Madrugón.

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Son las dos de la mañana, duermo tranquila cuando de repente siento un apretón en la nalga. Esta es la forma más extraña en que me han despertado, Felipe me ha mordido una nalga y aunque en el primer momento me aturde despertar así, cuando lo veo riendo no puedo evitar reír también. 

 

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Me dispongo a voltearme pero el me detiene y me dice que me quede así, boca abajo, que quiere guardar en su memoria esa imagen que tanto le gusta, es una forma sutil y sexual de decirme que le haré falta, creo. Sin duda el también me hará falta, así que después de unos minutos en que él me besaba la espalda, la nalgas, las piernas, yo le digo que me haga suya de una manera que me haga recordarlo también y para colaborarle me pongo en cuatro, el me da una palmada duro y no es masoquismo pero vaya que me ha excitado, él acomoda su miembro y me penetra mientras me tiene fuertemente agarrada, se siente muy rico.

Me toca hacer bastante esfuerzo para mantener la posición, Felipe se tomó muy en serio lo de recordarme lo que es tener sexo con él, está trabajando fuertemente en ello, me deja sin aliento, tengo mi boca abierta tratando de respirar, los labios resecos, solo escucho como choca contra mis nalgas y sus manos en mi pelvis sujetándome cada vez más duro. Me da una palmada una vez más y logra salir de mi un gemido con el poco aire que tengo, es indescriptible esta sensación, no quiero que pare, pero después de varios minutos el momento llega y quedamos fundidos después de ese ejercicio tan delicioso.

Con una pierna encima mío y totalmente desnudos nos quedamos dormidos para luego volver a la rutina.

La alarma suena y ninguno tiene fuerzas para levantarse de la cama, es bello verlo acabando de despertar, supongo que no pensará lo mismo de mi toda despeinada y con los ojos hinchados pero no me importa, solo quiero que tenga claro que me encanta devorármelo.

"Quiero que me complazcas en algo", me dice.

"Buenos días"  le respondo, él sonríe y me responde igual. Me dice que una de las cosas que más le gusta de mi al momento de tener sexo es mi flexibilidad, yo me sonrojo, supongo que eso es muy bueno y que tiene que ver con lo que me va a pedir, así que lo escucho atentamente hablarme de una posición. El arco del triunfo. Yo no tengo ni idea de que habla, así que toma su celular y busca una imagen para ilustrarme sobre lo que desea, definitivamente requiero de buena flexibilidad pero no me parece muy diferente a cuando me retuerzo de placer mientras él me penetra, así que no dudo en decirle que si. No se de donde saca tanta energía este hombre.

Él se sienta con sus piernas extendidas y yo adopto una posición bastante incómoda a decir verdad, pero la incomodidad después se olvida. Sentirlo dentro de mi al tiempo que aprieta mis senos es sensacional y sus movimientos por la posición tocan partes sensibles que me generan mucho placer, aprieto sus tobillos y me llego, antes de lo esperado, creo que debí controlarlo mejor. 

El elixir de Shaddia Cornett.Where stories live. Discover now