Desconcertada

77 1 0
                                    

¡Por fin es hora de almorzar! nunca salgo tan puntual, pero hoy necesito hacerlo, no puedo perder de vista a Bruno, así que salgo directo a su oficina, pero de repente a medio andar mis piernas se entumecen, y comienzo a cuestionarme lo que voy a decir, lo que le voy a preguntar, sus posibles respuestas, y ¿si solo fue parte de su juego? ¿le reclamo? él no me obligó, yo no me negué... En tanto me debato entre mil preguntas se abre la puerta de su oficina y corro para esconderme detrás de una columna evitando un encuentro que he ansiado toda la mañana.

Para mi sorpresa lo veo irse con su compañera de trabajo, Emily, muy sonriente, ella se ve muy interesada en él, lo cual no es novedad para mi. Esta vez no puedo evitar sentir un poco de celos, pero ni siquiera es eso lo que me molesta, ¡me molesta él! ¿acaso no pensaba ir a buscarme para hablar de lo que acaba de pasar entre nosotros? o peor aun ¿será que para él no ha pasado nada?

Espero que siga su camino junto a Emily quien lo lleva del brazo y empiezo a cuestionarme con más tesón ¿Cómo ha sido posible que le haya permitido a un don Juan que entrara a mi espacio seguro, hiciera lo que quisiese conmigo, y al mismo tiempo me expusiera a perder mi empleo, mi reputación, mi paz?

Soy una estúpida, no hay otra conclusión. Ya no tengo ganas de nada, creo que mi mejor opción es devolverme a la oficina e intentar terminar ese estúpido informe de una vez por todas. Pero justo aparece Pedro, mi incondicional y leal amigo Pedro, casualmente con la idea de ir a almorzar a mi restaurante favorito, lo cual me suena muy bien, así que accedo y voy con él. Mientras caminábamos a este lugar cercano a la empresa, amarraba mi lengua para no contarle lo que había pasado, realmente confío mucho en él, pero me sentía muy avergonzada, además de estar segura que no iba a tener respuestas a sus preguntas. Aún así, logré tener una larga y agradable charla con él, aunque sinceramente mi mente seguía en los brazos de Bruno. 

Regreso a la oficina y tanta pensadera me tiene con dolor de cabeza. Necesito terminar ese informe ya y marcharme a casa, tomar una ducha caliente y beber mucho vino para disipar tantos pensamientos. 

En medio de esta marea, logro por fin terminar a tiempo con el informe, ¿Qué puedo decir? soy muy profesional. Aprovecho haber terminado un poco antes y decido escaparme a casa, ya no quiero confrontarlo, ahora siento la extrema necesidad de entenderme a mi misma para luego poder entenderlo a él. Pero el universo nuevamente, dándome doble taza del caldo que no quiero: Bruno toca a mi puerta. Yo congelada, enmudecida, solo lo miré y él sin esperar que le diera admisión, entra como si nada a mi oficina y me deja un par de carpetas en el escritorio y dice tímidamente 

 "Emily te ha enviado estas carpetas. ¿ya te vas a casa?, espero puedas descansar, feliz tarde"

Estoy en shock. Ahora soy yo la que no fui capaz de mencionar palabra. No puedo creer esto. ¿Será que imaginé que pasó lo que pasó en la mañana? ¿me estaré volviendo loca? o ¿el loco es él que actúa así? 

Estoy desconcertada. 

El elixir de Shaddia Cornett.Where stories live. Discover now