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Se cruzó de brazos mientras hacía una mueca de molestia, ya que no creía que la hada que estaba al frente suyo fuera realmente consciente de la situación que estaba pasado el bosque al pedirle una total estupidez en medio de aquello.

―Está jugando ¿Verdad? ―le preguntó con una ceja levantada, haciendo que la hada regordeta agitara sus alas con desespero, ya que no era muy buena manejando con las distintas personalidades de cada hada, por lo que no lograba que le hicieran caso.

―No Suran, no estoy jugando―dijo cansada, sentándose sobre el escritorio que tenía detrás de ella, haciendo que el hada que se encontraba trabajando ahí la viera con una mueca de molestia―Sabes que la hiedra venenosa en esa zona crece con rapidez y se expande, si no queremos que ninguna especie pequeña o grande se lastime al reunirse para la revelación de la hada mayor y la otra, debemos quitarla.

Ese día se llevaría a cabo la revelación de la hada mayor, en donde todos los seres o al menos una parte de su población, se reunirían en el centro para poder presenciar a las traicioneras y claramente serían castigadas en medio de todos. Muchos pensarían que por ser seres mágicos, eran amables y sufrían al ver a alguien ser herido, pero la verdad era bastante distinta, muchos seres completamente emocionados por ver a las traicioneras ser castigadas, sin importar lo extremo del castigo.

Algo turbio, pero así eran las cosas.

― ¿Sí sabe que no soy inmune a la hiedra venenosa? ¡Las hadas de la tierra son las encargadas de eso, no las de viento! ―el chico que se encontraba en el asiento, frente al culo de la hada regordeta, para su desgracia, asintió.

―Sabes que las hadas de tierra son escasas y todas están ocupadas―jadeó molesta, colocando su dedo pulgar e índice en el puente de su nariz―Por favor, Suran, no hagas las cosas más difíciles. Yo no fui preparada para dirigir nada, yo solo era la asistente. De la noche a la mañana el cargo se me dio a mí y no sé cómo repartir las cosas. Ayúdame.

Suran bufó bajito mientras veía sus zapatos con pena, ya que ella sabía que la hada regordeta no tenía la culpa sobre lo que la hada mayor había hecho, ella solo era una de las afectadas.

―Bien, pero si me muero usted será la culpable―dijo mientras tomaba los guantes que el chico le tendía, para que pudiera volar hasta la zona.

― ¡No morirás y gracias!

La hada de viento rodó los ojos y voló fuera del árbol central, dirigiéndose hasta la zona en donde aquellas plantas del diablo crecían y comenzaban a inundar el bosque, para comenzar a retirarlas. Esa zona del bosque no era habitada en esos momentos, era más que todo el camino que algunas especies podían utilizar para movilizarse por el bosque, siendo el camino más corto para llegar al árbol centrar, sin embargo, las plantas venenosas solían mantenerse agrupadas ahí, por lo que las quitaban cada cierto tiempo.

Suran no tenía mucha opción, por lo que hizo caso.

Voló bastante alto para poder ver el estado de la zona desde arriba, jadeando con molestia cuando vio que estaba bastante infestado de esas plantas horribles. Hizo un puchero involuntario, rogando porque ni una hoja tocara alguna parte de su cuerpo, porque no quería perderse por nada del mundo el castigo público que le darían a Tzuyu y la hada mayor.

Quería verlo en primera fila.

Comenzó a descender en el área que no había tantas plantas, colocando sus pies cuidadosamente sobre la tierra, examinando el lugar.

―Me llevaré una eternidad quitando estas mierdas―jadeó bajito, guardando sus alas en su espalda, para no correr el riesgo de lastimarlas―Odio todo.

Fairytale 🍃 YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora