🌠advertencia: contiene lemon no tan metafórico.
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Un pequeño pastel en las manos es lo que KyungSoo llevaba mientras caminaba contoneando las caderas en ese frío día de invierno.
Las fiestas navideñas habían pasado y también su cumpleaños, sin poder evitar que hubiese sido un poco diferente que los anteriores, porque JiSoo se había marchado ese día a una excursión que venían planeando en su escuela desde hacía meses.
Fue realmente difícil hacer que JongIn se hiciera a la idea de que su hija iba a dormir fuera de casa, que iban a ir a otra ciudad por motivos escolares y que regresaría después de su cumpleaños. Sin embargo los tres se habían reunido con los otros Kim para hacerle una pequeña comida a la pequeña, para festejar su cumpleaños unos días antes por motivo de su salida.
JongIn había lamentado muchísimo tener que dejarla marchar y le había dado muchísimos besos antes de despedirse en la puerta de la escuela, reiterándole que debía hablarles en cuanto antes si necesitaba algo o si quería regresar a casa por alguna razón.
Él mismo conduciría a donde ella estuviera y la traería de regreso, de ser necesario. También le encargó mucho a la profesora SeoHyun que cuidara de ella y que le diera un trato especial, aunque KyungSoo sabía que no había tratos especiales para los niños y apenado tuvo casi que arrastrar a JongIn fuera del aula después de haberse despedido con pena de la profesora.
Su cumpleaños lo habían pasado en un centro comercial, JongDae y MinSeok los acompañaron y estuvieron platicando muchísimas cosas sobre los planes que tenían en el trabajo y también sobre el matrimonio de los cuatro.
KyungSoo se sintió muy relajado porque tenía unos buenos amigos y pasar un rato ameno lo ponía bastante contento, fueron al cine y después JongIn lo invitó a cenar, manteniéndose ambos completamente ocupados para dejar pasar la idea en su cabeza de que su hija no estaba ese año celebrando con ellos. Porque se sentía tan extraño.
Sin embargo, ese día era cumpleaños de JongIn y había tenido que salir a trabajar porque tenía agendadas dos limpiezas y también una extracción desde hacía un par de semanas. Por lo que él se había despedido de él en la mañana con un beso en la boca y la promesa de que irían a cenar en la noche.
Y aunque todavía no era de noche, eran las siete y treinta según su reloj de mano y él llegó al consultorio con el pequeño pastel, sonriéndole a Irene, una chica que estaba sustituyendo a Yeri desde que la muchacha se había graduado y había conseguido trabajo acorde a su carrera. KyungSoo la extrañaba, no podía negarlo, pero lo cierto es que la vida seguía corriendo para todos y no podía Yeri ser siempre la secretaria de su marido.
Irene era una buena chica, sin embargo, le recibió amablemente y en silencio en cuanto le hizo una seña para que JongIn no fuese a escuchar que había llegado, después de todo era una sorpresa.
ㅡ Ya estaba por cerrar, Señor Kim. ㅡ susurró Irene mientras se acercaba un poco a KyungSoo.
ㅡ Está bien, puedes irte a casa, JongIn y yo nos encargaremos de cerrar ㅡ KyungSoo le dedicó una bonita sonrisa mientras murmuraba y a la chica le brillaron los ojos.
Irene se mordió el labio inferior y con cierta emoción recogió sus cosas para poder salir unos minutos antes de lo que le correspondía; le habían dicho que los dueños del consultorio eran un amor y al parecer así era.
ㅡ Disfruten su velada ㅡ Irene le guiñó un ojo y después salió por la puerta principal, cerrándola tras de sí.
KyungSoo le dio un último vistazo y se observó después en el espejo, se había arreglado para su marido con un poquito de empeño, se metió en uno de sus pantalones de vestir que ya no necesitaba usar pero que le encantaba, en conjunto con una camisa de manga larga abotonada hasta el cuello, porque no podía ser diferente.
Sonrió frente al espejo y observó el pequeño pastel adornado con dos velas que indicaban el número de años que JongIn estaba cumpliendo oficialmente. Entonces se encaminó a ponerle seguro a la puerta y a bajar las persianas de los vidrios para que la gente terminara de darse cuenta de que el consultorio estaba cerrado.
