79. ¿Quién es ese niño?

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Hoy, exactamente un día después de mi cumpleaños, debía cumplir con mis tareas del trabajo, así que tenía que irme por más que quisiera quedarme. Daniel había despertado poco después que yo, pero no se levantó porque era dueño de su propia academia de entrenamiento de artes marciales y la hora de apertura era a las nueve de la mañana. Yo, por otro lado, debía estar en la estación de policías a las ocho.

—¿Por qué no pediste el día libre? —preguntó.

—Porque soy parte del escuadrón policial que protege a esta ciudad, Daniel. Debo arrestar criminales.

—Sí, claro. Eres parte de la policía como asistente del sheriff.

—Asistente en terreno. No te burles. Además, de todas formas me dieron una placa y pronto un arma, cuando termine el curso de manejo de armas. Ahora, señor Daniel, ya deberías levantarte porque tus alumnos te odiaran si llegas tarde.

—Ni que lo digas. Esos niños pueden ser complicados a veces.

Me reí de él, mientras me colocaba la chaqueta y después me despedí. Me quedaba media hora aún y mi lugar de trabajo estaba a unos veinte minutos caminando, así que no ocupaba muy a menudo el auto.

Cuando entré a la estación, saludé a algunos colegas y me dirigí inmediatamente a la oficina del sheriff para saber si necesitaba algo, pero aún no llegaba. Me fui a mi oficina, que era en realidad una pequeña habitación amoblada con una mesa y una silla, y subí la persiana para que entrara un poco de luz en el lugar.

—James —dijo Nathán, entrando a la oficina—, no sabes lo que ocurrió ayer.

Nathán era policía, la mano derecha del sheriff, y también un muy buen amigo dentro de este lugar. Siempre guardaba mis secretos y me apoyaba con cada locura que se me ocurriera aquí.

—¿Por qué pasan cosas emocionantes cuando me voy temprano?

—Es tu maldición, lo sabes.

—¿Qué pasó, Nathan? —pregunté ansiosa—. No te quedes callado.

—Llegó un niño a la estación que se escapó de un orfanato de Atalana.

—¿Qué edad tenía? ¿Llegó bien? ¿Cómo es posible que se les escapara un niño?

—Te estaba buscando a ti.

Parpadeé varias veces y me golpeé la cara un poco para saber si estaba soñando, pero no. Estaba totalmente despierta.

—¿Por qué a mí? ¿De qué estás hablando?

—Resulta que la encargada del orfanato le dijo que posiblemente había alguien que pudiera adoptarlo, así que el niño, curioso por naturaleza, se robó los papeles de la oficina de la encargada y ahí vio tu nombre y el lugar donde trabajas.

—Pero yo no quiero adoptar. Ni siquiera quiero tener hijos. Soy huérfana y no tengo familia, Nathán. ¿Cómo podría conocer a ese niño?

—No sé, Camille, pero el sheriff dijo que te lo informarían hoy para que pudieras hablar con la encargada porque de seguro hubo un error. El niño y ella se quedaron en un hotel por aquí cerca, así que vendrán más tarde.

—Creo que necesito una dona ahora mismo. ¿Quieres una?

—De vainilla sin relleno, por favor.

—A sus ordenes —dije saliendo de la oficina.

Para mi sorpresa, el sheriff estaba afuera de su oficina y, cuando me vio, me hizo una seña para que fuera con él. No se veía nada feliz, pero no sé qué pude haber hecho mal porque había cumplido al pie de la letra con mi trabajo.

Los Caídos #4 - HechicerosWhere stories live. Discover now