El elixir de Shaddia Cornett.

No te vayas.

En la mañana siguiente despierto y no encuentro a Felipe, me dejó una nota que decía
"Ayer me tomaste por sorpresa totalmente, no solo por lo del arequipe, pensé que estarías sin ganas de nada por el malestar, eres increíble. Debí irme más temprano a comprar unas cosas, llámame apenas puedas."

Yo tampoco pensé tener fuerza para tal faena pero mi deseo es tan intenso por Felipe que no hay justificación de peso para no aprovechar estos pocos días que me quedan con él.
Hoy decido ir a comprarle un detalle que lleve consigo y le haga acordarse de mi, será muy difícil volver a mi monótona vida cuando se vaya para la capital ¿todo volverá a ser igual?
Los medicamentos me han sentado muy bien, no siento molestia alguna y me siento recargada, le doy crédito también a Felipe, me siento magnífica.

Al llegar a la oficina lo llamo y me recuerda con picardía lo que hicimos, me repite lo sorprendido que lo dejé, que lo voy a hacer quedar, reímos hasta que me dijo que me tenía una invitación, que me programara para cenar con él , el me confirmaría hora y lugar más tarde.

Es un lindo detalle, no todo puede ser sexo, oh bueno no solo sexo, una buena cena complementa esta locura que vivimos. Durante mi jornada me es inevitable sonreír sola mientras recuerdo estos últimos días con él y eso hace que mis días pasen volando.

Ya es casi mi hora de salida y Felipe no me ha confirmado, le escribo pero no le llegan los mensajes así que lo llamo y tiene el celular apagado. De camino al apartamento intento varias veces y sigue apagado, es muy extraño, me empiezo a preocupar, no se si irme alistando mientras contesta o si asumir que se cancela el plan. ¿le habrá pasado algo? Antes de llegar a mi apartamento tocó al suyo y me abre un señor algo mayor, vestido de traje formal color negro y me pregunta si soy Shaddia Cornett, mi corazón sintió lo peor, le dije titubeando que si, así que muy cortésmente me pide que siga. Al ingresar a su apartamento, no puedo evitar asombrarme, lo que estoy viendo no lo esperaba, era realmente hermoso, estaba todo perfectamente decorado, una mesa con velas y pétalos en el suelo; era la cena que me había prometido, en su apartamento con mesero incluido. Mientras observo la mesa, me abraza fuertemente por detrás Felipe y mientras me da besos por el cuello me pregunta si me gustó, yo le reprocho el haberme asustado, de verdad llegué a pensar que algo malo le había pasado y el solo dice malévolamente "era parte del plan", no me parece justo pero es tan bello todo esto, que solo le reclamo por no haberme dado chance de vestirme para la ocasión y el me dice en voz baja, que lo que menos importa es la ropa pues al fin al cabo la iba a quitar.

Esta dosis de romanticismo no la esperaba sinceramente. Me dice que ha notado mi esfuerzo en sorprenderlo, en complacerlo todos estos días, que yo también merecía sentir que le importo y que me extrañará. Es mucho el cariño de por medio, lástima tener que distanciarnos.

Durante la cena hablamos de todo, reímos como los buenos amigos que éramos hasta que después de varias copas me empezó la melancolía y le pedí que no se fuera, que no lo quería lejos de mi.

Él me habla sobre la gran oportunidad que este viaje representa, pero también dice estar convencido de que Bruno aún estaba entre los dos. Yo trato de convencerlo que no es así, que prácticamente no lo veo desde que pedí cambio de sección, que no lo busco, que no interesa saber de él, pero él afirma que mi cara era de felicidad, no de sorpresa aquel día que llegue contándole de Anabell. Ya un poco tomada y desesperada al no poder convencerlo empiezo a llorar y él me dice que son pocos los días que nos quedan juntos para desperdiciarlos llorando. Fue cruel, pero real, así que sin intermediar palabra alguna, me empieza a besar y allí, sobre el piso en el que estábamos fui suya una vez más.