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Agitó sus alas con pereza mientras veía las nubes moverse lentamente sobre ella, pensando en que las nubes eran una de sus cosas favoritas en todo el mundo, ya que se veían tan esponjosas y bonitas, como si se tratara de algodón.

Antes creía que las nubes eran trozos de algodón que se les escapaban a las hadas, que los trozos volaban hasta lo más alto del cielo y se juntaban con los demás trozos en el cielo. Todos volando en grupos por el mundo.

Sin embargo, en la escuela de hadas le habían enseñado que no era así, que si las tuviera al frente, no podría aplastarlas entre sus manos como tanto había anhelado en un momento de su vida.

Suspiró, estaba muy cansada y no quería moverse de su lugar por nada del mundo, puede ser que las roquitas de la tierra y el suelo se enterrasen dolorosamente en su espalda y piernas, que sus inútiles alas estuvieran siendo apastadas por su cuerpo y que el sol le estuviese dando directo al rostro.

No le importaba, porque sinceramente no quería seguir sintiendo absolutamente nada.

― ¡Hey, asesina! ―escuchó una voz aguda llamarle, haciendo que dirigiera su mirada apagada al ser que le llamaba de esa forma, no tenía que pensar demasiado para saber que era ella a quien llamaban con ese apodo. ―Levántate del suelo y ayúdame.

Tzuyu suspiró con cansancio al ver al gnomo que tenía como compañero de casa desde que había llegado a ese bosque, sabiendo que si no le hacía caso, llamaría la atención de los elfos a cargo de esa zona y estaría en más problemas.

―Estoy cansada, ayer me dejaste todo el trabajo a mí―se quejó mientras se sentaba lentamente en el suelo, sentía una necesidad terrible de mover sus alas, agitarlas para quitar la suciedad, pero no podía. Ni siquiera podía sentirlas.

―Te lo dejé ayer porque los elfos me lo indicaron, por tu mal comportamiento de noches atrás―Tzuyu chasqueó la lengua y se levantó, sintiendo sus piernas temblorosas por el esfuerzo.

―Pero ya no puedo, mi cuerpo tiembla, soy muy pequeña para el trabajo y mis alas no sirven más―el gnomo de barba blanca se encogió de hombros, mostrando que le daba totalmente igual la condición de la chica.

― ¿Tú crees que yo no estoy cansado? Pero estamos aquí por una razón, así que muévete y colabora―Tzuyu sintió sus ojos llenarse de lágrimas, caminando hasta la caja de madera que tenía el gnomo, en donde estaban todas las semillas y árboles bebés que tenían que plantar.

Los seres que eran desterrados de sus bosques tenían que unirse a bosques en desarrollo, ayudando a que estos puedan ser habitables por más seres mágicos en el futuro. Eran obligados a trabajar para ayudar con el crecimiento de la flora, siendo castigados cuando se rehusaban a hacer algo.

―Lo siento, pero no puedo, mi cuerpo no aguanta. Soy un hada de luz, no fui creada para este tipo de trabajos―el gnomo poco simpatizaba con la chica hada, ya que estaba consciente de lo que esta había hecho para que la castigaran, ni él había sido tan malo.

―Debiste pensar en todo esto antes de matar a alguien ¿No crees? ―Tzuyu tragó duro cuando escuchó esas palabras, sabía que todos conocían lo que había hecho y que la juzgaban por ello. ―Mira, no soy un mal gnomo, en verdad siento lástima por ti. Pero no por eso voy a hacer todo el trabajo yo, cuando he sido mejor ser que tú.

La hada tomó las semillas con el ceño fruncido, comenzando a caminar al área en donde debía plantarlas.

― ¿Y quién te crees tú como para decir que eres mejor que yo? Por algo estás en este bosque―el gnomo aplanaba la tierra en donde había colocado un árbol bebé, mirando al hada de reojo.

Fairytale 🍃 YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora