Caí sobre unos matorrales frutales. No había tiempo que perder, tenia que adentrarme en el bosque antes de que llegaran los atacantes. Aura se encontraba impactada, miraba mi rostro, la choza de nuestra familia y el fuego que nos empezaba a rodear. Nunca supe porque no lloro y creo que jamás lo sabré.
Llegamos al bosque, mire hacia el pueblo que se encontraba colina abajo. Se encontraba en llamas, nuestra choza que siempre había estado ubicada en las afueras del pueblo cruzando el rio, ahora no era nada más que una pila de escombros.
Un dolor me desconcentro ¡mi pierna! pensé y un agudo dolor atravesó mi cuerpo. Deje escapar un grito de sufrimiento. Pero enseguida lo reprimí por Aura y por el peligro que esto podría acarrear. Mire el rostro de mi hermana, le sonreí, pase mi mano por su sedoso y dorado cabello, la bese en la mejilla y le susurre que todo estaría bien, me devolvió una sonrisa fingida y continuamos caminando.
El bosque tenia arboles antiquísimos, llenos de telarañas de diferentes formas y tamaños. Era un lugar frio y oscuro en cuyo aire se podía sentir el olor a polvo de todos los milenios que ese bosque había vivido. Empezamos a escuchar gritos, debía ser la gente del pueblo, pensé, ¿que les estarían haciendo? Pero me equivoque, no eran gritos de personas o mejor dicho de personas vivas.