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Miró al pequeño conejo con una sonrisa, acariciándole por debajo de la mandíbula para que el animal peludito pudiera dormir tranquilamente.

Ese día era normal dentro del bosque, uno bastante aburrido, si era completamente sincera.

Desde que Yoongi se había ido del bosque, no podía distraerse de sus deberes como solía hacerlo. Yoongi era quien la impulsaba a saltarse las horas de trabajo o cuido con los animales, para poder relajarse un poco.

Lo extrañaba y le hacía mucha falta su molesta presencia en el bosque, pero no podía intervenir sobre nada, en especial cuando el hada estaba siendo feliz realmente, por primera vez en toda su vida.

Suran siempre había deseado que Yoongi pudiera sentirse bien, cómodo y feliz. Era claro que dentro del bosque jamás encontraría aquello, pero jamás pensó que la llegada de unos humanos sería la solución para todo.

Mantenía un poco de envidia sana, sana porque ella no deseaba quitarle aquello a Yoongi, sino que se mantenía contenta de que lo tuviera, pero ella quisiera tener algo similar.

Sus días eran monótonos, todos los días haciendo las mismas actividades con las mismas hadas, si era verdad que el hecho de estarse preparando para el festival de las luces era algo que la mantenía haciendo cosas diferentes, no dejaba de ser algo aburrido, en especial cuando no tienes real compañía.

Las demás hadas siempre la habían criticado por ser amiga de Yoongi, le importaba una mierda lo que dijeran de ella, pero igualmente era algo incómodo el no poder compartir palabras con nadie mientras trabajas. Por eso se había puesto tan feliz cuando conoció a seres tan inusuales como los humanos, porque sentía que ellos no la juzgarían, al ser ellos más extraños que ella.

El conejito bebé movió su naricita cuando pudo conciliar el sueño, la madre coneja veía todo desde una distancia prudente, agradecida con la hada por haberla ayudado a calmar a su conejo más pequeño.

―Si se despierta puede mandar a uno de sus pequeños al área de las flores, me mantendré ahí por un tiempo―le dijo a la madre, cuidando el tono para no despertar al conejo bebé. La coneja blanca movió la nariz en asentimiento.

Suspiró profundo y se levantó del suelo, limpiando sus rodillas, ya que había quedado un poco de tierra en ellas. Miró de reojo por última vez al conejo y comenzó a caminar hasta el área de las flores, quería relajarse un poco y pensar. Estar rodeada de seres no le permitiría aquello.

Sin embargo, cuando estaba a punto de emprender el vuelo, logró escuchar unas risas provenientes de una de las cascadas pequeñas, en donde seguramente las hadas del agua estarían haciendo sus cosas.

―La pobre no tiene amigos, es normal, nadie quiere acercarse a ella―Una de las hadas comentó mientras observaba en donde Suran se encontraba minutos atrás, en esos momentos solo estando el conejo menor. ―Desde que el hada ese se fue a otro bosque, Suran ha tenido que mantenerse sola, pero eso es culpa de ella por relacionarse con hadas...amorfas.

Suran frunció el ceño cuando escuchó ese espantoso apodo con el que muchas hadas llamaban a Yoongi, lo odiaba, le molestaba mucho que ellas hablaran así de su amigo solamente por ser hadas simplonas y no algo especial como Yoongi.

―Por favor, no sean envidiosas―habló una de las hadas, la cual se encontraba un poco alejada de las demás, todas sacando gotas de la cascada para integrarlas a la fila que flotaba sobre ellas. ―Sabemos que tú querías procrear con él, pero te rechazó. Además de que después descubriste que no eres fértil.

Suran levantó una ceja con una sonrisa, manteniéndose escondida entre las plantas.

― ¡E-Eso es mentira!

Fairytale 🍃 YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora