55. Dan y Mak

1K 152 53
                                    

Dan

Muy simple. Quería toda la energía de todas las tontas criaturas de esta ciudad y así poder tener la cantidad de magia necesaria para traer a mi novia a este mundo infernal. Sin embargo, los demás se negaban a cooperar y, sin eso, me veía en la obligación de recurrir a medidas extremas.

En un principio, quería vengarme de mi estúpida familia por darme la espalda cuando más los necesité. Estaba muy decepcionado de todos ellos, especialmente de mis padres. Pero no había nada que pudieran hacer para compensarlo.

Lo único importante en el presente de mi muy miserable y poderosa vida era estar con la mujer a quien amaba. No descansaría hasta conseguir lo que me había propuesto, incluso si eso significaba dejar morir a algunas personas que fueron importantes para mí en el pasado.

—Entonces no sabes exactamente lo que la infame piedra te pidió a cambio de todo ese poder que recibirás —dijo Arturo—. ¿Cómo puede ser eso posible?

—¿Cómo puede ser posible que todo lo que te digo te entre por una oreja y te salga por la otra? —pregunté irónico—. Ya te dije que la piedra cobrará su precio cuando llegue el momento indicado, por lo tanto, debo estar preparado para lo que sea que venga.

—¿Tienes miedo?

—¿De qué podría tener miedo yo? ¿De la muerte?

—He visto muchas cosas en mi larga vida, Dan. Pero tú eres simplemente... —Se quedó callado y luego suspiró—. ¿Dónde dijiste que está tu novia?

—Fuera de este mundo.

—¿Por qué no la traes y ya? —preguntó fastidiado—. Mak tiene ese feo collar que le permitió viajar a otras dimensiones o a diferentes versiones de nuestro planeta, como sea.

—Porque no podría vivir aquí. Por eso debo hacer el hechizo que te comenté —expliqué rápido—. La necesito aquí a mi lado.

—Ciertamente estás demente si planeas hacer todo ese escándalo por un capricho tan desagradable llamado amor. —Su voz, tan fastidiosa para mí, sonó elegante y a la vez burlona—. Tal vez, eso no es amor, pequeño Dan.

Hice un movimiento con mi mano y lo dejé sin aire, lo cual provocó que suplicara con la mirada por su vida. Le había dicho hasta el cansancio que no me insultara porque lo mataría junto con el cuerpo de su preciado hijo. Yo fui quien lo ayudó a apropiarse de él y me lo debía.

Bajé la mano y tosió exageradamente, mientras recuperaba el aire. Me paseé por su estúpida habitación donde nos encontrábamos y reí divertido. Este era su propio reino y aún así no tenía derecho de reinar porque lo tenía comiendo de la palma de mi mano.

—Todo va a la perfección, Arturo. El plan va en marcha y estoy muy orgulloso del trabajo que he logrado.

—En tanto el chico O'Donnell no despierte, ¿no? —preguntó divertido—. Por eso me pediste que lo dañara con uno de mis más letales demonios.

—Ese estúpido niño no despertará. Te encargaste de él para que, si es posible, muriera infectado y confío en ti.

—¿Por qué le temes? ¿Te da miedo que sea más poderoso que tú?

—No es más poderoso que yo, pero soy consciente de que cuando la naturaleza brinda ayuda, nada puede ir contra ella. Blas es como un pequeño capullo floreciente de la tonta naturaleza y no puedo arriesgarme a que esté por allí suelto amenazando a lo que he trabajado por años.

—Y me encargué, como mencionaste, de que el muchacho no despertara. —Se acercó hasta quedar cara a cara conmigo y tuve que mirarlo hacia arriba porque el cuerpo de Makarius era alto—. Tú prometiste brindarme otro cuerpo para salir del de mi hijo. No pienses ni por un segundo que no sé que piensas aprovecharte de que estoy débil y sin poderes por la tonta hija malcriada de Clemente.

Los Caídos #4 - HechicerosWhere stories live. Discover now