78. Pide un deseo y verás la sorpresa que te llevarás

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Mia y yo estábamos bajando unas bolsas del auto porque habíamos ido de compras. No sé por qué le habían dado ganas de salir como en los viejos tiempos, pero no me negué en absoluto porque extrañaba algo tan simple como ir de compras con tu amiga. Invitamos a Cristal también, pero no pudo venir porque tenía asuntos importantes que resolver.

—No tengo sangre aquí, pero de seguro puedes comer algo más —comenté, buscando las llaves en mi cartera—. ¿Debería tener un poco en caso de emergencia?

—No es necesario. Ya sabes que solo tomo un poco diariamente. Problemas de adicción supongo o así es como lo llaman mi querida familia.

Mia cerró con seguro las puertas del auto y nos fuimos a la entrada de la casa. Me detuve de inmediato y puse un brazo frente a mi amiga para que no avanzara porque estaba la puerta entreabierta. Las luces estaban todas apagadas, lo cual me pareció realmente extraño porque supuestamente Daniel estaría aquí.

Dejé las bolsas y la cartera en el suelo, saqué una daga que tenía en el bolsillo interno de la chaqueta y sin pensarlo, empujé la puerta de una sola patada a las vez que las luces se prendieron automáticamente y muchas personas gritaron ''feliz cumpleaños''.

Para ser sincera, no me acordé que era mi cumpleaños por muy raro que eso suene porque las personas suelen recordarlo. Es una fecha especial para cada individuo o eso es lo que yo pensaba hasta que entré a la alianza.

—¡No puedo creerlo! —grité emocionada.

La casa estaba llena de gente. Todos los chicos estaban allí y también mi familia, lo cual me alegró al punto de querer llorar. Ver a todas esas personas juntas por una razón como lo era mi cumpleaños significaba mucho para mí, además, creo que era la primera vez que algo como eso pasaba, ya que siempre nos juntábamos la mayoría para resolver problemas importantes.

Saludé a cada uno de ellos con un gran abrazo, especialmente a Adam que había decidido venir a pesar de sentirse fatal por lo de Oliver. Nada ni nadie había podido animarlo de alguna manera durante este último tiempo, pero ahora quiso venir y me agradó verlo conversar animadamente con mi hermano, Nick, cuando me alejé de ellos.

Todos se veían muy felices, mis padres, mi abuelo, mis hermanos, los hermanos de Christopher, todos mis amigos y la persona que más me hacía feliz, Daniel. No había estado muy bien los últimos días y me explicó que se debía a algo referente a sus alas, pero ahora lucía mucho mejor y no supe a qué se debía.

—Fue tu idea, ¿no es así? —pregunté cuando por fin pude acercarme a él.

—Sí, lo fue —dijo y me dio un beso rápido en los labios—. Ahora, mira cuántas personas te aprecian, Camille.

Di una rápida mirada a todas las personas que se divertían allí; algunos hablaban, otros reían o bailaban. Muchos estaban comiendo y otros pocos cantando. Era tan solo un momento agradable, pero que me llenaba de felicidad y me hacía sentir amada, lo cual era una de las mejores sensaciones del mundo.

—Y yo los quiero a todos ellos. Estoy muy feliz, Daniel. Gracias.

—Tampoco debo llevarme todo el crédito. Cristal, Mia y Will me ayudaron con el plan.

—Oh —dije sorprendida—. Lo ocultaron bien entonces porque no sospeché nada. Que bueno que no le dijeron a Blas porque de seguro me lo hubiese dicho.

Daniel comenzó a reír de una manera tan genuina y bonita que sentí que me iluminó la vida. Verlo así de bien me hacía sentir más tranquila a diferencia de los pasados días en que me iba a la academia con ganas de quedarme en casa. Incluso, la semana anterior, hubo un día en que Daniel estaba tan mal que tuvo que quedarse en cama. Tenía frío, sudaba mucho y absolutamente nada le hacía bien. Pensé que me volvería loca porque ya no sabía qué hacer para hacerlo sentir mejor. Lo único que lo calmaba un poco era estar acompañado porque podía distraerse, así que los chicos me ayudaron. A veces venía Blas, Eric, Cristal, Julietta y hasta Clemente. Quién estuvo aquí la mayor parte del tiempo fue Will porque era en quien Daniel más confiaba y con quien se sentía más cómodo. De hecho, un día los encontré durmiendo, Daniel en la cama y Will, con un libro en sus manos a punto de caer, sentado en un sofá que había junto a la ventana. Supuse inmediatamente que le había estado leyendo a Daniel porque el angelito no suele leer por gusto propio.

Los Caídos #4 - HechicerosWhere stories live. Discover now