El elixir de Shaddia Cornett.

Catarsis

Llegamos al apartamento, y aunque no se si sea un muy buena idea, le ofrezco pasar y sentarnos en el balcón a tomar té. Con mucha decencia me responde:

- Nunca había estado en el apartamento de una nueva amiga a esta hora.

- Que pena. Quien sabe que estarás pensando de mi.

- ¡No! no quise decir eso. No me malinterpretes.

- No tranquilo, es que tienes razón, solo que pues ha sido interesante conversar contigo, me he sentido cómoda 

- Le prometí a Ligia que te traería a tu apartamento, y eso hice. Para mi también ha sido agradable compartir contigo y ver como un mareo se convierte en hambre, es algo que no había visto en mis años de experiencia

Suelto una carcajada llena de pena, y le insisto tímidamente:

- Gracias por compartir tu historia conmigo, supongo que ahora me toca a mi. ¿Pasas?

Con su cabeza asiente y le indico para que se dirija al balcón mientras voy por nos tasas de té. Ya muy cómodos y después de respirar profundamente comienzo a contarle mi historia:

- Veras Jerónimo, mi historia parte de lo mala que soy en asuntos del amor. Nunca se me dio esto de ser correspondida, era muy tímida, pero a mi vida llegó un hombre que se supo escabullir entre mi timidez hasta conquistarme. Arthur era su nombre, mi primer amor. A él le di mi primer beso y todo lo mejor de mi. Fuimos felices el tiempo que duramos juntos, alcancé a proyectar mi vida junto a él y creo que él también, pero después de un poco más de 6 años juntos, la relación empezó a cambiar un poco, de su parte ya no notaba el mismo interés pero si mucho misterio, así que mis celos comenzaron a ser intensos, le hacía reclamos sin sentido, me molestaba verlo con sus compañeras de trabajo y eso nos trajo muchos problemas. Mis sospechas se incrementaron hacia una nueva compañera, hasta un día que decidí confrontarlo sin imaginar lo que él tenía para decirme. Arthur ya no era tan cariñoso como antes, así que su frialdad no me sorprendió tanto. Llegué a pensar que ya no me amaba así que le facilite el momento preguntándoselo directamente, pero él aseguraba amarme aún, solo que de una manera distinta. Me confesó sentirse confundido hace ya un tiempo y no haber querido prestar atención a ello por lo bien que se sentía conmigo. Cada palabra suya era como un paso hacia un abismo, recuerdo querer que me dijera ya toda la verdad y al mismo tiempo tanto miedo a lo que fuese a decirme.

Tomo aire por un momento y continúo:

- Al ver que daba muchos rodeos, le pregunté si me había sido infiel con aquella muchacha. Estaba segura que era ella quien lo había logrado confundir. Pero la realidad era totalmente diferente. Arthur me confiesa que hace un tiempo se empezó a sentir confundido sobre sus gustos, pues se había empezado a sentir atraído por un hombre.

De solo recordarlo siento una presión en mi pecho y Jerónimo no puede evitar abrir su boca ante la sorpresa. Debo parar, algo en mi garganta no me permite seguir hablando, ha pasado tiempo pero aún así sigue siendo doloroso...