37. Confianza, seguridad y poder

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Los días pasaron, a Mia ya la habían trasladado y nosotros no volvimos a hablar del tema de Makarius hasta nuevo aviso. No me quedó de otra más que seguir con mis deberes en la academia, mientras esperaba cada día noticias nuevas de mis amigos. Los únicos que podían ir a la Guardia a verlos eran los directores y Christopher porque amenazó a todos.

No habían querido decirnos cómo estaban, pero la cara de Sofia Hunter lo decía todo porque estaba agotada. Sabía que había viajado constantemente a través del tiempo, buscando información o ingredientes que pudieran ayudar a los chicos, pero no había encontrado nada. Hacer ese tipo de portales la estaba matando y podía sentirlo.

—Ellos estarán bien, Camille —dijo—. Hallaremos una manera.

—Has visitado miles de lugares y tiempos, pero no has encontrado nada —dije desilusionada— y Sabrina tampoco sabe algo acerca de lo que pudo hacer Arturo.

—Ni siquiera tu padre, que sabe más que todos nosotros acerca de demonios, sabe lo que puedan tener exactamente Mia y Blas.

—Debe haber una manera de ayudarlos, siempre hay una manera.

—La hay, solo debemos mirar los detalles.

Subí ambos pies a la silla en la que estaba sentada y abracé mis rodillas. Sofia, tras su escritorio, se puso a escribir concentrada unas cuantas cosas en su computadora. Su chasquilla ya no era totalmente recta porque le había crecido un poco de los costados, lo cual daba un aspecto más juvenil.

—¿Tuviste hijos? —pregunté.

—Claro —respondió confundida— o si no, no tendría descendientes aquí.

—¿Crees que yo pueda ser tu descendiente? —pregunté.

—Mi hija se casó con el hijo de Ulises y mi otro hijo se casó con una humana. Lo que quiero decir es que cualquiera aquí puede ser mi descendiente.

—¿Pero de una línea directa? ¿De tu hijo?

—Tú sabes que acá no rige lo del apellido del padre primero, ni siquiera el de la madre. El niño puede obtener cualquiera de las cinco marcas.

—Tienes razón —dije.

—Sin embargo, cuando te vi, supe que había algo especial en ti, Camille Hunter.

—¿Especial? —pregunté divertida—. Obvio, tengo un don para meterme en problemas.

—Eso lo tengo más que claro, pero no me refería exactamente a eso.

—¿Entonces qué?

—Ven conmigo—. Se puso de pie y se dirigió a la puerta

* * *

Estábamos en aquella habitación secreta de los túneles, la cual pertenecía a los creadores. No entendía qué estábamos haciendo allí, pero Sofia me dijo que confiara en ella, mientras buscaba algo en el baúl que vimos la otra vez.

Sacó el arco que tanto había llamado mi atención y lo sostuvo frente a mí. Me miró expectante, esperando a que lo tomara, pero algo me decía que no lo hiciera porque no era un simple arco.

—Puedo ver la luz en tus ojos cada vez que tienes un arco en tus manos y este, Camille, es el arco más especial que podrás ver.

—¿Qué tiene de especial?

Ella lo puso entre mis manos y sentí lo tibio que ya estaba el material del arma. A pesar de ser antiguo, estaba en perfecto estado e incluso la cuerda estaba intacta.

—Era de mi hija —comentó—. Hubo un tiempo en que estaba obsesionada con los arcos, hasta los coleccionaba. Por razones del destino, un amigo muy poderoso de nuestra pequeña familia, le obsequió este arco. Él le dio propiedades poderosas y diferentes de las que tiene un arco normal.

—Eso es genial, pero ¿qué propiedades tienes?

—Está diseñado para mi hija porque ella tenía un poder especial. Cada vez que iba a lanzar una flecha, la iluminaba, lo cual era letal para los demonios. Jamás supimos cómo desarrolló aquel poder —explicó—. Nuestro amigo hizo que este arco solo funcionara con aquellos descendientes dignos de contener su fuerza. Camille, sé que también puedes iluminar las flechas y que quizás sea por algún poder de Clemente. Por eso, jamás quise preguntarte.

—Todo comenzó con una flecha que se iluminó de la nada ante mi presencia. Jamás supimos por qué hasta que llegamos a la conclusión que podía ser el poder que tiene Clemente, pero que en mí se manifiesta a través de las armas.

—¿Las armas? ¿Has logrado iluminar algo más que no sean las flechas? —preguntó asombrada—. Además de la espada sagrada de nuestra familia por supuesto.

—Una sola vez pude iluminar una daga —dije.

—Si puedes y eres digna de ella, es toda tuya. —Sus ojos brillaron de ilusión.

—¿Cómo sabré si lo soy?

—Ya te dije. No funciona a no ser que lo seas.

—Si llego a serlo, entonces confirmaremos que soy tu descendiente —mencioné.

—Exacto —afirmó—. Debes saber que hay dos arcos como este en el mundo, pero el otro fue obsequiado a otra persona y no sé dónde está.

Finalmente, me entregó el aljaba también y le prometí que cuidaría del arma con mi vida hasta que supiera si era digna de poseerla. Esto iba a ser más interesante de lo que alguna vez imaginé, sin embargo, una parte de mí se sintió triste porque me estaba gustando la idea de haber heredado algún otro poder de Clemente. Tal vez sí lo hice porque no solo ilumino flechas como la hija de Sofia, pero no era nada seguro.

* * *

Le pedí a Tristán si podía ayudarme a averiguarlo, ya que él sabe tanto o más que yo. Nos encontrábamos en el patio trasero de las academias y habíamos puesto unos papeles en los árboles más cercanos.

Mi amigo a mi lado se veía algo apagado y triste por la situación de Mia, pero no quise agobiarlo más con frases de apoyo porque él sabía que lo tenía sin importar qué. Quizás esto lo ayudaría a distraerse un poco.

—Entonces, nadie que no sea digno de su fuerza y poder podrá ocupar el arco.

—Exacto —dije—. ¿Puedes intentarlo antes que yo?

Sonrió de medio lado y sostuvo el arco en sus manos con una flecha ya en posición. Apuntó directo hacia el árbol que escogió y sin pensarlo lanzó la flecha, pero lamentable el objeto avanzó apenas un metro en el aire y cayó al suelo.

—¿Qué rayos? —preguntó atónito.

—Supongo que sí funciona después de todo.

—Inténtalo tú ahora.

Me entregó el arma y una flecha, así que la puse inmediatamente en su posición. Estiré la cuerda hacia atrás y cuando la solté, la flecha salió disparada. Sin embargo, pasó lo mismo que con Tristán, lo cual me desilusionó completamente.

—Probablemente está defectuosa —dijo.

—No somos dignos como Thor, Dios del trueno, flechitas. Mala suerte. —Reí animadamente, provocando que él también lo hiciera.

—Creo que no —dijo fingiendo tristeza.

No sabía si debía intentarlo más veces o no, pero tampoco dejaría que un tema como este me desanimara porque seguía siendo buena con el arco y no lo cambiaría por nada en el mundo. Era lo que me daba confianza, seguridad y poder al momento de luchar. Con el sentía que podía comerme el mundo entero y eso no tenía precio alguno.



***

Oh, ¿qué les pareció esa historia ''familiar''? ¿Creen que el poder de Camille sea por la hija de Sofia o por Clemente?

Espero que les gustara mucho <3. 

Los Caídos #4 - HechicerosDove le storie prendono vita. Scoprilo ora