Período de prueba

1.4K 161 0
                                    

Sólo hace dos días que he empezado a servir a Esjalar (Por que sí, creo que servir es la palabra más adecuada en este momento) y ya estoy que no me tengo en pié... El semi-elfo parece no dormir nunca, así que su advertencia sobre que me iba a tener ocupada las veinticuatro horas no iba muy desencaminada... En todo este tiempo no creo haber dormido más de cuatro horas, y todas en ratos muertos en los que el capitán estaba haciendo cosas que incumbían secretos de estado, único momento en el que se separa de mí más de cinco minutos seguidos.

Estoy en reuniones militares, planificaciones de suministros, preparaciones de estrategias adaptadas a distintos escenarios y cuando Esjalar tiene tiempo libre se dedica a enfrentarme en duelos uno contra uno en los que yo estoy agotada física y psicológicamente y él parece acabar de levantarse... ¿De dónde saca tanta energía?

Estoy arrodillada, con la piel cubierta de sudor y él mirándome, con su espada agarrada fuertemente. Me mira con aire severo y no cambia el tono de su voz cuando me dice:

-Demasiado lenta. Ya habrías muerto si esto fuera una batalla real-

Me gustaría contestarle que en una batalla real seguramente habría dormido con anterioridad, ero es mejor no contradecirle... Tiene la maldita costumbre de tener siempre la razón. Parece haber leído mi pensamiento, porque me suelta lo siguiente:

-En un combate todo cuenta, incluso lo más insignificante. Hombres aguerridos y experimentados pueden morir por un mal descanso, una cena demasiado copiosa o un malestar insignificante. Ahora mismo debo prepararte para que, después de dos días de combate, sin apenas dormir, comer o descansar, puedas seguir combatiendo como si fuera el primero. ¿Acaso ves que yo flaquee? ¿Que cometa errores en la sala de mandos? ¿Que haga propuestas estúpidas? ¿Que mi espada tiemble lo más mínimo cuando me dispongo a luchar contigo?-

-No, señor- Mantengo el respeto en todo momento. No le daré el gusto de poder castigarme por no tratarle como corresponde a alguien de su rango.

-Claro que no. Será duro, Rem. Estarás sometida a presión durante el tiempo que sea necesario hasta que dejes de sentirla, pero una vez eso haya pasado, podremos empezar de verdad-

Esta última parte se parece demasiado a una frase de consuelo... Miro a mi maestro y es la primera vez que lo veo como tal. Él se gira y deja su espada en una estantería cercana, donde reposan unas cuantas decenas de armas más. No puedo evitar formular una pregunta.

-¿Por qué yo?-

Él se gira, como si no hubiera comprendido lo que le acabo de decir. Alza un poco una ceja para indicarme que prosiga.

-Osea... Hay mucha gente en el ejército... Seguramente haya comandantes mucho más preparados, experimentados y fuertes, así que... ¿Por qué yo? ¿De verdad soy la más indicada para hacer esto? ¿No hay decenas de hombres preparados que estarían gustosos de hacer lo que yo hago en este momento?-

Esto parece pillarle por sorpresa... Abre un poco los ojos y su expresión deja entrever la conmoción que mi pregunta ha ocasionado.

-Me sorprende que precisamente tú preguntes eso- Responde, todavía sorprendido.

-No entiendo-

Él suspira levemente, como si fuera una niña de cinco años capaz de comprender algo extremadamente simple.

-Por supuesto que hay gente mucho más experimentada, pero ninguno de ellos sirve para nada... Me cuestionan, cosa que no sería mala si no plantearan opciones penosas. Dudan sobre si realmente sé más que ellos, cosa que suele ser verdad... Tienen opiniones formadas, perjuicios, manías... Necesito a alguien fuerte, hábil, prometedor, con un potencial abrumador, pero también necesito a alguien cuya mente a la hora de combatir sea una pizarra en blanco en la cual yo pueda escribir como se me antoje, borrar cuando me convenga y, llegado el momento, que espero que no llegue, descartar si es necesario... He reunido a muchos jóvenes con potencial pero sin experimentar, y todos ellos han fallado de forma estrepitosa... Un entrenamiento duro rompe a los más débiles, y por lo que parecía ninguno de ellos era tan fuerte como aparentaba... Pero tu, Rem Kardan, tienes un poder basto, una experiencia casi nula comparada con la de un soldado y eres joven, requisito que viene de fábula en este momento... Reúnes todas las características, además de presentar algunas inesperadas, como inventiva, originalidad y energía... Eres el tipo de persona que estaba buscando.-

Danza de demonios: La chica y el dragónOn viuen les histories. Descobreix ara