Calor bajo la cobija

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Por fin de vuelta a casa. Quiero pensar con claridad en todo lo que pasó, pero no logro dejar de sentir un corrientazo por todo mi cuerpo, mientras tomo una ducha caliente por más minutos de lo usual. Me tiro en mi cama y me arropo de todos los pensamientos posibles. Comienzo a llenarme de rabia, me cuestiono como dejé que todo esto pasara y que terminara el día sin mediar palabra al respecto. Solo apenas esta mañana salí de mi casa con preocupaciones laborales, sin la menor idea de que Bruno, mi gran amigo de muchos años me desequilibraría la existencia con su impulso.

De pronto suena mi celular, es un mensaje de Stev. Se trata de un chico lindo que conozco hace un par de meses, no lo niego, me agrada mucho hablar con él, siempre está pendiente de mí, pero vive en otro país y solo podemos hablar por llamada. De hecho me escribía preguntando si podía llamarme, le digo que si y de inmediato entra una vídeo llamada, ¡ups! yo estoy semidesnuda en mi cama, a decir verdad esperaba una llamada común, así que salto y tomo una cobija para cubrirme y le contesto. Lo veo por la cámara de mi celular y reconfirmo lo lindo que es, no puedo evitar embobarme con sus ojos azules. Después de un rato y un tanto de coqueteo, Stev me propone un juego para conocernos mejor, le pido que me explique y él me detalla con picardía que el juego consiste en hacer preguntas atrevidas y quien no las conteste se quita una prenda. Le digo que no puedo hacer eso, pues me encuentro en desventaja ya que solo tengo mi ropa interior bajo la cobija, ante lo cual muy sagazmente se coloca a mi mismo nivel y en definitiva lo que veo logra convencerme.

Él inicia el juego preguntándome si me gusta que me practiquen sexo oral; yo de entrada no esperaba una pregunta tan directa, así que me sonrojé completamente, debía responder o deshacerme de la cobija. Debo admitir que su atrevimiento me dio mucho calor, así que la cobija ya molestaba. Quedé expuesta en ropa interior ante él; no duda un segundo en mostrar agrado y me dice en medio de un ¡Wow! lo hermosa que le parezco. Siento sonrojarme más como si fuese eso posible.

Es mi turno para hacerle una pregunta a Stev y no sé qué preguntar, así que le pregunto que si a él le gusta practicar sexo oral, ante lo cual él se ríe y con una voz muy sexy me dice que no contestará mi pregunta y comienza a desnudarse, es inevitable verlo, tiene muy buen cuerpo. Al parecer quiere perder este juego a propósito, así que solo se queda con su bóxer.

Es de nuevo su turno y me pregunta que ha sido lo más loco que me han hecho. Por un instante casi me desconecto del juego, la respuesta indudablemente era lo que acababa de pasar con Bruno, pero no podía decírselo tal cual, así que le mentí como si se tratase de un pasado muy lejano, en otro sitio de trabajo y sin tanto detalle. No podía quedar desnuda.

De nuevo es mi turno y yo le devuelvo la pregunta ante la cual me contesta con tal picardía, que no dirá nada y se quita la única prenda que lo cubría. Ahora soy yo la que exalta lo que ve con un ¡Wow! que sale impulsivamente. No puedo creer que este jugando esto con él, tampoco había hecho esto nunca, pero no puedo hablar, solo observo como comienza a tocarse frente a mí. ¡Que locura esta pasando? Stev se está masturbando y dice que es por mí, que lo excita mi cuerpo. En otro momento esto me molestaría mucho, me incomodaría y no dudaría en frenarlo, pero contrario a eso yo también estoy muy excitada viendo su espectáculo. Sin darme cuenta, tengo mis manos paseándose sobre mí, tocándome al ritmo que él se toca. Literalmente, esto se salió de mis manos. 

Después de varios minutos yo vuelvo en sí, no puedo evitar sentirme apenada y corto la llamada. Me quedo dormida pensando en este día tan loco y me preparo para un nuevo día, que espero sea normal.

El elixir de Shaddia Cornett.Where stories live. Discover now