Reagrupados

1.9K 225 12
                                    


Logre estabilizarme por poco, no tenía idea de lo que había sucedido. Podía sentir mi brazo y mano en cierta forma, pero al ver en su dirección no había nada, ni huesos, ni músculos, ni piel, ni siquiera los anillos. Me encontraba haciendo el ejercicio de moverla, de cerrar y abrir el puño, como si estuviera delante de mí. Fue luego de dos minutos que empecé a escuchar las voces preocupadas de mis amigos.

―Laxus ¿te encuentras bien?

― ¿Dónde estabas? te estuvimos buscando.

―Sora pidió ayuda, pero no teníamos idea de hacia dónde habías ido.

― ¿Laxus?

― ¿Nos estas escuchando?

En medio de sus preguntas volví a la realidad. Los mire a todos, se encontraban en distintas armaduras, cada una de un color distinto. Estaban sucios, con sangre, heridos y bastante cansados. Pero en general se encontraban en muy buenas condiciones. Los niños elegidos me miraban desde atrás, conservando la distancia. Parecían dudosos y desconfiados, pues no sabían mucho de mí. De hecho, esta era la primera vez que nos veíamos en persona.

―Bueno, no es como si no te pudieran dar un brazo nuevo― interrumpió una voz conocida, cálida y molesta.

Yaboth paso su brazo por mis hombros y me guió a donde estaban los botiquines, ignorando a los demás héroes. Pero cuando me iba a sentar me acorde de la razón por la que me encontraba aquí.

―Lo siento, estaba confundido ― dije mirándolos.

―Pero ahora no es momento de eso, tenemos que salir de aquí. Un ejército se aproxima.

― ¿Qui qua? ― respondió Yaboth.

En ese momento una alarma empezó a sonar por todo el campo sagrado.

―Tiene razón, esa es la alarma de evacuación― dijo Eileen mirando hacia el portal por el que habíamos ingresado. Se encontraba a por lo menos 50 metros.

―Pero los civiles tienen que escapar primero― interrumpió Trozard.

―En la academia no hay ningún civil idiota― le contesto Zhao golpeándose la frente. Enseguida se dio cuenta de lo que acababa de decir y miro al suelo avergonzado.

―Apurémonos, escucho pasos y maquinas a la distancia. Estaremos rodeados en 5 minutos. ― dijo Nazli sorprendiéndonos a todos.

La hermosa heroína de piel caramelo no solía hablar y mucho menos expresabas sus ideas en público. Pero sus sentidos eran los más agudos de todos, su preocupación calo en todos nosotros.

―Pues andando― dijo Diaxe moviendo su brazo, indicando que lo siguiéramos.

―Chicos dejen los botiquines ahí, yo me encargo. Salgan de aquí lo más pronto posible. ― dijo Sora al ver que los pequeños héroes estaban preparando los botiquines antes de evacuar.

―Deja que yo me haga cargo― la interrumpió Trozard.

―Nuk, botiquines! ― grito Trozard con una gran sonrisa en su rostro.

Su enorme Rekan, un oso tortuga se acercó a los botiquines y se tragó uno.

―No! Así no. Nuk malo ― lo reprimió Trozar. Enseguida le ayudo a cargar todos los botiquines sobre su caparazón.

―Apenas lleguemos me tienes que contar quien te corto el brazo, como lo hizo y que tan doloroso fue― me sonrió Yaboth.

―Sí, de seguro te facina― le respondí.

Casi me caigo. La adrenalina que había inundado mi cuerpo estaba cediendo, el cansancio era mucho más fuerte, podría llegar a quedarme dormido donde me encontraba debido a que el poder dentro de mi empezaba a menguar en el flujo de energía que me proveía. De todas maneras, Yaboth se encontraba ayudándome a caminar, parecía él el que se encontraba apoyado sobre mi pero era todo lo contrario. Por alguna razón pensé que hacía eso para hacer enojar a alguno de nuestros compañeros.

Caminando en medio de las tenues luces de las antorchas que aún quedaban, cuya luz volvió a la normalidad apenas Bimalen se retiró, noté que el cielo volvía a iluminarse. Me asuste al pensar que se trataba de los Ulmay, la alarma de evacuación me tenía con los nervios de punta. Sin embargo, se trataba del fenómeno natural por el que habíamos venido. En el cielo empezaban dibujarse pequeñas lenguas de fuego, variaban su intensidad de naranja, y a su vez copos de ceniza también se estaban formando en el firmamento. La vista resultante fue hermosa.

Dejamos de caminar involuntariamente para contemplar el magnífico fenómeno de fuego y ceniza. Por un momento me olvide de la alarma, del peligro y de mis preocupaciones. Pude sentir calma en medio de todo lo que estaba sucediendo. Por desgracia, el conmovedor momento no duro mucho.

Una fuerte explosión hizo retumbar el lugar, para el momento en el que me percaté de donde provenía el sonido pude ver como uno de los portales de madera empezaba a desplomarse. Enseguida una nueva batalla inicio.

Leyendas de héroesWhere stories live. Discover now