Suspiró y entonces se encaminó hacia la puerta de la habitación donde JongIn estaba terminando unos papeleos, no sin antes sacar de su bolsillo trasero un encendedor y prender las dos velitas, poniéndose a andar inmediatamente mientras que con su voz entonaba la bonita canción de Feliz Cumpleaños.
ㅡ Feliz Cumpleaños a ti...
La voz de KyungSoo hizo que JongIn levantara la vista de los papeles en los que se había estado concentrando, sonriendo inmediatamente y negando en silencio mientras su marido avanzaba después de cerrar la puerta tras de sí.
Se veía tan guapo. Dios, KyungSoo con el paso del tiempo se veía más y más sexy para él, y a él no le era posible contenerse las ganas de morderse el labio inferior, sobre todo cuando estaba usando esos pantalones tan bonitamente ajustados a sus caderas.
ㅡ Feliz cumpleaños, Jagi-yah... ㅡ enunció KyungSoo cuando finalmente se detuvo y dejó el pequeño pastel sobre el escritorio.
JongIn suspiró y sopló finalmente sobre el número treinta y dos, que brillaba con la intensidad de la llama que se extinguía por su aliento. KyungSoo aplaudió cuando JongIn cerró los ojos y después le dio una mordida al pastel, embarrándose él mismo los labios y sus al rededores de betún de colores pasteles.
KyungSoo se inclinó hacia él para limpiarle con un dedo, sin embargo JongIn retuvo su mano y lo jaló hacia él un poco apresurado para besarlo en los labios, embarrándolo con el betún a su vez. KyungSoo lo besó de regreso, casi con necesidad pero se detuvo de un segundo a otro y se retiró lentamente, colocando las manos entre ambos para detener a su marido.
ㅡ Espera... tengo otro regalo para ti.
ㅡ ¿Quieres saber mi deseo? ㅡ murmuró JongIn con los ojos brillantes y seductores. KyungSoo sonrió con coquetería y negó en silencio.
ㅡ Primero mi regalo...
JongIn asintió y esperó, observando cómo KyungSoo sacaba de la bolsa de su pantalón un listón con un moño color rojo y con delicadeza se lo ataba al cuello con una tranquilidad que hizo que el trocito de cielo de JongIn terminara de despertar.
KyungSoo se relamió los labios de corazón y JongIn respiró profundamente, echándose hacia atrás en la silla para ponerse de pie y lanzarse a sus brazos, abrazándolo con gentileza y un poco de necesidad, besándolo nuevamente en los labios para acallar sus aclamos internos de poseerlo.
Su marido era como el vino, más pasaban los años y más deleitaba con cada poro de su piel; JongIn lo movió de tal manera que KyungSoo se sentara en el borde de su escritorio, dejando que sus piernas lo abrazaran y que se fuera hacia atrás, importándole poco el papeleo y las cosas que tirara en ese momento.
Se cernió sobre él y dejó que sus manos lo condujeran al camino de la locura, allá en los terrenos del cuerpo de KyungSoo, donde no había punto de retorno cuando comenzaba a desnudarlo. Removió sus prendas pausadamente, dejando pequeños caminillos de besitos por su cuello mientras sus habilidosas manos se estancaban en la parte baja de su cintura.
A JongIn le gustaba disfrutar de los gemidos queditos de KyungSoo, le gustaba observar la manera en que sus mejillas se arrebolaban y hacía hasta lo imposible por no subir el volumen, como si alguien fuese a aparecer repentinamente. No era la primera ni sería la última vez que hicieran el amor en el consultorio, lo que hacía las cosas un poco más ardientes para él.
Lo dejó ser cuando sus manos se posaron sobre su pecho para deshacerse de su ropa, se enfocó en besar sus bonitos labios para distraerse de la dureza entre sus piernas que aclamaba por atención, dedicándose al juego insaciable de caricias que KyungSoo le propinaba mientras que él lo llenaba de betún con el pequeño pastel al alcance de su mano y después se dedicaba a comerlo con lentitud.
JongIn experimentaba el mejor de los placeres cuando de KyungSoo se trataba, cuando el leve contoneo de caderas iniciaba y lo veía arquear la espalda, cerrando los ojos y entregándose a los movimientos suaves de caderas que le propinaba.
