36. Me destrozaba el alma

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—¿Si no me dices cómo voy a saber, Oliver?

—Ya te dije que no hay de qué preocuparse —respondió el castaño.

—¿No hay de qué preocuparse? —preguntó—. El mismo ángel de la muerte fue a rescatarnos porque tú se lo pediste. Es obvio que me voy a preocupar.

Adam y Oliver, la pareja sensación del momento entre los más jóvenes de la academia, el chico de intercambio y su entrenador respetado por los demás, ambos, mis amigos, habían estado discutiendo frente a mí y no podía estar más incómoda.

Estaba en la biblioteca, en una de las mesas, cuando estos dos llegaron porque querían preguntarme algunas cosas de una de clases en las que Oliver iba atrasado. Por supuesto que accedí inmediatamente a ayudarlo, pero salió el tema de Makarius a la conversación y de ahí nada fue igual.

—Chicos, chicos —dije sonriendo—, creo que debemos calmarnos un poco.

—No voy a calmarme porque se trata de algo serio —dijo Adam.

—No lo es, ya deja de dramatizar. —Oliver frunció el ceño.

Golpeé la mesa constantemente con mis dedos, esperando que a la persona a quien había llamado apareciera porque en serio necesitaba ayuda con este par. Miré la puerta concentrada tan solo esperando hasta que Will apareció y sentí un alivio enorme.

—¿Lo llamaste? —preguntó Adam entrecerrando los ojos.

—No, claro que no —respondí.

Will se acercó hasta Adam, le dio un beso en la frente y luego le dio un beso en la mejilla a Oliver, quien se sonrojó un poco. Después vino hasta a mí y también me besó la mejilla. Toda esta muestra de cariño me pareció algo raro porque no era muy propio de él, pero lo dejé pasar.

—¿Qué pasa con todos hoy? —pregunté confundida.

—¿No tengo derecho a demostrar mi cariño por ustedes? —Will levantó una ceja y luego rio—. ¿Qué pasa aquí?

—Este par están discutiendo por lo del ángel de la muerte —mencioné.

—Oh, claro. La verdad, ese es un tema que me preocupa mucho, chicos. Conozco a ese ángel y no es el más honesto al momento de hacer tratos.

—Pues ya hice el trato con él, Will y no puedo romper mi promesa. ¿Qué clase de nefilim sería si lo hiciera?

Oliver apoyó el codo en la mesa frente a él y puso la mano en su mejilla, mientras miraba la hoja frente a él. Se veía realmente preocupado, pero cuando hablaba dejaba en claro a través del tono de su voz frío que no quería ser un problema para nadie. No quería contarle a nadie del supuesto trato que había hecho y eso era lo que sacó de las casillas a Adam.

—¿Por qué no quieres contarnos? —preguntó Adam ya enojado—. Es tan simple como decirlo y así podríamos ayudarte.

—Ya basta. —Oliver golpeó la mesa con ambas manos y se puso de pie—. No comprometería la seguridad de todos ustedes por contarles del trato que hice con esa criatura despreciable. No permitiré que otras personas salgan dañadas por mi culpa, ¿entendieron?

Salió de allí hecho una furia sin decir nada más. La forma en que dijo esas palabras y el dolor que se reflejó en ellas, dejaba en evidencia que había algo de su pasado que lo torturaba, pero no sabíamos qué. Probablemente Adam sí, pero nosotros no.

Adam, frente a mi, escondió la cara entre las manos y suspiró frustrado. Le preocupaba mucho el bienestar de Oliver, más de lo que pudiera imaginar, y todo esto que está pasando le afectaba aún más.

Los Caídos #4 - HechicerosWhere stories live. Discover now