one shorts de ZoroxRobin.

By Dair_Cipriano04

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¿Te gusta la pareja tanto como a mi? Pues te invito a disfrutar de estos cortos de romance sobre ellos 💜 Es... More

introduccion.
#01
#02
#03
#04
#05 Parte 1
#05 Parte 2
#06
#08
#09
#10
#11
#12
#13
#14
#15
#07
#16
#17
#18
#19
#20
#21
#22
#23
#24
#25
#26
#27
#28
#29 Parte 1
#29 Parte 2
#30
#31
#32
#33
#34
#35
#36
#37
#38
#39
#40
#41
#42
#43
#44
#45
#46
#47
#48
#48 Parte Dos.
#50
#49 Parte Dos
#51
#52
#53
#54
#54 Parte 2
#55
#56
#57
#57 Parte 2
#58
#59
#60
#61
#61 Parte 2
#62
#63
#64
#65
#66
#67
#68
#69
#70
#71
#72
#73 Parte 1
#73 Parte 2
#74
#75
#76
#77
#78
#79 Parte 1
#79 Parte 2
#80
#81
#82
#83
#84
#85
#85 Parte 2
#86
#87
#88
#89
#90
#91
#91 Parte 2
#92
#93
#93 Parte 2.
#94
#63 Parte 2
#95
#96
#97
#98
#99
#100
#101
#102
#103
#104
#105
#106 Parte 1
#106 Parte 2
#107
#107-B
#108
#109
#110
#111 Parte 1
#111 Parte 2
#112
#112 Parte 2
#113
#114
#115
#116
#117
#116 Parte 2
#117 Parte 2
#118
#119
#120 FINAL.

#49

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By Dair_Cipriano04

Zoro miraba a su alrededor molesto, sentía el pánico presente en todo momento y no le gustaba la sensación de alerta que lo acompañaba, Robin estaba descansando unos minutos en la cama, Zoro suspiro y se puso de pie, pero sintió una mano delicada sobre su muñeca.

-No te vayas.- Susurro abriendo un poco sus ojos, Zoro la miró y se sentó nuevamente en la cama.- No me dejes sola. 

-Jamás.- respondió el acariciando su muñeca y luego tomando el pequeño aparato que descansaba en la mesita de noche.- ¿Crees que sea seguro?- preguntó mirando las dos pequeñas líneas muy marcadas, Robin se sentó en la cama y se encogió de hombros.

-No lo sé, pero realmente no quisiera decirle a nadie.- Susurro abrazándose a si misma y luego mirando al peliverde a los ojos.- No quiero que nadie se entere, ni escribirle a los chicos la noticia como la otra vez, no quiero repetir la historia.

Zoro la miró con un sentimiento de arrepentimiento profundo en los ojos y a su mente regresaron los malditos momentos más tensos y tristes que ha vivido en toda su vida.

**
Zoro regresó a casa tras un pesado día, había ayudado en el pueblo a remover unos árboles caídos producto de una tormenta, después tuvo las clases con los pequeños de la isla, entrenó por ocho horas a diferentes grupos de edades distintas y al caer la noche regreso a casa, la lluvia era poca pero inundaba un poco los caminos, por lo que llego empapado y completamente lleno de barro.

La casa lo recibió con un silencio preocupante, entro sigiloso esperando encontrar a Robin - - quien por el momento contaba con ocho meses de embarazo-- descansando un poco tras tener su propio día pesado, aunque ella ya no estaba para esas vueltas no era posible detenerla, su cuerpo modificado no la hacía ir más lento, incluso zoro podía asegurar que se mantenía en mayor movimiento.

Incluso viajaba a las islas aledañas a visitar a los chicos, quienes vivían a algunas horas de distancia, aunque zoro se lo prohibía, Robin veía la manera de escaparse e irse algunos días, dejándole una simple nota diciendo que regresaría pronto.

Ahora Zoro se enfrentaba a la oscuridad total de la casa y el silencio que no le gustaba, ¿Robin se habría ido otra vez? Con el clima la creía incapaz de tan siquiera pensar en acercarse a la costa, así que debía estar en la casa, pero ambiente se sentía diferente.

Recorrió la sala de estar y logró ver vidrios en el suelo seguidos de algunas gotas de sangre, lo cual lo preocupó, por lo que corrió por toda la casa en busca de Robin, pero no la encontró.

Hasta que cruzo al patio trasero y logró ver su cuerpo hecho un ovillo entre las flores que tanto adoraba.

Corrió a su lado y cuando quiso moverla se dio cuenta de algo aterrador, se encontraba en esa posición por que intentó cubrir de la lluvia el cuerpo de un bebé, intento cubrir de la lluvia el cuerpo de su hijo que se encontraba en estos momentos de color azul con sus pequeños labios morados.

Zoro maldijo sintiendo las lágrimas llenar sus ojos y como su pecho se sentía vacío, por unos segundos se sintió perdido al verlos a ambos en esa situación, pero Robin dio un profundo quejido y Zoro inhalo sintiendo su corazón volver a latir.

La tomó entre sus brazos esperanzado de tenerla viva y sujeto con manos temblorosas el cuerpo inerte de quien hubiese sido su primer bebé, una niña con muy poco cabello color negro.

Robin volvió a quejarse y esa fue la señal de zoro para ponerse en pie y correr hacia la isla, aunque en el camino se topó con quienes quisieron derribarlo, claro que no pudieron, el coraje y la ira pudieron más que todo y terminó derribandolos con un par de golpes.

Corrió hasta el hospital de la pequeña isla en donde atendieron a Robin de inmediato, todo mundo sabía que eran piratas conocidos por ser extremadamente violentos y sanguinaria, sin embargo, se habían ganado el amor y cariño de los pueblerinos, así que ver a Robin en esas condiciones fue aterrador para todo el pueblo, tanto que formaron un pequeño grupo de vigilancia en el hospital, aunque claro, Zoro era el que  se encontraba a la cabeza.

Unas horas después la banda se encontraba reunida, Nami no se separo ni un solo minuto de Robin, trataba de comprender su dolor, pero simplemente Robin no lloró, no demostró nada, habían retrocedido a cuando recién entraba a la banda y era total seriedad y ojos pareciendo vacíos.

Ni Robin ni zoro lloraron en presencia de la banda, no fue hasta unas semanas después, cuando se encontraban totalmente solos y regresaron a casa a guardar cada pequeña cosita que habían adquirido para su bebé que rompieron en llanto ambos, solos y en la intimidad de su hogar, en donde ellos mismos se sostenían el uno al otro y comprendían su dolor.

**
-¿Entonces quieres mantener todo en secreto? ¿Hasta cuando? Tu vientre comenzará a crecer, debes tener tus revisiones médicas contantes y sobre todo, los niños de la isla lo notarán, sabes que aman enfrentarse a ti y ahora no pueden.

Robin suspiro y lo miro, se aferro a el en un fuerte abrazo y luego beso su cuello.

-Hemos sido fuertes todo este tiempo, ¿puedo ser débil y esconderme unos meses? Realmente quiero que esto suceda, quiero que seamos felices.- Zoro la sostuvo mejor entre sus brazos y la acomodo como si fuese un bebé.

-Claro que vamos a poder, reducire lo más que pueda las largas idas a la isla,  los niños podrán seguir entrenando, sólo que ya no los llevare al río, se tendrán que conformar con el Dojo... Y prometo no dejarte sola ni un segundo ¿estas de acuerdo?- Robin asintió frenéticamente.

-Quiero a Chopper aquí.- zoro miro a Robin.- los últimos meses... Si llega a pasar lo mismo chopper podría ayudar, él pudo haberla salvado.

-Deja de torturarte así.- frunció el ceño.

-Deja tú de torturarte diciendo que si hubieras llegado antes eso no hubiese pasado.- Zoro gruñó sabiendo que era verdad.

-Bueno, entonces en cuando alguno de los chicos venga le diremos y evitaremos totalmente cartas y mensajes de ese estilo, ¿cierto? Nada de ir a tiendas de bebés, lo seguiremos evitando en los pasillos de las tiendas y después fingiremos que has ido a una investigación muy importante.

Robin sonrió un poco al imaginarse en un par de meses más, con un vientre más crecido, recordo las pataditas, la búsqueda de nombre y todo el hermoso proceso que era dar vida.

**
Robin terminaba de arreglar sus flores, contaba con aproximadamente seis meses de embarazo, Zoro la vigilaba desde la puerta del patio gracias a que los pequeños que acababan de tener entrenamiento miraban curiosos hacia adentro.

-¡Robin-chan!- gritaban con ánimos hacia la morena, ella les sonreía mientras seguía arreglando sus plantas.- ¿Por qué ya no nos ha visitado?

-¡Pronto iré con ustedes!- les dijo sonriendo y guiñandoles un ojo.- Es que me he sentido un poco enferma.-, Zoro gruñó por lo bajo cuando uno de ellos dio un paso hacia adelante, y Robin conociendo al hombre con el que vivía hizo crecer varios pares extra de brazos para entretener a los pequeños.

Todos comenzaron a correr detrás de las manos, y cuando Robin creo una copia de ella que los invitaba a correr y juguetear, los niños estallaron en carcajadas corriendo y demostrando su plena alegría.

El entrenamiento había terminado, los últimos niños correteaban a sus casas ansiosos de llegar y degustar la cena, sin embargo tres pequeños se quedaron recargados en la entrada, Zoro se cruzo de brazos mirándolos y frunciendo el ceño.

Amaba a los niños, eran inocentes y muy divertidos, pero en estos momentos se sentía alerta de cualquier cosa que pudieran ver o decir, pues un comentario inocente de alguno de ellos podría desatar nuevamente el infierno, los pequeños se asomaban hacia la morena, pues fue ella quien les enseñó a amar la lectura y les mostró las maravillas de un buen libro o la magia de perderse entre los mundos mágicos, sin dejar de lado que les ayudaba con los problemas que pudiesen tener en su hogar.

Robin se puso de pie y Zoro la miró de reojo, llevaba un vestido sumamente holgado que la hacía ver bastante normal y ocultaba cualquier abultamiento de su vientre, ella se acercó tranquila, ignorando la mirada matadora de Zoro.

Llegó al lado de los pequeños y se coloco sobre sus rodillas para aceptar los brazos abiertos de los tres, fundiendolos en un gran abrazo y recibiendo incluso lágrimas.

-¡Pensé que ya no nos quería! - gritó uno de ellos entre lágrimas y Robin comenzó a reír limpiando las lágrimas del pequeño.

-Claro que los quiero, sólo que me he sentido un poco mal estos meses.- Susurro mirando a los tres pequeños sentándose frente a ella.- Pero les Prometo que pronto volveré con ustedes ¡con una sorpresa!- Zoro dio un respingo y ella le guiño un ojo.- les tendré una nueva colección de libros para que puedan disfrutar.- les guiño un ojo ahora a ellos.

-Bueno niños, hora de irse a casa.- Dijo Zoro y los niños se pusieron de  pie de golpe.- Regresen mañana y no olviden hacer sus tareas en casa, ayuden a sus padres y sean buenos alumnos.- los pequeños asintieron y salieron corriendo.

El pueblo no estaba lejos, sin embargo era un pequeño camino el que debían recorrer, así que Zoro se plantaba en la puerta para verlos alejarse y se aseguraba de que llegarán al pueblo a salvo.

Miró a la morena y nego un poco ayudándola a ponerse de pie, Robin sonrió un poco, mostrando sus mejillas un poco más rellenas, cosa que zoro consideró adorable, pero claro que no iba a decirle eso.

-No deberías salir de los límites de la casa.- le dijo frunciendo el ceño y caminando hacia adentro del patio junto con ella.

-No ha pasado nada, estaba contigo y realmente los niños no comprenden por que he desaparecido de un día para otro.- Susurro Robin entrando a la casa, miro a su alrededor y se sentó en un pequeño sillón.

-¿Has hablado con Nami?- preguntó zoro sentándose en el suelo frente a ella y recostando la cabeza sobre sus piernas, Robin nego comenzando a acariciar su cabello.

-No, le respondí la última carta y no he tenido respuesta, he evitado a toda costa el den den mushi, así que estoy esperando a que decida venir para pedirle que se quede unos días aquí, ¿y chopper?- preguntó ella.

-Chopper no ha respondido las últimas tres cartas, lo llamé pero parece estar sumamente ocupado, no lo culpo por no pensar que es delicado, el cree que solo queremos reunirnos para pasar el rato.

****
Robin estaba aterrada pero trataba de no demostrarlo, estaba en cuenta regresiva para dar a luz y no había logrado tener respuesta de ninguno de los otros mugiwara, Zoro tenía que seguir con su ritmo normal para no levantar sospechar y ella debía permanecer todo el día en casa, ocultando su cuerpo cambiado.

Miró a su alrededor y suspiró, gracias a la horrible experiencia pasada en donde perdió a su bebé y por poco pierde la vida ella, no habían comprado nada para el nuevo integrante, de hecho no tenían ni siquiera un cambio de ropa, pues la vez anterior la isla competa les había regalado miles de cosas que posteriormente tuvieron que regalar con todo el dolor de su alma.

Robin se acomodó en el sofá y dejó el cuarto libro leído en el día sobre la pila de libros que ya había terminado, suspiro y se atrevió a llevar una mano a su vientre y acariciarlo, trataba de no generar muchos vínculos por que sentía que esta oportunidad también sería arrebatada, pero su corazón  latía con fuerza con cada pequeña patada y sentía que se derretía cuando después de un día pesado Zoro llegaba y se acomodaba sus piernas para hablar con el bebé.

Zoro, Robin lo conocía muy bien, sabía que aunque tuviera el ceño fruncido siempre, aunque sus sonrisas fueran solamente para ella en privado, aunque pareciera vivir molesto, ella sabía perfectamente que él se encontraba preocupado en cada momento y que trataba de darle pequeños detalles ocasionalmente.

Robin se puso de pie y estiró un poco, justo cuando extendió sus brazos hacia arriba sintió líquido correr por sus piernas y maldijo, miró hacia abajo el pequeño charco que se formaba y cerró los ojos con fuerza, ¿que debía hacer ahora? Acababa de caer en cuenta que no habían planeado que harían en esta situación por que no creían llegar a ella.

Suspiro intentando mantener la calma y luego miró a su alrededor, estaba sola y Zoro no llegaría en un par de horas, ¿como iba a decirle donde estaba?

Tomó papel y un lapicero y escribió un breve mensaje sin nada muy específico.

"Ha decidido venir a visitarnos alguien que esperamos desde hace meses"

Leyó la nota y sonrió, llevaban varias semanas mencionando al bebé como si fuese un amigo que viene de visita, así era más fácil hablar de él y no tener miedo de que alguien los escuchara.

Tratando de mantener la calma en todo momento tomo sus cosas y se encaminó a la puerta, hasta que escucho ruido y observo una sombra en una de las ventanas, sintió su respiración cortarse y como su mundo se nublaba, Robin mordió su labio intentando que el miedo no nublara sus pensamientos y se decidió a salir de la casa.

Una vez afuera no miró hacia atrás ni pensó en lo que podría pasar, simplemente cruzo en pequeño y corto camino hacia el pueblo y una vez que se introdujo a la vida nocturna del lugar la calma la absorbió, los pobladores la miraban asombrados, llevaba una capa para cubrirse del frío que convenientemente cubría su vientre crecido, la sorpresa de los pueblerinos era por verla de nuevo ahí.

Algunas personas miraban un poco sorprendidos a morena, la isla entera sabía de los horribles momentos que habían pasado con anterioridad y suponían que su aislamiento era por miedo, ya que desde ese momento comenzó a ser cada vez menos vista en la isla, pero jamás la presionaron, siempre buscaban hacerla sentir mejor y apoyarla en todo momento.

Robin tenía una sonrisa tensa en el rostro, se sentía sumamente nerviosa y débil, ¿y si la venían siguiendo? ¿Y si alguien quería hacerle daño? Solamente era ella caminando por la isla, no era sospechoso, ¿cierto?

Llegó al hospital y alargo un suspiro, entrar ahí le daba muy malos recuerdos, sin embargo lo hizo y un par de miradas se centraron en ella, una enfermera se acercó de inmediato.

-Señorita Robin, ¿Se encuentra bien?- preguntó y Robin asintió un poco temerosa.

-¿Crees que podrías llevarme a un lugar más privado? Tengo un pequeño problema y necesito atención médica.- la enfermera asintió y se dio la vuelta.- Que sea todo muy discreto, caminemos en calma.

Robin entró caminando hacia la zona de habitaciones junto a la enfermera, nadie sospechaba nada y Robin sentía que el dolor no hacía más que crecer y volverse insoportable.

**

Zoro sentía su respiracion volverse pesada mientras corría tras ver un par de  barcos sospechosos en el muelle, Robin había estado sola casi todo el día y eso lo hacía sentirse nervioso, necesitaba llegar a ella antes de que cualquier otra persona pudiese acercarse.

Miró la casa a lo lejos y entró de golpe, miró a su alrededor y no encontró nada, la sala de estar estaba sola, había unos cuantos vasos en la mesita, pero solamente eso, Zoro se acercó a la mesa, los vasos habían sudado un poco y se había hecho un pequeño charco en la mesa, un papel se había mojado todo y la tinta se había corrido.

Corrió hacia las habitaciones y busco en cada una de ellas, no había nada, ni rastros de Robin, incluso había algunos focos encendidos como si Robin todavía  estuviera ahí.

Miró con terror al patio trasero y corrió buscandola, pero no la encontró, rebusco en las malditas flores que tanto odiaba desde aquel maldito día pero Robin se encargaba de cuidar y mantener hermosas.

-Maldición Robin, ¿donde estas?- preguntó llevando una mano a su cintura y notando que las katanas no estaban con él.

Llegó a la sala de estar y se topo con un rostro, una persona desconocida que lo miraba con los ojos inyectados en furia, Zoro frunció el ceño y miró de reojo  las katanas colocadas finamente sobre la chimenea, luego regreso su vista al hombre.

-¿Quién eres?- preguntó Zoro cruzando sus brazos, el hombre mostró una sonrisa asquerosa y él lo comprendió todo.

-¿No me recuerdas? ¿Acaso estabas tan ciego que no me notaste a lo lejos mientras veias el cuerpo de tu mujer su asquerosa creación?- preguntó y Zoro inhalo muy hondo, lo sabía.

-Es bueno saber que has venido, tenemos cosas de que hablar.- Susurro  dando un paso adelante, escucho ruidos y observo por la ventana a Luffy, sonrió de lado.- Mis amigos y yo estamos encantados de tenerte aquí.

**
Robin miró a su alrededor, doctores y enfermeras la rodeaban y la hacían sentirse ahogada, se sentía rodeada y eso le daba pánico.

-Queremos que te sientas cómoda, ¿si? Prometemos que te haremos sentir bien.- decía un enfermero mientras le ayudaba a quitarse la ropa y colocarse una bata.- No hemos contactado a Zoro, pero hemos mandado a un guardia a buscarlo.

-¿Es posible que sea lo más íntimo posible?- preguntó Robin mirando a su alrededor.- Me pone un poco nerviosa tener a tanta  gente aquí.- el enfermero asintió.

-Claro, solo terminaremos de alistar todo y se irán, no te preocupes, estas en buenas manos.- Robin sonrió y asintió un poco más calmada.

**
Zoro se puso de pie y miró el cuerpo agonizante del hombre, Luffy sonrió ansioso y Sanji encendió un cigarrillo.

-Eso fue fácil, ¿te sientes mejor?- preguntó Sanji al peliverde, quien negó.

-No pude sacarle donde demonios está Robin.- gruñó con el ceño muy fruncido, pero en ese momento el guardia entró corriendo y se topo con la escena.

-¡Lo he estado buscando por todos lados!- Dijo acercándose y mirando a los otros dos hombres muy sorprendido.- La señorita Robin esta con nosotros y no ha dejado de preguntar por usted.

Zoro miró a sus compañeros y corrieron hasta el maldito hospital en donde todo se movilizaba con rapidez.

Zoro anhelaba que todo estuviera bien, necesitaba que terminara de la mejor forma posible por que él realmente quería tener una maldita familia feliz y no seguir sufriendo ni estando alerta a cada momento de su maldita vida.

Él quería un niño o niña suyo, para verlo crecer y darle todo el cariño que él y Robin jamás habían recibido de pequeños, quería tener un hijo que fuese feliz y que viviera tranquilo.

****
Holis 🤞🏻 regrese con todo y espero no desaparecer pronto, aunque sé que desaparece pronto alguna semana

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