Besó la parte baja de su garganta y con la nariz acarició el pequeño lazo rojo atado a su cuello, le encantaba cuando KyungSoo era quien hacía esa clase de cosas, quien tomara la inciativa de alguna manera para estar juntos.
KyungSoo se quejó cuando finalmente estuvo desnudo sobre el escritorio y JongIn comenzó a a moverse, torturándolo con dulces besos que lo hacían estremecer. Acarició entonces sus pequeños pero bien formados abdominales.
De un tiempo para acá JongIn madrugaba al gimnasio y KyungSoo simplemente puchereaba al respecto, algunos días ganándole la batalla para que se quedara con él en casa y se acurrucara contra su cuerpo.
ㅡ ¿Te gustan mis cuadritos? ㅡ le susurró JongIn al oído con un esbozo de sonrisa.
KyungSoo hizo un puchero entre los jadeos y su corazón frenético, negando en silencio mientras sentía los labios de su marido sumergirlo en ese sopor que lo hacía perder el conocimiento de lo que estaba haciendo.
ㅡ No me gusta que nadie te vea como te ven, JongIn. ㅡ murmuró KyungSoo con un tono de voz posesivo y celoso. - Te ven como si te quisieran comer.
ㅡ Pero mi amor, el único que puede comerme eres tú... ㅡ JongIn sonrió victorioso cuando finalmente se decidió a dejar de jugar y se hundió en él, haciendo quejarse bajito a su esposo.
Palabras quedas, murmuros inentendibles y súplicas en la base de su cuello al ritmo de un contoneo de caderas que los impulsaba a sentirse el uno al otro por completo hizo que JongIn terminara de sentirse en las nubes.
Deleitándose de observar la piel blanca de su marido que él adoraba pincelar de otro color con cada estampida, con cada movimiento y con cada beso, con cada mordida sobre su cuerpo mientras se entregaban los dos al placer.
JongIn no podía contenerse cuando se trataba de KyungSoo, la suavidad se difuminaba con las palabras al oído y el movimiento rítmico de un mueble que está sintiendo la mayoría del peso de los dos.
KyungSoo lo besa, le besa el cuello y los hombros, le besa el mentón y también los labios, se encarga de transmitirle con cada beso todos los sentimientos acumulados que tiene en el interior y que solo JongIn puede provocar.
JongIn le reitera con palabras bonitas al oído lo que ya sabe, y le toma de las manos cuando sabe que están cerca de llegar a ese magnífico punto en el que pueden sentirse en la cima del cielo. JongIn se desparrama sobre su pecho y KyungSoo lo abraza, conteniendo los latidos frenéticos de su corazón mientras él lo besa una vez más y lo observa con atención; con los ojos brillando al compás de la luz de la habitación, con un montón de promesas mudas en la punta de la lengua.
Se abrazan con fuerza y se repiten de manera silenciosa que no importa nada porque están juntos y seguirán estándolo.
ㅡ Feliz cumpleaños, Yagi-yah... ㅡ KyungSoo murmura con las mejillas arreboladas y los cabellos húmedos pegados a la frente, mientras que JongIn le sonrié y le besa otra vez, porque nunca es suficiente de él.
ㅡ Felices treinta y tres, Kim KyungSoo.
Y bueno, después de sonreírse con otra sonrisa coqueta a sabiendas que probablemente tendrán otra ronda de mimos, KyungSoo y JongIn piensan que definitivamente ha valido la pena y que quizá la cena tendría que esperar, porque el escritorio era un completo desastre, igual que ellos dos.
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Notas:
Creo que esto me quedó raro y ya se salió de tono con el fluff, así que lo siento por eso ;___;Uu
Por cierto, no sé si lo han notado, al menos yo si he visto varios casos en los que algunos hombres después de los 30 comienzan a cuidar mucho su figura xD... JongIn comenzó a ir al gimnasio porque quiere seguir siendo sexy para KyungSoo.
Les traigo sorpresas en las próximas viñetas ♥
Gracias por el apoyo una vez mas ~
Besos posholatosos.
🌠Ary.