26. Eramos felices

1.2K 156 43
                                    

Adam

Me la he pasado pensando cada día acerca de mi situación con Oliver y de por qué había estado tan sentimental conmigo. Todo le molestaba, a veces no quería estar conmigo o me evitaba y hasta pensé que se había arrepentido de nuestra relación. Sin embargo, me enteré que, primero, sus padres están insistiendo en que vuelva a casa; segundo, siente que yo no me tomo en serio lo nuestro.

Claro que me lo tomo en serio, pero es realmente difícil para mí volver a adaptarme a estar con otra persona después de los errores que he cometido en mis pasadas relaciones. Tenía miedo de echarlo a perder todo de nuevo y no podía hacerle ese daño a Oliver. Es lo que le mencioné a Tristán y si había decidido estar con este chico, pretendía cuidarlo y no dañarlo en ningún sentido.

Después de recibir consejos de mi hermana y de mis padres, porque en serio se preocupaban por Oliver, tanto que me daba algo de celos porque yo soy su hijo, decidí hacer algo especial para demostrarle que me importaba tanto como a él.

Lo fui a buscar a su habitación, pero cuando abrió la puerta se me partió el corazón. Tenía el cabello desordenado, la nariz y mejillas rojas y los ojos llenos de lágrimas. No hice más que abrazarlo inmediatamente y cerré la puerta tras de mí para que nadie viera.

—Mis padres pelearon conmigo de nuevo —dijo despegándose de mí—. Me dijeron cosas más horribles de las que me han dicho nunca, Adam y no puedo... no puedo seguir así. Sé que he demostrado que casi no me importa lo que piensen, pero son mis padres y me duele mucho saber que no les importo nada.

Sentí tanto enojo hacia aquellas personas que quería ir hasta aquella estúpida ciudad a encararlos y decirles que no se volvieran a aparecer en la vida de Oliver, pero no podía hacerle eso a él. Verlo así, me hacía dar cuenta de lo frágil que sus emociones eran a pesar de demostrar lo contrario.

—Estoy aquí para ti —dije.

Asintió rápidamente y me abrazó, rodeando mi cuello. Lo abracé también y me di cuenta que él solo necesitaba amor y comprensión, así que es lo que yo le daría aunque tuviera que desertar de mis padres para dárselos a él. Eso suena extraño, claramente, pero creo que mis padres han sido más cariñosos con él de lo que los suyos habían sido y me alegra enormemente que Oliver haya podido encontrar eso acá.

—Tengo algo para ti —mencioné.

—¿Qué cosa? —preguntó aún aferrado a mí.

—Es una sorpresa, así que debo vendarte los ojos.

Se separó inmediatamente y me miró divertido, pero con la emoción en su mirada. Aun así podía ver que seguía triste, pero haría lo mejor que pudiera para cambiar eso.

Le sequé las lágrimas suavemente con mis dedos y le di un beso en la frente, provocando una linda sonrisa de su parte. Saqué una venda negra que tenía en el bolsillo y se la puse.

—Sube a mi espalda —dije dando media vuelta.

Tocó mi espalda hasta que dio con mis hombros y de un solo salto se subió. Sostuve sus piernas a mis costados y abrí la puerta para luego dirigirme al elevador. Cuando estuvimos en el último piso, avancé hasta la puerta que daba a la azotea y la abrí.

Una vez afuera, la suave brisa me causó un escalofrío que por alguna extraña razón me hizo sentir bien. Aquella sensación se sentía bien.

Bajé a Oliver y me puse tras él.

—¿Listo? —pregunté.

—¿Si? —dijo.

Cuando quité la venda, no pude evitar emocionarme al ver su reacción. Tomó automáticamente mi mano entre la suya y la besó dulcemente.

Los Caídos #4 - HechicerosWhere stories live. Discover now