one shorts de ZoroxRobin.

Da Dair_Cipriano04

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¿Te gusta la pareja tanto como a mi? Pues te invito a disfrutar de estos cortos de romance sobre ellos 💜 Es... Altro

introduccion.
#01
#02
#03
#04
#05 Parte 1
#05 Parte 2
#06
#08
#09
#10
#11
#12
#13
#14
#15
#07
#16
#17
#18
#19
#20
#21
#22
#23
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#26
#27
#28
#29 Parte 1
#29 Parte 2
#30
#31
#32
#33
#34
#35
#36
#37
#38
#39
#40
#41
#42
#43
#44
#45
#46
#47
#48
#48 Parte Dos.
#49
#50
#49 Parte Dos
#51
#52
#53
#54
#54 Parte 2
#55
#56
#57
#57 Parte 2
#58
#59
#60
#61
#61 Parte 2
#62
#63
#64
#65
#66
#67
#68
#69
#70
#71
#72
#73 Parte 1
#73 Parte 2
#74
#75
#76
#77
#78
#79 Parte 1
#79 Parte 2
#80
#81
#82
#83
#84
#85
#85 Parte 2
#86
#87
#88
#89
#90
#91
#91 Parte 2
#92
#93
#93 Parte 2.
#94
#63 Parte 2
#95
#96
#97
#98
#99
#100
#101
#102
#103
#104
#105
#106 Parte 1
#106 Parte 2
#107
#107-B
#108
#109
#110
#111 Parte 1
#111 Parte 2
#112
#112 Parte 2
#113
#114
#115
#117
#116 Parte 2
#117 Parte 2
#118
#119
#120 FINAL.

#116

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Da Dair_Cipriano04

Eso ganaba por ser un idiota, un completo idiota.

Ella me miró como si llevara fuego en los ojos, la última visión de su rostro fueron sus ojos acribillandome antes de darse media vuelta e irse de la habitación.

Alargue un suspiro de derrota, siempre tenia que ser así, siempre había conflictos por idioteces y ella terminaba huyendo de las peleas.

Siempre alegaba que no podíamos hablar con la cabeza caliente, que necesitabamos calmarnos antes de hablar algún tema delicado.

Pero esta vez había estallado las cosas, no callamos nada, nos dijimos de todo y justo por eso ella salió de esa manera.

-Joder, no será siempre como ella diga.- Masculle realmente cansado de sus estados de humor cambiantes últimamente y de su actitud.

No sabia que era lo que estaba cambiando en ella, pero de hacia unas semanas para acá todo en ella era distinto.

Lo único que la escuchaba decir era que estaba cansada, siempre estaba cansada, nunca quería hacer nada, decía que le dolía algo, que se sentía inflamada la mayor parte del día y que la fatigaba mucho con mi presencia.

Había estado tomando medicamento, pero esa inflamación no bajaba, probablemente por eso estaba de mal humor también.

Pasé ambas manos por mi cabello, no debía estar pensando en ella, si no iba a revisarse con Chopper, no debía ser problema mio si seguía sufriendo esa inflamación.

Prácticamente me había gritado que había sido una pésima idea relacionarse conmigo.

Así que debía dejar de preocuparme por ella de cualquier otra forma que no fuera como nakamas.

Apreté los puños y bajé a la isla para intentar controlar mis emociones, no sin antes buscar a Nami, para pedirle que vigilara a Robin y que la tuviera a la vista.

¿A quien engañaba? Jamás podría verla solamente como nakama.

** ROBIN'S POV

Solté todo el aire qué estaba contenido en mis pulmones, sentía como si el pecho me ardiera y mis pulmones no pudieran llenarse por completo.

Me sentía extrañamente vacía.

No iba a llorar por que no podía permitirme eso, pero me temblaba todo el cuerpo producto de la situación.

No entendía por que las emociones las tenia tan a flor de piel, pero justamente ahora estaba al borde de un colapso emocional qué nunca me había sucedido de esta manera, no hacia muchisimos años, cuando era una niña pequeña.

Nami entró a la habitación en silencio, la miré de reojo, simplemente se sentó en la cama pero no quise verla, no quería motivos para tener que contar lo que había pasado, llorar no estaba en mis planes, pero justamente me sentía tan... Vacía.

-Los escuche... Hace rato.

Apreté los puños y miré hacia el techo, esperaba que no dijera más.

-¿Estas bien? ¿Esta todo bien?... ¿Van a arreglar esto?

