22. Estar con él se sentía como estar en casa

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Cristal

—Vas a contarnos ahora —dijo Eric.

—Tranquilo —dijo Dan—. No seas tan dramático como nuestro hermano.

Kenneth, quien aún sostenía mi mano, la apretó un poco y su respiración comenzó a ser irregular.

—Te recuerdo perfectamente —dijo Will—. ¿Por qué le haces esto a tus amigos?

—Deja de decir tonterías Will —dijo Mia—. Jamás lo habíamos visto.

Dan comenzó a reír silenciosamente para luego pasar a una carcajada demasiado fingida para mi gusto. Caminó de un lado a otro, mientras nos miraba desafiante, pero con un toque de diversión en su mirada.

—Mis disculpas —dijo sonriendo—. Soy Dan Walker o debería decir Dan O'Donnell.

Todos fruncimos el ceño inmediatamente, especialmente Blas, ya que era el apellido de su familia.

—¿Qué quieres de nosotros? —pregunté.

—Siempre ha sido tan fácil manipular esas mentes pequeñas de ustedes —dijo Dan—. Les mostraré algo fantástico.

—Ni se te ocurra hacer algo estúpido —dijo Eric.

—Oh, no te preocupes. —Dan miró a Eric y luego a Kenneth—. Tú, hermanito, no te preocupes por Cristal porque me cae bien. Siempre la defendí a pesar de que el resto de sus amigos la odiaban.

Di un paso hacia delante involuntariamente porque quería golpearlo hasta sacarle toda la información, pero Kenneth me detuvo y recordé que debía hacer lo que me pidió para no preocuparlo más.

—Este será un espectáculo, así que agarren sus palomitas, damas y caballeros —dijo Dan fingiendo voz de locutor.

Cada uno de nosotros se quedó quieto y atento a cualquier movimiento que pudiera hacer el brujo. Dan se acercó hasta estar junto a la línea imaginaria de la frontera y estiró los brazos a un costado con las manos abiertas. La tierra bajo sus pies se iluminó ligeramente de azul y negro al igual que sus manos. Tras él, apareció una gran muralla de energía de los mismos colores que se extendía por toda la orilla y casi toda Atalana. Toda esa energía comenzó a lanzar una especie de rayos que me hicieron dar un salto y también mucho viento cubrió el lugar haciendo que las hojas de los árboles volaran por todos lados.

—La protección de la ciudad —dijo Davina—. Debemos detenerlo.

—No —dijo Eric—. Es peligroso.

—¡He cuidado esa ciudad con mi vida y no dejaré que un loco cualquiera quité el hechizo! —exclamó ella.

Davina iba a ir por Dan, pero se detuvo al ver que Blas comenzó a gritar como si estuviera muriendo. De pronto, Camille, Adam, Mia, Tristán y yo gritamos del dolor que sentimos en aquel momento.

Era como tener un dolor de cabeza multiplicado por diez y prefería morir a sentir esto porque era incluso peor que aquella vez que crucé a Atalana por primera vez. Caí de rodillas al suelo, me agarré la cabeza con ambas manos y grité.

Escuché a Eric discutir con Dan, pero al parecer a él ni siquiera le importaba lo que nos estaba pasando. Por otro lado, Kenneth se arrodilló a mi lado y me abrazó como aquella vez que sentía que moría en Atalana.

De un momento a otro, las imágenes comenzaron a llegar a mi mente como cuchillas voladoras llenas de información que se incrustaban en mi cabeza, lo cual dolía mucho más. Recordé a Dan, nuestro amigo, toda su historia junto a nosotros, el porqué tuvo que irse o por qué volvió nuevamente para irse tiempo después, recordé como me defendió de Camille cuando creía que había matado a Sabrina. Recordé absolutamente todo y creo que aquello, la traición, dolía más que cualquier dolor físico.

Los Caídos #4 - HechicerosWhere stories live. Discover now