Capitulo #59| Una zorra...otra zorra

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Nosotros habiamos propuesto viajar por separado. Lo que fue, por poco, casi imposible...y eso es porque he decidido irme en taxi y no con Jason y él se marchado malhumorado con Gideon.

Se por experiencia que recibiré un fuerte trato de mi jefe el dia de hoy, por supuesto, ha de ser profesional y no creo que me obligue a cojer las hojas del suelo con la boca nuevamente. Si lo hace, estaría infringiendo la regla entre jefe y secretaria. Sin embargo, por dentro estoy brincando del cabreo por darle una buena paliza a Olivia. O darle del coñazo...

-hemos llegado señorita- alzo la cabeza y saco de mi bolso unos dolares para pagarle al taxista.

-gracias- salgo del coche a paso apresurado, subo primero al piso 18 y saludo a Fiona, seguidamente, con dos cafes en mano, voy hacia el elevado y cuando las puertas se abren el piso 16 me encuentro con la diabla que se viste a la moda. Se queda perpleja al verme y sonrio gustosa de su reacción.

-hola Anastasia, ¿de que hoyo has salido?- señala mi conjunto y reprimo una palabrota. Tengo puesto un top blanco y una falta tubo negro. Christian me lo obsequio hace unos dias atrás, cuando considero desalojar una parte de su enorme armario y llenarla con ropa nueva; todo de mi talla. Lo que lo hace un poco extraño, sepa Dios, como es que sabe la medida de mis bragas-en su mayoria tangas- y la copa de mis sostenes.

No contesto y me amerito ha oprimir varias veces el botón que marca el piso veinte.

-escuche que estabas en el hospital.

-si, un accidente.- estudio sus gestos.

Las puertas del ascensor se vuelven abrir y como si el destino nos quisiera poner a prueba, Christian nos mira detenidamente por unos segundos. Nos regala un asentamienta y entra.

-buenos dias Señor Grey- Olivia contornea las caderas, pero no es suficiente para que le presta la atención que ella fanfarronea merecer.

-buenos dias- ladea la cabeza en mi dirección y por un momento logro avistar una sonrisa. Hijo de puta...

Quiero reir, pero respiro hondo tratando de calmar las ansias de sexo que de repente me han embargado. No es justo...

-oh, Señor Grey. Su cafe- se lo entrego y al tomarlo roza mis nudillos con las yemas de sus dedos y creo estremecer.

-gracias señorita Steele- y volvió todo el rollo de la primera semana. El tio frio y maganate de los negocios que secretamente tiene una fascinación por las tiritas de cuero.

-¡capullo!- susurro para que la arpia no nos oiga.

Una eternidad mas tarde llegamos a nuestro piso y los tres echamos a andar hacia mi escritorio. Cuando Christian ve que Olivia nos sigue se da la vuelta y la chica sonrie otra vez.

¿No le dolerá la cara? Mueve sus largas pestañas postizas y pone sus uñas en el brazo de mi hombre.

Voy a mi lugar mientras apreto la mandíbula y sin que nadie me observe hago bolitas un post-it con la mano para aminorar el cabreo.

-¿Necesita algo señorita Tyler?-pregunta con esa seriedad que lo caracteriza. Es imposible ver que el hombre bajo ese traje es majo, adorable y romantico en ocasiones.

-la vicepresidenta quiere verlo en su oficina.-su voz es tan chillona y molesta.

-esta bien. An...- traga saliva y carraspea corrigiendose asi mismo- señorita Steele, reacomode todas mis citas de hoy y...- me lanza un pico a escondidas. Eso cuenta como no profecional- me alegra que este de vuelta.

Tras su comentario y orden desaparece por el pasillo. Con descaro, Olivia se inclina para verle el culo hasta que entra al despacho de Ross.

-estas como una cabra por él- comente.

-¿a ti no te molesta? Digo, sois grandes amigos.- enarco una ceja- bueno, él se considera tu guardian.

Asi que eso era. El dia en el que me desmaye en su oficina. Allí empezó todo esto.

-tú imaginación es interesante.

-no te hagas la desentendida- coloca los brazos sobre mi escritorio intentando ser intimidante. Si supiera que he tratado con todo tipo de gente, incluso a mi misma y no suelo ser tan chalada como mi compañera de trabalo que a lo mejor es presidenta de una pagina web que alaba a Christian Grey de todas las formas posibles. Debo anotar eso en mi diario. Un manual de como apartar a las locas plasticas como Simone y Olivia.

-no lo hago y no creo que sea sano usar botox- abre la boca y murmura una maldición.

-una mujer tiene derecho a estar guapa, perfecta y deseable. No como otras

¿Porqué estas tias suelen atacarte con lo que llevas puesto? Claro, lo que tienen de inteligente, lo tienen desbordando con ideas de como mantener el cutis perfecto con orina de algún animal y pepinos en los ojos.

-¿eres asi de estupida las 24 horas del dia?- no dice nada y se que la tengo justo donde la quiero. Agarro un papel en mis manos.

-¿qué es eso?

Algo que tengo preparado para ti...

-es una carta del Señor Grey.- le hago saber y prosigo- Querida...zorra. Yo ya tengo el cariño de una mujer a la cual adoro, se agradece tu trabajo y tu prostituismo caritativo que jamás llego a interesarme. Ya no necesito de tus servios. Gracias.

Me arrebata el papel vacio de las manos y al darse cuenta de mi broma la rompe como si estuviera desquiciada y al cabo de unos segundos, cuando su show se acaba, me señala con el dedo.

-me las pagarás.

-te e hecho un favor Olivia. Recuerda, no seas apta para todo público y no importa cuanto perfumes te eches o cuanto tardas en ponerte bonita, eso no va a quitar el hecho de que eres una perra envidiosa.

Aquello termina por hacerla llorar y corre para ocultarse en los sanitarios. Por un lado quiero disculparme por lo dura que fui, pero la otra mitad se la esta pasando de maravillas con esto. Debi haberlo hecho hace tiempo, espero así que logre tomar una buena decisión y cambiar su estilo de vida.

Me sente en mi puesto más tranquila, pero a mi, la paz no suele darme tregua. No cuando tengo a la rubia madurita y ex de Christian caminando en dirección.

¿Podria alguien darme un respiro?

Mr. Grey (CEO #1) ©Where stories live. Discover now