Sin cordura.

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De vuelta a mi oficina trato de aterrizar a mi realidad, intento sujetarme a la rabia que sentía antes que llegara Bruno a la oficina y organizo todo lo que debo entregar antes de finalizar el día. Le pido a mi asistente Estefan que venga a mi oficina y me siento con él a organizar los pendientes y toda mi agenda.

Estefan es un jovencito frente a mí, con una personalidad bastante extrovertida, no pierde oportunidad de coquetearme e insinuarme cosas usando el doble sentido. Yo siempre tomo todo a broma y me divierte en medio del estrés del trabajo.

Después de varias horas reunidos organizando todo, me toco el cuello y hago una exposición de cansancio. Estefan observa y sin decir nada se levanta y se coloca detrás de mi silla y comienza a masajear mis hombros. En otro momento evitaría este tipo de contacto, pero me causa risa y dejo por un par de minutos que haga lo suyo. La verdad no lo hace nada mal, pero en mí no despierta ni un mal pensamiento.

Sin darme cuenta ya es tarde. Se terminó el día de trabajo, le digo a Estefan que se puede ir y que mañana continuaremos trabajando en los pendientes. Tras recoger mis cosas procedo a salir de mi oficina cuando me topo con mi jefe, quien me entrega un paquete de carpetas y me dice que necesita una consolidación para mañana a las 8:30 am. Solo lo miro agradeciendo lo puntual de su solicitud y le respondo algo sarcástica "claro jefe, cuente con eso", recibo las carpetas y vuelvo a mi escritorio.

Por suerte soy buena en lo que hago y logro terminar en un par de horas. Ya no queda nadie en la empresa o al menos eso pensaba yo.

De camino al estacionamiento veo algo que mis ojos no pueden creer. Era Bruno y para mi sorpresa no era Emily quien estaba con él, se encontraba hablando con Anabell, una pasante muy joven que acaba de llegar a la empresa.

Rápidamente me escondo para que no se percaten que estoy allí. La escena era muy comprometedora, Bruno estaba hablándole muy cerca. El solo verlos así me hace hervir la sangre pero me controlo y sigo observando la situación. No alcanzo a escuchar lo que le dice pero ella se ríe y le corresponde a cada palabra y a cada caricia que él le hace a su rostro.

 No alcanzo a escuchar lo que le dice pero ella se ríe y le corresponde a cada palabra y a cada caricia que él le hace a su rostro

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De repente Anabell suelta su bolso y pone su mano en la entrepierna de Bruno. No lo puedo creer, le está tocando su miembro. Ahora es Bruno quien le mete la mano por debajo de su falda y la toca a ella. Se está poniendo muy caliente la escena entre esos dos. Bruno le sube la falda, la empuja contra una de las columnas del estacionamiento y sin perder la concentración en ningún momento se abre su pantalón y saca su miembro preparado para dárselo a ella. Solo alcanzo a escuchar el gemido de placer de Anabell al sentirlo dentro de ella.

Quiero marcharme, no quiero ver lo que hacen pero no puedo salir de allí, así que guardo silencio y cierro mis ojos, pero no puedo evitar escucharla gemir. Vuelvo a mirar y veo como Bruno con su boca abre los botones de la camisa de Anabell y empieza a besar sus grandes senos mientras sigue moviendo sus caderas.

Comienzo a respirar con dificultad, me estoy poniendo frenética de ver todo lo que hace Bruno. Mis pezones se ponen duros y de pronto me doy cuenta que me los estoy tocando. ¿Pero cuando he metido mi mano debajo de mi blusa? ¿Qué enfermedad es ésta?

Me recompongo tratando de no ver ni escuchar más hasta que unos minutos después, se suben al auto y se marchan. Por fin me siento aliviada, me tomo unos minutos para tranquilizar mis deseos y volver a mi cordura, entro a mi auto y me voy a mi apartamento.

El elixir de Shaddia Cornett.Kde žijí příběhy. Začni objevovat