Me relami los labios pensativa, ¿íbamos a arreglar eso? Yo le había dicho que me arrepentía por completo el haberme relacionado con él y que hubiera preferido que me siguiera viendo como un enemigo.

Estúpidos sentimientos a flor de piel.

Tenia las emociones demasiado extremas, tenía todo encima y cualquier cosa me hacia reaccionar de manera abrupta, la felicidad y la tristeza eran como estallidos.

Apreté los labios para no llorar, pero cuando sentí su mano en mi hombro, fue como si me hubieran echado encima una cubeta de realidad.

Había acabado todo.

-No quiero hablar de eso.- Saqué las palabras como si una fuerza mayor me hubiera obligado a hacerlo, y salieron acuosas, temblorosas, como si no quisiera decir nada, inhale profundo y voltee a verla rezando por que mis ojos no se notarán repletos de lágrimas contenidas.- Lo siento si te incomodamos, solo...

-¿Disculpa? ¡SE GRITARON DE TODO!- Parecía realmente enterada de la situación, la forma en la qué se dirigió a mi me dio pena, ¿si habíamos gritado muy fuerte?- Yo solo quiero saber si estas bien.

Quise restarle importancia al hecho de estar totalmente debilitada emocionalmente por la situación, así que salí de ahí sin decir nada, pero ella me siguió.

-¿Necesitas algo? ¿Quieres tomar un café? Digo, habían sido varios meses y...

-¿Meses? ¿Cómo sabes tú que habían sido meses?- La miré cambiando mi tristeza por un poco de indignación, me dio una sonrisa apenada y con eso fue suficiente.

Estaba del lado de él.

Iba a responderle que por favor dejara las cosas ser a su manera y que evitara involucrarse, pero un ruido extraño me hizo ponerme alerta.

El sentimiento de tristeza fue rápidamente desplazado por mi sentido de supervivencia, juré escuchar pasos pero no podía ver a nadie, Nami pareció comprenderlo, por que también comenzó a ver en todas direcciones atenta al más mínimo ruido.

Me acerqué a la barandilla del barco y me encontré con unos curiosos lobos marinos qué subían a cubierta, estaban andando por todos lados y correteaban entre ellos.

-¡Aaaah!- Nami grito antes de reír cuando uno de ellos le saltó encima.

Me reí un poco, pero pronto sentí el empujón por la espalda.

Me hizo golpearme directo en el estómago con la barandilla del barco y sentí como todo el aire salía de mi, el curioso animal quería jugar, pero me había golpeado realmente duro.

Me reí también, intentando quitarlo de encima, pero quería jugar y me presionaba cada vez más fuerte, así que termine empujandolo con todas mis fuerzas para alejarlo de mi.

Había unos siete de esos correteando por cubierta, peleando por pescados que habian atrapado y otros simplemente tomando el sol, recostados sin mas.

Nami había entretenido a uno de ellos  con cariñitos sobre la cabeza, y había uno que me empujaba por el estómago, tocando mi ombligo con su pequeña nariz.

Gracias a eso descubrí qué la inflamación qué habia estado sufriendo seguía ahí y parecía empeorar con creces.

Mi ombligo estaba algo saltado.

Sentí escalofríos y llevé una mano a mi espalda, de pronto las piernas me temblaron y comencé a sentir un pequeño hormigueo extraño alrededor de la cadera.

Pero no iba a dejarme vencer otra vez por el maldito dolor producto de las inflamaciones.

Me acerque al lobo marino y acaricie su cabeza, de inmediato aceptó el gesto y se acercó a mi, recargandose contra mi cadera.

De pronto tuve dos más frente a mi, Nami parecía enamorada de ellos, especialmente cuando descubrió qué uno llevaba en su aleta enredada una cadena de oro que lo estaba lastimando.

Sentí mi boca volverse agua gracias a las ganas de vomitar qué me dieron de pronto, pero trague saliva y me dedique a ignorar el malestar.

Nami comenzó a seguir a los lobos creyendo qué ellos sabrían dónde había más oro, así todos se fueron y me quede únicamente con dos de ellos, quienes me miraban y me empujaban un poco con las puntas de sus narices, pero no entendía a donde.

-¡VOLVEREMOS EN UN MOMENTO!- Gritó Nami mientras se desaparecía de mi vista camino a la isla.

Me puse de pie y eso solo logró hacerme marear un poco, apreté con fuerza los puños y sentí como me empujaban hacia la isla, miré al lobo marino con curiosidad, en su mirada podía notar algo extraño, pero no sabia que era.

¿Sería prudente darme una ducha y relajarme? Tal vez eso me ayudaría, realmente no sabia como controlar mi cuerpo últimamente.

Me reí un poco cuando sentí cosquillas al tenerlos a ambos olfateandome el estómago, pero los aleje de mi.

Comenzaron a exaltarse un poco, uno de ellos dio vueltas sobre si mismo y a empujarme rápidamente, pero no los terminaba de comprender.

Me rendí y decidí a seguirlos, probablemente algo iba a descubrir o algo querían decirme, así que comencé a seguirlos en dirección a la isla.

De vez en cuando me daban algunas punzadas de dolor, y ellos parecían poder sentirlo, por que querían apresurar el paso cada vez más, pero no entendía realmente mucho, solo atiné a seguirlos intentando ignorar mi cuerpo que estaba sufriendo.

Ya nos habíamos internado bastante en la isla, hasta dar a lo que parecía ser un pueblo abandonado de hacia muchos años, por que las casas estaban enmohecidas, con grandes plantas creciendo por todos lados y haciendo todo lucir muy verde.

Pero, a pesar de estar entre las viejas casas aun estábamos en las orillas de lo que fue la ciudad, por que todo parecía estar destruido y rodeado de árboles altos que cubrían el cielo.

Sentí un fuerte tirón desde la espalda hacia el estómago y pude ahogar un grito, pero mis piernas temblaron un poco y me sentí caer.

El dolor era intenso y cada vez crecía más, por lo que era imposible ignorarlo, y justo entonces comencé a ser consiente de que el viento había comenzado a presentarse a mi alrededor y sentía mi cabello volar en todas direcciones junto al fuerte ruido que provocaba el viento.

Apreté un poco las piernas por que sentí algo resbalar entre ellas, de manera inconsciente lleve una mano a mis piernas para ver qué demonios sucedía, y me encontré con un hilo de sangre qué iba ya más abajo de mis rodillas.

¿Qué demonios estaba sucediendo? Estaba comenzando a asustarme bastante al ver la sangre bajar lentamente por mi pierna hasta comenzar a manchar mis calcetines.

Los lobos comenzaron a exaltarse bastante, estuvieron dando vueltas alrededor de mi y uno salió huyendo despavorido, supongo que producto del viento que azotaba contra nosotros, el otro simplemente siguió dando vueltas a mi alrededor.

El dolor era cada vez más intenso, a tal punto qué mis rodillas se doblaron y termine cayendo al suelo, la sangre seguía deslizandose entre mis piernas y comenzaba a suponer muchas cosas extrañas qué podrían estar sucediendome.

¿Y si...?

Comencé a hilar en mi cabeza toda la sintomatologia extraña qué habia estado padeciendo anteriormente, desde los dolores de cabeza, la inflamación, la fatiga, las hormonas a flor de piel y lo que yo creía que eran movimientos intestinales, pero que bien podrían ser... Patadas.

Enterré las uñas en la tierra sintiendo nuevamente el dolor atacarme con fuerza, pero me enderece aun de rodillas en el suelo e intenté ponerme en pie.

Mis pasos fueron débiles, mis rodillas estaban temblando, sentía desvanecerme en cada paso, no pude evitar pensar en los golpes que me había dado contra la barandilla del barco.

A mitad del camino de regreso al barco mis piernas se vencieron por fin y volví a caer de rodillas, el dolor era tal qué me nublaba la visión, sentía las yemas de mis dedos hormiguear por el dolor, y el viento no hacia mucho por ayudarme, por que no podía escuchar nada y el cabello me volaba por todos lados, impidiendo que pudiera ver bien.

Pero lo vi.

Venía corriendo en mi dirección de una forma alarmada, incluso resbaló en el último momento, pero caer al suelo no lo detuvo y se termino arrastrando hacia mi.

Detrás de él pude ver a dos curiosos lobos marinos qué giraban sobre ellos mismos de manera nerviosa.

Tomó mi rostro entre sus manos, la preocupación afloraba en su rostro, buscaba signos de algo en mi, ansioso lo veía mover los labios, pero el viento era tal que no podía escucharlo en absoluto, sólo atine a cruzar mis brazos por su cuello y abrazarlo.

Me sentí de inmediato un poco más en paz, sus manos fueron a mi cadera y sentir su tacto caliente sobrepasar la ropa me dio un poco de tranquilidad, pero de inmediato eso fue sobrepasado por el pánico de tener que decirle mis sospechas.

-¿Qué sientes? ¡Vamos al barco!- Me gritó buscando mi rostro, volvió a tomar mis mejillas entre sus malos y Apreté los labios con fuerza, no quería decirle.

Bajé la mirada y él junto a mi, observó la sangre con fijeza por largos segundos y luego volvió a fijarse en mi, parecía nervioso, pero creo que lo comprendió de inmediato, por que bajó las manos y sin temor a llenarse de sangre, bajó la ropa interior qué llevaba y la rompió de un tirón, dejando la tela empapada de rojo por un lado.

-¿Qué sucedió?

Me quedé callada sin saber exactamente qué decirle, su pecho subia y bajaba de manera alterada, iba a intentar responderle, pero junto entonces volví a sentir una fuerte punzada de dolor que me hizo apretar los puños con fuerza y querer sacar de mi lo que sea que estuviera ahí.

El me hizo separar un poco más las piernas, el viento frío calaba hasta lo más profundo de mis huesos, el cabello volaba por todas direcciones, así que retiro de su brazo la bandana qué siempre llevaba y ato mi cabello de una manera torpe, pero funcional.

-¡TIENES QUE HACERLO!- Me gritó señalando hacia abajo, justo entre mis piernas, pero yo no quería hacerlo, no quería tener que darme cuenta de la realidad.

El dolor era fuerte, y sin pensarlo recargue las manos contra el suelo y comencé a vomitar todo lo que había comido durante el día, sentí mi garganta raspar al pasar toda la comida, pero el miedo me consumía a la par del dolor.

Me volví a colocar sobre mis rodillas con su ayuda y sentí la presión en la parte baja del vientre, necesitaba hacerlo, pero no sabia si quería hacerlo.

Sus manos fueron a mi cadera nuevamente y comenzó a hacer presión con las yemas de sus dedos a modo de masaje qué no hizo más que hacerme sentir más consiente de la situación.

Lleve mis manos a sus hombros para apoyarme de él y no me sentí capaz de poder hacerlo.

-¡Llévame al barco!- Le pedí en súplica sintiendo la presión aumentar, sentía que mi cadera quemaba y que cada minuto era eternamente doloroso. - Por favor, no quiero hacer esto aquí, no creo que...

Volví a sentir el fuerte dolor y Apreté con fuerza los dedos, incluso sentí los dedos de mis pies contraerse, él siguió masajeando mi cadera con fuerza.

-Andando.- Se puso en pie, pero me era imposible levantarme, lleve una mano a la zona de mi entrepierna qué ardía y descubrí qué habia algo ahí.

Abrí mucho los ojos y mi gesto lo alertó, así que volvió a ponerse de rodillas y llevó las manos a la zona qué yo había tocado antes, mis manos llenas de sangre las lleve a sus hombros y comencé a poner todo mi esfuerzo en ayudar a eso a salir de mi cuerpo.

Cerré los ojos con fuerza y grité con cada esfuerzo que hice, lo escuche decirme varias cosas, pero no podía comprender qué era aquello qué me quería decir, hasta que sentí que no iba a poder más y enmedio de lo que describiría como el peor dolor de mi vida, salió de mi.

Zoro maldijo agachandose un poco y subiendo a nuestra vista un cuerpo que hacía inerte entre sus brazos.

Un cuerpo muy pequeño.

No parecía estar a término, estaba demasiado pequeño para ser un humano que pudiera vivir, sus brazos colgaban hacia sus lados y tenia los ojos cerrados junto a una pequeña boca abierta.

Zoro lo colocó boca abajo y dio varios pequeños golpes en su espalda, después comenzó a sobarlo un poco.

Miré sorprendida la escena, después él acercó su rostro hacia el del bebé y lo vi succionar un poco su nariz, para después escupir algo.

Y abrió los ojos.

No lloró, no hizo movimientos, simplemente abrió unos enormes ojos saltones qué nos observaron con atención para poco a poco mover sus manitas hacia su pecho.

Zoro lo extendió hacía mí y dude en tomarlo, no quería tenerlo, no quería verlo, no quería nada que ver con él por que muy dentro de mi algo me decía que no iba a llegar muy lejos, que probablemente al finalizar este día, iba a dejar de existir.

Pero al final me rendí llevándolo hacia mi pecho, me preocupaba qué cabía perfectamente entre mis dos manos sin problemas, sus brazos eran casi del grosor de mis dedos.

