13. Creer

1K 160 62
                                    

Blas

Un ruido a la distancia me hizo despertar poco a poco y me di cuenta que no estaba en mi cama. Recordé inmediatamente el día anterior y miré hacia todos lados para ver si Abraham estaba ahí. Desde afuera se escuchaba que alguien cortaba madera o ese era el sonido con el cual lo asimilaba, así que el mago debió estar recolectando leña para su chimenea.

Noté que ya no estaba sentado como cuando me quedé dormido y no sé cómo pude acomodarme en este sofá tan estrecho. Estaba totalmente estirado a lo largo del sofá y Davina estaba a mi lado aún dormida. 

La tenía abrazada con el brazo izquierdo y ella me abrazaba por la cintura, mientras su cabeza descansaba sobre mi pecho. Era una posición cómoda y no pasamos frío, pero no estaba acostumbrado a dormir con nadie. La verdad, con Camille y Mia sí, pero usualmente me daban patadas y nos golpeábamos y empujábamos durante el transcurso de la noche. Todo totalmente dormidos. Haber dormido así con Davina era totalmente diferente y hasta me avergoncé por un momento.

La tapé un poco mejor con la manta y me dediqué a mirar el techo del lugar, pensando absolutamente en nada. Mi mente estaba en blanco y no entendía por qué, ya que usualmente todo llama mi atención. 

—¿Cómo llegué aquí? —susurró Davina.

La miré inmediatamente, pero no se había movido ni un poco. Ni siquiera había abierto los ojos aún. 

—El hechicero de la academia nos mandó a buscar al mago. Caminamos por todo el bosque, mi instinto nos llevó a un acantilado, luego a un pozo negro y finalmente a un claro en el bosque. Luego te cargué, te quedaste dormida...

—No eso. Me acuerdo perfectamente—dijo riendo un poco—. Me refiero a cómo terminamos durmiendo en esta posición si estábamos sentados cuando nos dormimos.

—No tengo respuesta para eso —respondí—. Cosas del destino.

Abrió los ojos finalmente y me miró hacia arriba. El color de sus ojos se veía diferente y no sabía si era porque recién despertó o por la luz que entraba por la ventana, pero me parecieron muy bonitos. Eran cafés, pero tenían algunas partes verdes que normalmente no se notaban o quizás estábamos muy cerca y por eso podía verlos bien.

—Ya deberíamos irnos —dije—. No avisamos a nadie que no llegaríamos.

—Tienes razón.

Se alejó de mí y ambos nos sentamos nuevamente. Frente a nosotros, había una silla y sobre ella una bandeja con comida. Abraham se merecía el cielo por ayudarnos y además tratarnos tan bien. Quizás debería visitarlo más seguido para hacerle compañía.

Después de haber despertado bien y de haber desayunado, salimos afuera para despedirnos de Abraham y darle las gracias. Sin embargo, no estaba por ningún lado y el hacha que ocupaba para cortar los palos estaba tirada en el suelo. 

—¡No se acerquen! —gritó alguien.

Era un hombre con la cara cubierta por un gorro con dos orificios en la parte de los ojos. Tenía a Abraham agarrado por atrás y le había puesto un cuchillo de cocina en el cuello. Claramente solo era un ladrón humano y podría derribarlo fácilmente, pero estaba lo suficientemente lejos como para dañar al mago antes de que yo llegara.

—Espera —dije—, no hay necesidad de hacer esto.

—Puedo darte lo que tengo en mi billetera —dijo Davina—, pero no lo dañes, por favor.

—No quiero el dinero. Ya me pagaron lo suficiente —dijo el hombre riendo— para matarlo.

En ese momento, el hombre presionó el cuello del mago con el cuchillo y puedo jurar que vi una gota de sangre salir. Todo iba en cámara lenta frente a mis ojos y recordé lo que Davina y el hechicero de la academia me dijeron. Debes creer en ti.

—¡No! —grité fuerte.

Estiré la mano instintivamente, provocando que unas chispas blancas brillantes salieran de mi mano y se transformaran en un rayo de luz que chocó contra el hombre del cuchillo. Cayó de espalda y su piel comenzó a tomar un color blanco brillante como si fuera un foco de luz. De repente, explotó en mil pedazos brillantes como si fuera un espejo y se deshicieron cuando tocaron el suelo.

No pude pestañear ni una sola vez, ni tampoco moverme porque no sabía cómo hice eso o qué lo provocó. Salió sin siquiera pensar en ello para salvarle la vida a Abraham como si hubiese sido alguna clase de incentivo.

Davina corrió hasta Abraham para ayudarlo y revisar si tenía alguna herida. Yo solo miraba atento y congelado en mi lugar. No creía lo que había pasado, ni siquiera creía que fuera real. Tal vez era un sueño lo suficientemente vívido como para que se sintiera así de real, pero estaba seguro de que no lo era.

Ellos se aproximaron hasta mí y Davina me golpeó suavemente la mejilla con un dedo, pero mi vista seguía concentrada donde el hombre había explotado antes.   

—Está helado —dijo ella a Abraham.

Ni siquiera me di cuenta que mi presión había bajado y que de pronto sentí mucho frío.

—Iré a buscar algo para él —dijo Abraham.

Desapareció en algún lugar de la cabaña, pero no volteé. Miré un poco hacia abajo y busqué la mirada de Davina para darme cuenta que estaba preocupada, pero también emocionada.

—¿Cómo...?

Fue lo único que salió de mi boca.

—Creíste lo suficiente en ti para salvar a Abraham —dijo ella sonriendo.

—No lo entiendo. 

—No necesitas entenderlo, sino sentirlo. —Puso la mano sobre mi pecho en el lado del corazón—. Aquí.

—Maté a un hombre —susurré—. No quería, yo no quería...

Ella me rodeó con sus brazos en un abrazo reconfortante, pero aún no podía moverme porque estaba impactado. Finalmente reaccioné y acepté su abrazo, aferrándome bien a ella, pero mis ojos jamás se despegaron de aquel lugar. Aun podía ver cómo aquel hombre explotaba en mil pedazos frente a mi.

Abraham había vuelto con una taza de té caliente y me lo extendió. Asentí en agradecimiento y la sostuve entre mis manos. Él y Davina se pusieron a hablar, pero no escuché de qué porque solo pensaba en lo que había pasado, mientras me tomaba el té.

—Deberíamos volver —dijo Davina.

—Sí, necesito estar en casa —dije—. Muchas gracias, Abraham.

—Tranquilo. Cuídense mucho —dijo él.

Ambos nos despedimos y emprendimos camino de vuelta a casa. Por suerte, el mago le había dado a Davina una bolsa con comida y una botella de agua para que no nos sucediera como ayer. Durante el trayecto, ella me preguntó varias veces cómo estaba y solo le decía que bien. No tuve ánimo ni siquiera para hablar y mucho menos para bromear.

La realidad era que tenía miedo. Tenía miedo de lo que pudiera ser capaz de hacer y no poder controlarlo. ¿Cómo se supone que sería lo opuesto de Camille si había matado a una persona?


***

Hasta que sucedió, pero no de la manera que él esperaba D: 

¿Qué les pareció? ¿La amistad que está creciendo entre Blas y Davina?

¿El mago? ¿El poder de Blas?

Espero que les haya gustado <3

Los Caídos #4 - HechicerosWhere stories live. Discover now