16. Soy tu oscuridad y tú mi luz

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Bajé con cuidado una escalera tallada con las mismas rocas que habían allí y cuando llegué abajo, me topé con un lugar muy grande también hecho completamente de rocas, pero estas eran enormes, incluso más grandes que yo.

Blas, Davina, Cristal y Mia se encontraban allí, lo cual me dejó helada porque jamás pensé que me los vería en aquel lugar.  Las chicas estaban sentadas contra una de las paredes rocosas y musgosas, mientras que mi amigo contemplaba un objeto incrustado en una roca gigante que había en el centro del lugar.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo nos encontraste? —preguntó Cristal.

—Camille, tú... —dijo Blas.

—El demonio...intenté destruirlo, pero no pude. Fracasé —dije con la voz temblorosa—. Logré detenerlo, pero no durará mucho tiempo. Debo... debo pensar en algo.

Saqué la daga mata ángeles de mi bota porque ya me estaba molestando y la tiré hacia un lado. Me acerqué hasta donde estaba Blas y me puse a su lado para ver el objeto sobre la roca. Era un cetro alargado manchado de negro con unos ganchos en la punta, los cuales sostenían firmemente una esfera de cristal muy bonita.

El objeto estaba acostado sobre la roca y gran parte de su cuerpo estaba incrustado en ella. Cuando lo quise tomar para sacarlo, me quemó la mano y grité del dolor.

—Lo intenté muchas veces —dijo Blas—, pero sigue sucediendo lo mismo.

Frente al cetro había una frase tallada en la roca, la cual decía La luz y la oscuridad unidos. Lo primero que pensé fue en que cualquiera que pudiera controlar ambos lo podría sacar, ya que siempre habrá una pizca de bondad en la maldad y viceversa. Sin embargo, yo debí haber podido sacarla por lo que pasó antes con el demonio porque estaba segura de que vi aquel pequeño rayo de luz dorada entre toda esa luz negra. 

—¡Te destruiré! —gritó una voz gutural.

Todo dentro de aquella cueva vibró, incluso el suelo bajo mis pies. Las chicas se pusieron de pie inmediatamente y se fueron hasta estar tras una de las rocas para protegerse.

Blas y yo nos miramos inmediatamente y luego miramos al demonio que ya estaba en la entrada de la cueva. No sé cómo había bajado tan rápido las escaleras, pero ya estaba allí mirándome furioso. Su rostro tenía manchas negras y parte de sus ojos volvían a ser rojos brillantes.

—Los mataré uno por uno y tú serás la última, Camille James, para que veas sufrir a tus preciados amigos —dijo.

De sus manos comenzó a salir el humo gris otra vez, pero ahora era casi negro y se esparció por todos lados. Las chicas tosieron fuertemente como si se estuvieran ahogando, mientras que Blas y yo permanecimos en medio sin ser tocados por el poder del demonio. Realmente quería matarme de las últimas y eso me estaba poniendo nerviosa.

Me preocupé, claro que lo hice, pero la oscuridad seguía en mí y de alguna manera, sus palabras no me afectaban en absoluto. Sin embargo, saber que Blas estaba ahí me provocó un escalofrío nada agradable. De pronto, recordé cada momento desde que tomé la oscuridad aquella noche para salvar a Blas. Todas las veces que pensaba en hacer algo malo, Blas venía a mi mente y no lo hacía porque podía dañarlo. Él ha sido mi talón de Aquiles desde que tomé la oscuridad y nunca me di cuenta.

—Somos nosotros —dije.

—¿Qué? —preguntó mi amigo sin despegar los ojos del demonio.

—¡Blas, somos nosotros! —exclamé.

—No entiendo.

—La luz y la oscuridad unidos. —Lo miré totalmente sorprendida—. Soy tu oscuridad y tú mi luz. En toda bondad hay una parte de maldad y en toda maldad una parte de bondad. Somos la parte del otro.

Los Caídos #4 - HechicerosWhere stories live. Discover now