52. El nuevo vampiro Bravhe

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Tristán

Christopher y yo hemos pasado tiempo juntos desde que Mia quedó inconsciente porque, a pesar de todo, debíamos apoyarnos entre todos. Ambos estábamos sufriendo por la misma persona, tal vez dolores diferentes, pero la preocupación de que muriera era la misma.

Cada momento que pasaba con él, podía comprender más su estilo de vida, específicamente como vampiro y los prejuicios que alguna vez tuve poco a poco se iban. Nunca me gustaron los vampiros y dudaba que fuera porque en el fondo mi lado lobo estuvo siempre conmigo. Creo que son algo tontas esas historias que se inventan las personas de que los vampiros y los lobos no se llevan bien, o al menos eso es lo que siempre he escuchado de las leyendas. Mia, los Bravhe y yo somos un claro ejemplo de que podemos llevarnos bien. Tal vez que sea parte nefilim también tenga influencia.

No lo tengo del todo claro, pero si algún supiera que existe un libro que contenga toda la información sobre criaturas extrañas como nosotros, no dudaría en conseguirlo porque hay veces en que la necesidad por saber qué conlleva ser una criatura como yo me come la cabeza.

—¿Qué diablos, Val? —preguntó Christopher casi en un grito. Tenía los ojos más abiertos de lo normal, no pestañeaba ni una sola vez y miraba desconcertado a su hermano—. Tienes que beber la sangre o morirás para nunca más volver.

—Pero tan solo mirala. Me repugna pensar que ese líquido viscoso pasará por mi garganta —expresó exasperado Valentín.

—Te va a gustar. Además, tú tenías este líquido viscoso pasando por tus venas.

—¿Cómo sabes que me va a gustar?

—Porque soy tu hermano —respondió el vampiro—. Ahora bebe o me veré en la obligación de llamar a Christian.

—¡No puedes obligarme! —reprochó el hombre—. Tal vez no quiero ser vampiro.

—Sí, sí quieres. Te conozco lo suficiente como para saber que no quieres beber sangre porque te disgusta, no porque no quieres ser vampiro.

Valentín bufó harto de la situación porque habían estado discutiendo por mucho rato, mientras yo miraba divertido la escena. Me parecía gracioso el modo en que estaba actuando el ex brujo porque no era usual en él las pataletas y los reproches. Hasta parecía el hermano menor de Christopher y, él ya aburrido, estaba a punto de meterle la sangre por la boca a su hermano él mismo.

—Si no bebes, te la daré como un bebé —advirtió Christopher.

—Yo soy el hermano mayor, no tú —respondió el otro.

—¿Dónde he escuchado eso antes? —susurré divertido.

Ambos me miraron entrecerrando los ojos y me callé inmediatamente porque enfrentar a dos Bravhe furiosos no era una buena idea. Si algo había aprendido durante este último tiempo con ellos era a no meterse en sus peleas familiares. Lo mejor era actuar como espectador porque tampoco les importaba que otras personas estuvieran con ellos.

Valentín tomó el vaso con la sangre, se tapó la nariz y se bebió todo de un solo trago. Mientras tomaba, hizo una mueca de asco. Sin embargo, una vez que dejó el vaso en la mesa, sus ojos tomaron un color rojo brillante que era característico de los vampiros y su sonrisa fue cada vez más alegre. Me parecía curioso porque en Mia jamás vi ese color de ojos, de hecho, jamás cambiaban de color.

—Es deliciosa —susurró.

—Te dije, tarado —dijo Christopher.

—¿Qué sientes? —pregunté—. ¿Qué sientes cuando estás cambiando?

—Un fuerte dolor de cabeza porque puedo escuchar todo. —El ahora nuevo vampiro, cerró y abrió varias veces los ojos y después se acercó a mí—. Tengo hambre.

Los Caídos #4 - HechicerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora