43. ¿Piratas?

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—¿Entonces van a matarnos? —pregunté divertida—. No estoy segura de que sea buena idea.

—¿Por qué los mataríamos? —preguntó ella—. Jamás mataría a Daniel. Además, los amigos de él son mis amigos.

Magdalena le dio una mirada muy particular a Daniel, lo cual no me agradó para nada. No era una mujer celosa, pero sus intenciones eran realmente claras y estaba segura que si no le decía quién era, aprovecharía cualquier oportunidad para aventarse sobre él.

—¿Y a su novia? ¿La matarías? —pregunté sonriendo.

—¿Eres su novia? —preguntó sorprendida.

—Sí, es mi novia —respondió Daniel antes que yo.

—Creí que tus gustos eran más... rubios.

—Al parecer no —dije fingiendo tristeza—. Fui rubia una vez y no le gustó del todo.

La mujer suspiró aburrida y enarcó una ceja en mi dirección.

—Soy la líder de este grupo de piratas tan reconocido y no me gustan las ironías, especialmente de alguien como tú.

¿Piratas dijo o lo imaginé?

—¿Se supone que debería temerte?

—Respetarme.

—¿Respetarte? ¿Eres una reina o algo parecido? —Reí divertida—. Espera, mi amiga fue reina y es mucho más agradable que tú. No creo que merezcas tanto respeto. La verdad, puedes infundir miedo en todos tus piratas, pero jamás en mí.

—Escucha, mocosa, no sé qué historias te haya contado Daniel de mí, pero...

—De hecho, ninguna más que el día de tu muerte. —Alcé una ceja y la miré desafiante.

—Voy a...

—No, Magdalena. Ya basta —dijo Daniel—. Las dos, por favor. Somos adultos responsables y esta discusión no nos llevará a ningún lado.

—¿Qué hacen en un lugar como este entonces?

—Buscamos un objeto poderoso para ayudar a unos amigos, ¿ustedes viven acá? —preguntó Daniel.

—Estamos de paso. También buscamos aquel objeto y supongo que es la famosa piedra.

—Tal vez podamos ayudarnos —mencioné.

—Hemos buscado la piedra por un año entero y no hemos podido hallarla.

—Eso es porque hay reglas —expliqué—. Si están dispuestos a ayudarnos, les contaremos qué se debe hacer. Ustedes conocen el lugar y nosotros tenemos información importante. Todos ganamos.

—Lo comentaré con los demás y te daré una respuesta mañana. Hasta entonces, pueden quedarse con nosotros y pasar la noche aquí. Tenemos agua y comida.

—Eso sería genial, gracias. —Sonreí lo mejor que pude y ella me imitó. Intentamos ser amables a último momento, pero ya todos habían notado que nos llevaríamos como el perro y el gato. Seríamos como el agua y el aceite, totalmente incompatibles. Sin embargo, estaba dispuesta a aguantar hasta a la ex más loca del planeta con tal de salvar a mis amigos.

Cuando la tarde cayó, algunos piratas encendieron fogatas alrededor del lugar y todo se sintió más cálido. No pude evitar mirar a Daniel a la distancia, mientras hablaba con Magdalena y sentí un poco de celos, pero no podía ser así. Solo estaban hablando y probablemente tenían muchos temas pendientes por resolver.

Muchos hombres se habían acercado a mí para ofrecerme alcohol, pero me rehúse; sin embargo, no me negué a la compañía porque eran muy graciosos. Algunos eran ancianos y otros más jóvenes, pero todos tenían una característica en común: lo rudos que eran.

Los Caídos #4 - HechicerosWhere stories live. Discover now