46. Mis hijos no se rinden tan fácil

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Al día siguiente, me sentí mucho mejor y con más energía, principalmente porque dormí más de ocho horas y sin interrupciones. A quien primero vi porque me estaba esperando afuera de mi habitación fue a Clemente. Me abrazó, besó y revisó que no tuviera un solo rasguño. Después de convencerlo que estaba perfectamente bien, me contó que Davina y Declan también habían venido.

Después de nuestro reencuentro, bajé a tomar desayuno porque no había comido nada desde ayer en la tarde. En una de las mesas, vi a Julietta, así que decidí sentarme junto a ella. No habíamos pasado mucho tiempo juntas, pero aún así me llamaba constantemente para saber cómo estaba. Sé que vivimos en la misma academia, pero han pasado tantas cosas que es difícil vernos. Por una parte, me aliviaba que no actuara conmigo como si fuera una niña pequeña porque no lo era. Clemente actuaba así, pero podía entender por qué.

Ya nos habían informado que la supuesta cura había sido suministrada a los chicos a penas Sofia llegó a la Guardia. Los había ayudado a mantenerse estables, pero lamentablemente no los curó al cien por ciento y aún seguían inconscientes.

La verdad, la Camille del pasado se hubiese enfadado mucho y hubiese ido a encarar a Arturo como último recurso. Sin embargo, lo pensé bien y decidí que no era una buena idea porque probablemente eso traería muchos más problemas. Además, no tenía ganas de morir y no podía hacerlo sin ayudar a los chicos primero.

—¿Qué sucede? —preguntó Julietta.

—Estoy preocupada por los chicos porque ya no sé qué más hacer para ayudarlos.

—No es por darte el típico discurso de madre preocupada, pero ellos son fuertes. Han pasado por miles de cosas juntos y siempre salen ilesos. —Pasó un brazo por mis hombros y me abrazó—. Esta vez no será diferente.

—Dios te escuche porque lo único que nos queda es fe —dije—. No sé por qué a Clemente no le afectó tanto como a Mia. Blas fue al que atacaron, sin embargo, Mia está igual o peor que él, pero Clemente está perfecto.

—Quizás es algo que atacó sus lados no nefilim. —Se encogió de hombros y terminó de tomarse su té.

Eso tenía sentido porque a Clemente, que es un ángel caído, no le pasó nada grave. Luego tenemos a Blas que se veía un poco mejor que Mia, ya que probablemente el veneno está atacando su lado de hechicero. Sin embargo, Mia tenía tres genes diferentes compitiendo contra su lado nefilim que a mi parecer es el más débil y ella era la más afectada.

Los tres compartieron la infección, pero a cada uno le afectó de manera diferente dependiendo del grado de sangre de ángel que tenían. El veneno demoníaco no les estaba afectando su lado nefilim como pensamos, sino sus otros genes. ¿Y cómo matamos a los demonios aquí? Pues con armas o el poder de Clemente que era básicamente sacar luz destructiva por sus manos.

—¡Eres una genia! —exclamé. Le di un beso en la mejilla y ni me quedé a escuchar sus preguntas porque salí casi corriendo de allí. Busqué a papá por todos lados hasta que lo vi hablando con la directora Sofia, muy sonriente para mi gusto, pero no le di importancia en ese momento.

Le expliqué lo mejor que pude toda la teoría que inventé en mi cabeza y cuando terminé, respiré profundamente porque casi me quedé sin aire por lo rápido que hablé.

—Eso es algo difícil de probar porque mi poder es letal para cualquier criatura, no solo los demonios. Una vez le di por accidente a un humano y murió —explicó Clemente—. Parece una buena idea, pero no arriesgaré la vida de Blas y mi nieta. Además, si mueren, también yo.

—Sé que estás preocupada, Camille, pero solo nos queda esperar. Creo que lo mejor que se pudo hacer ya se hizo y fuiste tú la responsable. Deberías sentirte orgullosa del trabajo que hiciste. —Sofia puso una mano en mi hombro y me sonrió de una manera triste.

Los Caídos #4 - HechicerosNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