15. Años de oscuridad

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—¿Disfrutaron la cena, queridos? —pregunté paseándome por el pasillo del búnker.

Los nueve caídos y Jasmine Evans me miraron de mala gana, pero noté que sí se habían comido lo que les llevé, así que me sentí complacida. 

—¿Cuándo nos dejarás ir? —preguntó Aran.

—Este pequeño frasco —dije apuntando al objeto en mi mano— tenía sangre de Christopher Bravhe y ¿adivinen qué?

—¿Qué hiciste, loca? —preguntó uno de los caídos del cual no recordaba su nombre.

—La puse en la comida y si no me dan lo que quiero, los mataré y revivirán en unos hermosos vampiros. Si les doy sangre humana, serán vampiros normales y si quieren ser híbridos, uf, tendrán que preguntarle a Christopher cómo funciona eso.

Sonreí ampliamente y luego di una carcajada, mientras ellos me miraban enojados, pero no atemorizados.

—¿Qué quieres entonces? —preguntó Jasmine Evans.

—De ti nada aún —respondí—. De los demás quiero un poco de sangre. Solo eso. Con una gota basta.

Por supuesto que se negaron, pero después de darse cuenta que no bromeaba con lo de la sangre de Christopher, accedieron a hacer lo que pedí. Pasé celda por celda cortando sus manos y llenando un recipiente con la sangre de todos ellos, excepto la de Jasmine. Cuando terminé, abrí la celda de la directora y la dejé salir.

—Ven conmigo —dije. 

Fuimos de vuelta a la entrada y ella se quedó impresionada por todo lo que estaba viendo. Sobre una mesa, tenía las diez espadas y además la daga mata ángeles. Dejé el recipiente con sangre a un lado y volteé a ver a la mujer frente a mi.

—Necesito tu poder. Así como lo hiciste con Adam porque tomaré los poderes del demonio.

—Estás loca, eso te matará.

—Eso no debería importarte. Sé que me odias y no te importa que algo me pase.

—Te equivocas, Camille. Por favor no hagas nada de lo que te arrepentirás.

—Escúchame bien, si no me das el poder, te encerraré aquí por siempre.

—Soy inmortal.

—También yo —dije seria—. No te queda de otra.

—Supongo que quieres que te traspase el poder de absorber poderes —dijo resignada.

—Exacto. —Tomé todas las espadas y se las entregué. 

Ella me miró totalmente confundida, pero no dijo nada. Guardé la daga mata ángeles en mi bota y tomé el recipiente con sangre con mucho cuidado. Después nos trasladé al mismo lugar donde me encontré con el arcángel la otra noche porque allí era el lugar donde podría destruiría al demonio.

Dejé el recipiente en el suelo, le puse las gotas de sangre de Declan, las cuales tenía en un pequeño frasco y después acomodé cada espada una al lado de la otra. Podía sentir la mirada de Jasmine sobre mi en cada movimiento que hacía y en otras circunstancias, me hubiese puesto nerviosa, pero ahora me daba igual.

—¿Por qué aquí? —preguntó.

—Porque es donde cayó el arcángel que creó a los hechiceros, así que hay gran energía pura aquí.

—Lo cual lo debilitará.

—Claramente —dije.

Metí ambas manos al recipiente y las empapé con toda la mezcla de la sangre de los diez, ya que eso me ayudaría a hacer el hechizo para yo misma quitarle los poderes al demonio a través de las espadas. Obviamente solo funcionaría con los poderes de el demonio les robó a ellos, pero todos los otros que desarrolló con el tiempo no. Debido a eso, necesitaba a Jasmine. Con el poder de ella, podría hacer que el demonio perdiera todos sus poderes y finalmente volvería a ser solo un caído.

Los Caídos #4 - HechicerosWhere stories live. Discover now