Rem Kardan

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El bosque termina dos metros por delante de mí. A medio kilómetro puedo ver la entrada de la ciudad, donde una larga fila de gente espera su turno para ser examinada por los guardias de la entrada. Reviso que lo tenga todo en su lugar y empiezo a correr en dirección a la fila... Calculo que, por lo menos, estaré aquí un par de horas, así que empiezo a pulir mi historia.

Mi nombre es Rem. Vengo de un pueblo cercano a Ugla: Deimos. Mis padres han tenido cuatro hijos, yo la más grande. Después de la invasión de Tánatos, la demanda de nuestra tienda (De víveres destinados al comercio exterior) bajó hasta rozar lo nulo. Por eso yo, la hija mayor y bastante hábil con las armas, he cogido las reliquias familiares y me he dirigido hacia la capital para alistarme en el ejército, donde la paga ayudará con el sustento de mi familia. Voy añadiendo y quitando detalles de mi historia, puliendo los detalles y empezando a cambiar mi expresión corporal, para que se ajuste a mi personaje a la perfección. Rebusco, con la ayuda de Eris, en mi historia para eliminar incongruencias, y cuando ya creo que lo tengo, llego delante de los guardias.

-¿Nombre?-

-Rem-

-¿Procedencia?-

-Deimos, a las afueras de Uggla-

-¿Motivo de visita?-

-Vengo a alistarme a la guardia de la ciudad-

En cuanto digo esto unas cuantas personas a mi alrededor se giran para mirarme con aire burlón. Claro. Las chicas no suelen unirse a la guardia real. Bía o Jatte seguramente no cosechen estas miraditas. Bía tiene un cuerpo musculoso que podría compararse al de muchos hombres y Jatte es enorme y tiene una fuera equiparable a su tamaño. Yo, en cambio, soy delgada, de estatura normal y no parezco nada del otro mundo. 

-Ya veo... Que disfrute de su CORTA estancia, soldado-

Remarca las palabras corta y soldado de forma despectiva y burlona mientras me acerca el papel que me autoriza a entrar. Yo intento cogerlo, pero el guardia levanta el brazo, para obligarme a saltar para que lo alcance. No. Rem no se deja amedrentar. Yo tampoco. 

La patada va dirigida a la fatal zona de su entrepierna. En cuanto le doy el soldado se dobla a la vez que suelta todo el aire de sus pulmones, le cojo la autorización de la mano y me escurro por detrás del otro guardia, entrando en la ciudad. Un hombre revisa que lleve el papel y por fin consigo entrar en la capital. Es tan grande como me imaginaba... Aunque claro, en realidad yo ya he estado aquí.

Corro calle arriba mientras repaso en mi mente la dirección de la escuela preparatoria del ejercito imperial. No tardo en llegar: Es uno de los edificios más grandes e imponentes de la ciudad, por lo que se esforzaron en colocarlo cerca de la entrada para que los visitantes no tardaran en toparse con el. A su alrededor veo unos cuantos chicos con aspecto nervioso. Supongo que ellos también irán a alistarse.

Entro y veo que ahora la gente me mira con más desoncierto. Un hombre se me acerca con una amable sonrisa.

-Hola, ¿Te has perdido? Seguramente vayas al ayuntamiento, los dos edificios son muy parecidos... Es ayuntamiento está una calle más arriba...-

-Vengo a alistarme como soldado-

-¿Perdón?-

-¿Las inscripciones para el ejército se hacen en recepción?-

-Esto... Si, claro. Escucha, ¿Te lo has pensado bien?-

-SI, ¿Pregunta usted eso a cada persona que entra?-

Le dejo con la palabra en la boca y me voy a recepción. Ahí, solo tengo que esperar a que le cola de tres chicos que tengo por delante se aliste, les den sus placas identificativas y se vayan al lugar de prueba asignado. Ahora la gente me mira más que nunca.

-Buenas tardes, señorita...-

-Rem. Rem Kardan-

-¿Viene usted a registrarse como soldado?-

-Si, señor-

-Es consciente de que, en caso de que pase la prueba, no podrá abandonar su puesto a no ser que padezca una incapacitación o tenga una orden expresa de...-

-Lo se, me he leído el reglamento. Si es tan amable de darme la placa y las instrucciones...-

-Por supuesto...-

Me hace un par de preguntas frívolas para rellenar la solicitud y en pocos minutos tengo una placa de estaño colgada del pecho y un impreso que me dice que me dirija al gimnasio cuatro. En cuanto llego veo que no me ha tocado con nadie de mi grupo. Bien. No me gustaría descalificar a ninguno de los míos por el camino. Puedo luchar sin contenerme, pero sin pasarme.

"Eris, hoy no hagas nada. Tengo que luchar como una humana normal. Quedar primera de la promoción estaría bien, pero prefiero pasar inadvertida y conseguir mi objetivo a que me descubran. Ni fusiones ni manejos. Puede que ahora tenga parte de tus habilidades, pero ninguna llama la atención de forma excesiva"

"Vale, vale. Buena suerte con el examen y eso"

No había caído en que esto es un examen, y que debería de estar nerviosa por ello. Los chicos  (No hay ninguna mujer) de mi alrededor rezan, miran nerviosamente a la puerta del gimnasio (Aún cerrada) y estrechan amuletos familiares. El más grande debe de tener veinticinco años. Sólo unos cinco parecen confiados, y uno de ellos no tarda en señalarme y reírse mientras habla con otro. Me apuntaré su cara.

Un hombre musculado, con la armadura de la guardia imperial, sale del lugar y empieza a pasar lista.

Cuando llega a mi nombre exclama:

-¡¿Rem Kardan?! Parece nombre de mujer...-

Antes de que termine la frase le interrumpo.

-Eso espero-

Me mira con sorpresa y no tarda en sonreír ligeramente mientras marca mi asistencia como correcta.

-Vaya vaya... Parece que ya tenemos a la gusano-

He oído esta palabra antes. No usada con su significado literal, claro, si no referente al significado que le dan los soldados. El gusano de una promoción es ese soldado que no tiene ninguna posibilidad de ganar, ni siquiera de pasar la prueba. Los chicos le ríen la gracia al hombre, que no deja de mirarme. Yo, por mi parte, sonrío un poco y miro a los chicos que me rodean.

-Vaya vaya... Parece que ya tenemos a los lameculos...-

Algunos abren la boca, otros hacen cara de enfadados y otros sonríen un poco, supongo que divertidos por mi atrevimiento. Vuelvo a mirar al soldado y le digo con tono inocente:

-Lo siento, pero por favor, no sea duro conmigo. Solo soy un tierno gusano-

El entrenador me mira con una mezcla de sorpresa y enfado en sus ojos, pero se contiene y sonríe un poco.

-No todos los años tenemos a un gusano peleón. Bueno, Rem Kardan. No seré duro contigo al valorarte... En el torneo

Exacto. El torneo. La prueba para entrar es un torneo de lucha armada uno contra uno que, una vez pasadas las eliminatorias, se convierte en un dos contra dos. Es la única parte conocida del proceso de selección, el resto es un misterio. El torneo se conoce, básicamente, porque el pueblo va a verlo. Es un espectáculo entretenido, donde se ve  luchar a novatos sin llegar a la sangre... Normalmente. Como una parodia de los antiguos circos romanos, un campo enorme nos espera en el exterior, con un montón de gente gritando en las gradas, haciendo apuestas y animando o abucheando a los competidores, que combaten en las distintas partes de la arena. El lugar que normalmente hace de campo de entrenamientos se convierte durante unos días en un gigantesco teatro donde la desesperación por llegar a conseguir tus sueños se convierte en el protagonista.

El soldado abre la puerta y el viento nos golpea en la cara junto a las ovaciones del público. Miro al estadio y veo una enorme extensión de tierra seca. El cielo, despejado, es la promesa de un gran día. Respiro el aire fresco y saco mi espada de la bolsa. No usaré mi armadura. De hecho, no voy a usar ningún tipo de coraza. Dudo que la espada de nadie llegue a herirme.



Danza de demonios: La chica y el dragónWhere stories live. Discover now