Era demasiado pequeño.

Me giré para encontrarme con los lobos marinos, quienes danzaban de manera peligrosa a nuestro alrededor, así que Zoro me tomó entre sus brazos y comenzó a dejarse guiar por ellos, quienes nos llevaban hacia algún lugar que desconocía.

Nos llevaban dentro de la isla.

Uno de ellos se quedó detrás y lo vi transformarse de una manera dolorosa al caer el sol, de pronto tuvo piernas y una figura masculina se presento ante nosotros.

Ahora eran humanos qué nos guiaban hacia su extraña ciudad, en donde rápidamente se llevaron al cuerpecito de mis brazos.

Zoro me dejo en el suelo y sentí mis piernas débiles, no sabía si quería averiguar qué era lo que estaba sucediendo, o si era qué el bebé iba a sobrevivir.

Pero no tardaron en llevarme a una habitación en donde pasé largos minutos con médicos haciéndome preguntas y revisando cada parte de mi con minuciosidad, buscando algún problema o algo que pudiera ser de dificultad.

Gracias al cansancio me quedé profundamente dormida, no pude evitarlo, mi cuerpo me exigía descansar, así que no fui consiente de cuanto tiempo me quedé tendida en la cama recuperándome.

Cuando volví a abrir los ojos me encontré con algo pesado sobre mis piernas, así que guíe mi mirada hacia abajo y me encontré con Zoro echo un ovillo sobre mi a los pies de la cama, estaba profundamente dormido, parecía estar exhausto así que evite moverme.

Pero no tardó en abrir los ojos luciendo alterado, y al verme dio un profundo suspiro mientras llevaba una mano a su pecho.

-Estas despierta.

Asentí lentamente sintiendo un gran dolor en la cadera, me quise mover de la cama y descubrí qué estaba sobre una buena mancha de sangre sobre la cama, él maldijo mirando eso y se puso rápidamente en pie.

-Andando, vamos a darte una ducha, no ha pasado nada.

¿Una ducha? ¿Qué habia sucedido? Estaba totalmente empapada en sangre y me dolía el cuerpo entero.

-¿Qué pasó con... El bebé?

El bajó sus hombros mientras daba un largo suspiro, me ayudo a ponerme en pie y cada musculo de mi cuerpo protesto por eso, las piernas me temblaban de sobremanera y me dolía dar pasos.

Terminé dándome una larga ducha qué no sabia que necesitaba tanto hasta que me sentí realmente distinta tras haberme cambiado de todo y lavado el cabello.

Y su cercania me reconfortaba, él estuvo durante toda la ducha ayudándome a lavarme el cabello y a mantenerme en pie, así como a cambiarme la ropa y caminar de regreso a la habitación.

Cuando por fin me senté en la cama, él se sentó en el suelo, frente a mi, colocando sus brazos en mis piernas, con las yemas de sus dedos comenzó a trazar figuras imaginarias.

-Estuviste dormida tres días.- Me quedé sorprendida y en completo silencio.- Sigue vivo, es... Es un niño, pesa un kilo con novecientos gramos, esta diminuto pero sigue vivo.

-¿Cómo es que...?- Me detuve, no sabía exactamente qué decirle.- ¿Lo has visto?- sentía la preocupación en mi pecho, al saber que estaba vivo me daba miedo pensar en que le pudiera pasar algo.- ¿Cómo es? ¿Va a sobrevivir?

-No lo he visto mucho, me encargue de cuidarte a ti.- Se encogió de hombros.- No he sabido nada de los chicos en estos días, hemos estado aislados, pero creo que ellos saben que estamos aquí.

Me puse de pie y salí de la habitación dando pasos lentos por que mi cuerpo no me permitía más, pero sin saberlo realmente, me guíe hasta donde estaba el pequeño bebé metido en una incubadora.

Me senté en una silla qué estaba a su lado y me sentí desnuda ante él, quien giró su rostro hacia mi y abrió un poco sus enormes ojos saltones de mosca.

Era un bebé muy bonito.

Y eso que yo no era muy afín de ellos.

Sentí una mano en mi hombro y me encontré con el peliverde mirando en mi dirección, no tenia alguna expresión en el rodtro, estaba tranquilo como siempre, pero algo me decía que estaba casi tan emocionado como yo de haberme dado cuenta que no estaba todo perdido.

Solamente tenia que asimilar lo que acababa de suceder en mi vida.

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