestro equipaje en el piso de la sala.

— Después de que limpiemos un poco y abramos las ventanas, va  estar más agradable. — sugeri.

— Esta fue la casa de la mamá de un amigo mio.— Explicó Celeste al escuchar su comentario.
— Parece que ella falleció hace dos años atrás mientras miraba televisión acá en la sala.

— ¿Alquilaste la casa de un señora que murió acá adentro?— Preguntó Paio impactado.

— No me vas a decir que además de esa liviandad con el calor, ¡también le tenes miedo a los fantasmas!— Ella se rió

— Mamá, te superas en cada segundo— Criticó ácido. — ¡Veni, Pau! Vamos a mirar el resto de la casa. ¡Y te voy avisando que no voy a dormir en el cuarto de la viejita!

Un poco avergonzada por estar presenciando esa extraña relación entre madre e hijo, lo seguí a Paio. Los otros lugares se revelaron con el mismo mal aspecto, con muebles en pesimas condiciones y cortinas fabricas en el siglo pasado. Lo que era una pena porque creo que, pasando por una buena reforma, la casa estaría con un aspecto bastante romántico. Además del amplio living, descubrimos dos cuartos, dos baños con agua caliente y lavandería.
Abrimos todas las ventanas para que la luz y el aire fresco entraran, aereando el ambiente.

Dejamos nuestras cosas en el cuarto, que en la opinión de Paio
“no olía a viejita muerta” y decidimos dar una mirada a nuestro alrededor.

Mientras él fue al baño, fui hasta el jardin. Y finalmente encontré algo de bueno en ese escenario macabro. La piscina era fantastica, grande y llena de agua azul. Me sentí feliz al percebir que la habían dejado preparada para el uso. Estaba distraida, pasando levemente un pie en el agua, cuando de la nada, Paio surgió por detrás, agarrandome por la cintura y saltando en la piscina conmigo, con ropa y todo. ¡No tuve tiempo de quejarme!

Él se rió antes de que nos sumergiaramos dentro del agua. Yo tosía cuando emergimos.

— ¡Cuidado! — Hablé, salpicando agua en su cara. — ¡Yo te desafio! Si perdes, todo el planeta va a saber sobre tu secretito.

— ¡Jamás! — Exclamó decidido. — Y si yo gano, ¿qué recibo?

Su cara demostraba toda una gama de emociones, él podía ser un chico en busca de una infancia perdida, así como un hombre consciente del poder fatal de su encanto.

Observé el agua que había en su pelo, su camista mojada y su mirada profunda que reflejaba tanta confianza, alegria y amor.
Yo haría todo por él, cualquier cosa. Yo tenía hasta miedo de la intensidad de mis sentimientos. Y precisamente por temerle al descontrol, sabía que no debía ceder demasiado. No por temer lastimarme, sino porque tenía de crear una dependencia tal, que no supiera vivir más sin él.

Más Que Hermanos [Adaptada]Where stories live. Discover now