19. En las buenas y las malas

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Cristal

Kenneth me había pedido que fuera a la escuela porque necesitaba hablar conmigo urgentemente de una situación muy particular que había ocurrido en su familia. No dudé ni un segundo en ir porque sonaba preocupado y los amigos estamos para apoyarnos en las buenas y en las malas. Claro ejemplo es nuestro tan raro grupo.

Cuando llegué allá, todo lucía bastante normal para mí. Los estudiantes estaban en sus respectivas clases, muchos de ellos en sus clases en el exterior, ya que era un requisito que cada mes, cada curso debía tener al menos una clase afuera. Según el director, esta práctica ayudaba a los alumnos a despejarse y sentirse más libres, especialmente a los niños.

No tuve problemas al entrar, ya que Kenneth fue quien me recibió, pero estuvo todo el trayecto al interior de la escuela muy callado. No lucía triste, sino serio y preocupado. Por un momento, sentí como si fuera de nuevo aquel chico que conocí cuando volvió de su internado. Recuerdo aquel día como si fuera ayer y lo gracioso que fue su actitud para mí. Sin embargo, cuando notó que lo miraba, sonrió un poco y metió las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta.

—No has dicho una palabra desde que hablamos por teléfono —dije.

—Es un tema delicado y quiero estar en un lugar más... íntimo —respondió—. Las paredes ven y escuchan en esta escuela, créeme.

Me llevó hasta la oficina de su padre, pero no había nadie allí. Sacó una carpeta de uno de los cajones del escritorio y después me invitó a salir de allí porque en realidad quería ir al patio de atrás. Allí habían más alumnos de lo que pude imaginar y hacían diversas actividades.

Cuando llegamos a la reja que delimita el terreno, recordé la dimensión que visité y todo lo que vi allá. Iba a comentárselo a Kenneth, pero ya había abierto la puerta de ahí atrás, así que decidí esperar a que llegáramos a donde él quería.

Las risas, los gritos y las voces en general de los estudiantes comenzaron a ser solo murmullos lejos de mí a medida que avanzábamos en el bosque. Estar entre árboles, tierra y pequeños animalitos no era mi pasatiempo favorito a no ser que sea respecto a una misión o algo parecido, pero podría soportarlo por Kenneth.

Al ver hasta donde me había llevado, me sorprendí porque no imaginé ver un lugar así en medio del bosque. Era un pequeño refugio, obviamente sin paredes porque parecía ser de niños, pero sí tenía un techo que era básicamente un trozo de plástico con cuatro pedazos de cuerdas en cada esquina y estaban amarradas a los árboles. Unas pequeñas luces la adornaban y pensé que de noche probablemente se verían muy bonitas. En medio del trozo de plástico, habían un par de fotos pegadas de diversas personas de las cuales pude identificar a algunas como a Eric, Kenneth, sus padres y sus abuelos.

Quité mi vista de las fotos porque no quería incomodar a mi amigo, así que me senté en una banca de madera que había allí y Kenneth se sentó a mi lado. Dejó la carpeta encima de otra pequeña estructura de madera que funcionaba como mesa, luego apoyó los codos en las rodillas y juntó las manos.

—¿Sabes qué vi cuando fui a la otra dimensión? —pregunté.

—¿Una vida paralela de ti y Christopher? ¿O de tu padre y tú? ¿De los chicos? —preguntó sonriendo un poco.

Sin embargo, tras esa sonrisa, imaginé que había algo más que no quería decir. Pero de seguro era solo eso, mi imaginación.

—Te vi a ti —respondí.

Deshizo la posición en la que estaba y se giró para verme mejor, pero esta vez había curiosidad en sus ojos. En ese momento, noté que estaba perfectamente peinado, lo cual me sorprendió porque es característico de él tener su cabello algo desordenado, pero se veía bien.

Los Caídos #4 - HechicerosМесто, где живут истории. Откройте их для себя