44. ¿Qué diste a cambio?

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Debo decir que caminar por la isla en medio de la noche con tan solo una linterna en la mano era más complicado de lo que imaginé. Constantemente tenía la sensación de que me estaban persiguiendo o de que criaturas se cruzaban en mi camino, pero eran solo sombras de la noche.

Intenté no preocuparme mucho por eso porque podía hacer un portal y largarme para estar a salvo. Sin embargo, no podía dejar a Daniel aquí por muy enojados que estuvieramos. Creo que era nuestra primera discusión y la verdad, me sentía mal por cómo lo traté, pero él también cometió un error. Ambos debíamos asumirlo y hablarlo al llegar a casa.

Saqué el mapa de mi bolsillo y lo miré atenta, mientras alumbraba con la linterna. Había un montón de caminos, pero logré descifrar en cuál de todos ellos me encontraba. La famosa piedra se encontraba en lo más alto de la isla, pero era algo difícil llegar allí sin ayuda.

—Soy una maldita nefilim. Puedo hacerlo —dije para convencerme.

Seguí avanzando con mucho cuidado de no caer y cuando estuve en donde no habían más árboles, me di cuenta que me encontraba a los pies de la montaña. Era enorme y llegar a la cima me tomaría probablemente unas cuantas horas.

Cerré los ojos por inercia porque unas imágenes se cruzaron por mi cabeza, pero no eran mías sino de alguien más. Me paralicé por un momento porque no supe a qué se debía, pero luego comprendí que probablemente era la protección de la misma piedra que me estaba permitiendo entrar allí. Luego vi rápidamente aquellos recuerdos de cuando fui ''la loca Camille'' y supe que era una manifestación o recordatorio de que vencí a la oscuridad en mí de alguna manera.

Al mirar nuevamente, había una entrada en aquella montaña que no estaba antes. Parecía una fosa negra que te llevaría a algún lugar misterioso y daba miedo, pero como no me quedaba de otra me adentré en ella con mucho cuidado.

Sentí un líquido viscoso a mi alrededor cuando entré y me mareé tan solo un poco. Era una sensación muy parecida a atravesar un portal, pero esto se sentía más escalofriante. Claramente no era una puerta o entrada, sino una especie de portal que me llevaría a algún lugar importante.

Me transportó al principio de un largo pasillo iluminado con antorchas pegadas a las paredes de piedra. El suelo era rojo brillante y estaba realmente limpio para ser un lugar que está literalmente dentro de una montaña en una isla casi abandonada. No se escuchaba absolutamente ni un ruido, ni siquiera el de los insectos, lo cual me incomodó un poco y sentí un malestar en los oídos.

Me puse a cantar en voz baja la primera canción que se me vino a la cabeza y mi voz rebotó por todos lados, provocando eco. Caminé lentamente por el pasillo y el sonido de mis zapatos chocando contra el suelo me hizo sentir un poco más tranquila. No sé por qué, pero lo hizo.

Al llegar al final, me topé con una enorme puerta de color rojo con machas doradas. Tenía diversos dibujos de cruces invertidas, pentagramas y un montón de cosas diabólicas. Sin embargo, en las manchas doradas habían dibujos que eran más tranquilizantes como alas de ángeles, el cetro de Gabriel y otros que no pude descifrar qué eran. La puerta se abrió tan solo un poco cuando me quedé mirando sin saber qué hacer y una luz tenue se coló por ella.

Entré poco a poco, acostumbrándome a la repentina luz porque después de estar en un lugar tan oscuro como el pasillo o el bosque, los ojos quedan sensibles. Lo que vi frente a mi me dejó sin palabras porque si aquella era la famosa piedra que dio oportunidad de existir a diversas criaturas, entonces no podría decir que estaba más sorprendida. Era la piedra más enorme que había visto y de hecho era una de las paredes del lugar. No sabía de que color era realmente porque la mitad de la parte de arriba emitía una luz dorada muy bonita mientras que la parte de abajo era de color rojo.

Los Caídos #4 - HechicerosWhere stories live. Discover now