Estaba condenado al más espantoso sufrimiento. Podía oler como se calcinaba mi carne y escuchaba el sonido burbujeante que producía mi sangre al hervir. Pero no me desmayaba y no era casualidad: la intensión del hechizo era hacerme sufrir.
Todo sucedió en un instante. Jayce lanzo su arma contra Matilda, la cual desvió la trayectoria de la espada con la mirada. Si algo era consistente en los mitos populares, era el poder de las brujas. Que solo se distinguían las unas de las otras por su grado de control sobre las fuerzas arcanas: las Ubel, las menos habilidosas, requerían de libros mágicos, artilugios y diversos ingredientes; las Waru, solo necesitaban objetos condensadores de magia para realizar atrocidades; y por ultimo, las mas aterradoras, las Corpse que al pertenecer a los no-vivos adquirían control total de la magia.
El aura de Roxy al pasar a mi lado elimino el fuego que me cubría. Jayce materializo en sus manos unos guantes de escamas de dragón y arremetió contra la bruja. La batalla fue increíble, salían destellos en todas las direcciones, Roxy levitaba alrededor de su amo, buscando algún error de su enemigo mientras el héroe daba volteretas por todo el lugar, y atacaba con magia y fuerza bruta. Pero al contrario de Jayce, Matilda no se movía de su posición original, tenía un manto de energía que la protegía y de sus labios salían hechizos mortales.
Los arboles, gruesos y viejos empezaron a moverse. El bosque bailaba al unísono, esa noche moriría alguien.