132

1.5K 100 51
                                    

―¡Estas aquí!

A unos cuantos metros de mí, ubiqué a un chico usando una gorra y lentes de sol. No tardé en identificar a Luke con su típico vestuario para pasar desapercibido. Levantó los brazos sobre su cabeza, los agitó para hacerse notar y que yo pudiera encontrarlo, como si no lo hubiera hecho ya.

Sin pensarlo mucho, salí corriendo hacia nuestro encuentro. No me di cuenta de haber dejado la maleta en el suelo hasta que llegué a él. Los brazos del rubio me envolvieron y me levantó algunos centímetros.

―Basta ya. Detente ―le pedí―. No queremos llamar la atención de las personas. Tuvimos suficiente con escandalo de la última vez.

―Lo sé, lo sé. Solo estoy emocionado de que estés aquí ―me bajó, pero continuamos el abrazo por unos segundo más.

Cuando me separé de él, fui a recuperar mi maleta y ambos emprendimos camino hacia la salida del aeropuerto.

―Como no estarlo cuando prácticamente me suplicaste que viniera. ¿Qué es lo que sucede?

―Te lo digo cuando estemos en el auto.

Caminamos hasta donde lo había estacionado. Me ayudó a guardar el equipaje en el maletero y ambos nos acomodamos en nuestros respectivos asientos. Esperé a que se incorporara en la carretera para bombardearlo con preguntas sobre su insistencia por mi visita. Durante todo el viaje guardó silencio, hasta que entramos a las calles de Sidney. Nos detuvimos en un semáforo y ahí se atrevió a mirarme con una sonrisa juguetona.

―¿Y bien? Habla de una vez, me estoy impacientando. Solo estaré unos días aquí, tengo que regresar la próxima semana por la universidad y si es posible, antes de que mi padre se entere de viajé al otro lado del mundo solo por ti.

―Eso solo hará que le agrade menos ―comentó con un ligero tono de culpabilidad―. Hemos sido amigos desde hace años y con cada uno parece odiarme más.

―Si, bueno ―me hundí en hombros y le mostré una pequeña sonrisa―, siempre ha creído que tienes problemas. Piensa que es raro que yo sea tu amiga...

―...la mejor... ―dijo entre palabras.

―... y la única que tienes, a pesar de ser seis años menor que tú.

Luke entrecerró los ojos, como si mis palabras lo hubieran hecho meditar, pero terminó por no lo darle la importancia de que mi padre siempre le daba. Yo tampoco me detuve mucho en eso, si llegábamos a pensarlo demasiado, nuestra relación podría volverse extraña.

Solo funcionaba bastante bien.

—¿Y bien? —lo cuestioné con la mirada y así retomar el tema anterior.

—Necesito de tu ayuda —fue lo único que contestó mientras volvía a acelerar.

—¿Para qué? Basta con el suspenso, necesito una respuesta ahora o juro que me bajaré del auto aún así esté en movimiento.

—No será necesario —dió unas vueltas más y se estacionó en un lugar tan estrecho que no creí que lo lograría—. Hemos llegado.

Me hizo señas para que volteara a mis espaldas. Me asomé por la ventana y descubrí que nuestro destino era una pequeña joyería. Parecía una tienda de antigüedades, pero las joyas y diamantes relucian en el escaparate.

—¿Que hacemos aquí?

—Necesito que me ayudes a elegir un anillo —sus ojos estaban puestos en mi, atentos en cada uno de mis movimientos. Lo ví suspirar, preparandose para soltar algo grande—. Le pediré a Sierra que se case conmigo.

imagines | lrhWhere stories live. Discover now