La canción de Abigail

1.6K 167 2
                                    

Camino por la calle, oscura por el manto de la noche temprana de invierno... Veo como de mi boca sale un vaho denso, como niebla blanquecina que se desvanece en lo negro del cielo... Un grupo de gente sale de una taberna cercana... No cuesta discernir que van borrachos todos ellos... Uno se me acerca y empieza a decirme algo ininteligible... Va demasiado bebido como para que se le entienda... Normalmente simplemente le ignoraría, pero cuando intento evitarle él me bloquea el paso con una sonrisa estúpida... No quiero aguantarle, no estoy de humor.

Me descubro la cara, hasta ahora cubierta por las sombras de mi capucha, y enseño mi placa y mi espada con aire amenazador. El hombre se queda blanco de miedo y sale por patas, reuniéndose otra vez con su grupo que, de repente, parece tener muchísima prisa para ir a algún lugar. Partes positivas de ser medio famosa... Y tener un arma.

No tardo en llegar a la zona rica de la ciudad... Las casas empiezan a hacerse cada vez más grandes, hasta llegar a ser mansiones opulentas con guardias armados en la puerta y la inconfundible caserna del servicio ligeramente separada de la principal por los patios, algunos con piscina, otras con laberintos de arbusto, y otros con lujosas estatuas de piedra o metal... Los pocos guardias con los que me cruzo me miran con curiosidad, pero no se mueven un milímetro de su puesto... Los guardias de la capital son famosos por su eficacia y su indiferencia con el mundo mientras dura su turno.

Llego a una mansión de piedra negra y brillante que tienen una altísima verja de metal retorcido rodeándola que emana energía demostrando la presencia de un poderoso conjuro de protección... Eso explica la falta de guardias en la puerta y el perímetro del lugar.

No tengo muy claro qué hacer cuando llego a la enorme puerta metálica, pero antes de que tenga tiempo a pensar en ello ésta se abre con suavidad, ofreciéndome un recto camino de piedra que me lleva hasta la entrada de la mansión.

Cruzo el camino lo más rápido que puedo... Pero no puedo evitar fijarme en el jardín... Se intuye el final de un lago que brilla como la plata al reflejar la luz de la luna en la parte posterior, que queda escondida casi al completo por la casa misma, y la parte delantera está llena de exóticas y bellas plantas y unas cuantas figuras de personas, seres mitológicos o ambos.

La puerta, de madera color caoba profundo, se abre de igual forma que la verja, cosa que me deja ver un interior bastante decorado aunque sin llegar a ser cargante... Abundan los colores rojo y dorado, además del perpetuo fondo negro que ofrece la piedra del castillo misma... Es como un enorme castillo encantado... Y no me extrañaría que lo acabara siendo... 

Aldous aparece desde detrás de una cortina, que hasta ahora lo tenía oculto. Me mira con algo de recelo y, sin mediar palabra, empieza a llevarme por los laberínticos pasillos del lugar hasta que llegamos a una habitación con una enorme chimenea, que arde y calienta toda la cámara con sus llamas rojas y amarillas como el sol de tarde.

Me siento en uno de los muchos sofás del salón, concretamente, un elegante sillón de terciopelo dorado que se hunde bajo mi peso, como si me rodeara y me acogiera... Es realmente cómodo.

Me quedo sola en el lugar... Por curiosidad, empiezo a inspeccionar el lugar y ve que el arte impera en todas partes: Multitud de cuadros cuelgan de las paredes hasta cubrirlas casi por completo, hay numerosas figuras, que van desde pequeñas representaciones de escenas cotidianas del tamaño de una nuez hasta imponentes gravados que ocupan piedras de más de cuatro metros cuadrados... Me quedo fascinada, mirando un cuadro de un hombre de pelo rubio y unos atrayentes ojos verdes... Parece que sus ojos me sigan a todas partes, y que su seductora sonrisa vaya dirigida únicamente a mí... Es hipnótico... Incluso demasiado. Cuando aparto mi vista de él, me siento algo mareada, y tengo que agarrarme fuertemente al brazo del sillón para no perder el mundo de vista... No es un cuadro normal, eso queda claro, pero tampoco es un simple cuadro embrujado... Por simple curiosidad, empiezo a inspeccionarlo... Aunque no con la vista, precisamente.

Me introduzco en la naturaleza del cuadro como si fuera un lago en el cual sumergirse... Me siento rodeada de aguas tibias, que abrazan mi cuero con cariño y me dejan pasar con una suavidad que me hace pensar que es aceite... La escena en mi mente es tan real que parece que la esté viviendo de verdad... Y no iría muy desencaminada...

Me alzo en mitad de un lago infinito... Camino sobre el agua y logro ver como debajo de mi pies, como si fuera hielo, multitud de peces coloridos y plateados, grandes y pequeños, de formas exóticas y de anatomía simple nadando a toda velocidad... Todos hacia un mismo lugar, en una misma dirección.

No tardo en llegar al epicentro de este extraño fenómeno, incluso en este mundo, a medio camino entre lo imaginario, lo espiritual, lo mágico y lo real... Es el hombre del cuadro.

Es incluso más bello en persona, y se encuentra cubierto solamente por un fino manto blanco que flota a su alrededor como si fuera una nube y remarca las formas de su cuerpo... Se encuentra bajo el agua, bajo mis pies, cantándole a los peces que le rodean que, encandilados por su canción, forman caprichosas espirales multicolores a su alrededor que no tardan en deshacerse para volver a formarse... Es un bello espectáculo que contemplo durante un buen rato... Hasta que el chico me mira, con sus enormes y profundos ojos verdes como el bosque, como el fondo cubierto de algas del lago que le cubre... Unas pequeñísimas burbujas de aire emanan de sus labios y legan a mis pies, condese quedan congeladas como gotas de lluvia que se convierten en hielo en una noche fría... Miro con curiosidad al chico, que parece estar más confundido que nunca, y para hacerlo mejor me tumbo en el agua.

Sigo pudiendo estar encima del agua sin mojarme pero, de alguna forma (Tampoco creo que tenga mucho sentido buscarle lógica a este lugar) consigo hundir mi cara en el transparente y cristalino líquido, el cual me permite ver al chico como si nada se interpusiera entre nosotros...

Está atado al fondo del lago con una finas cadenas plateadas que justo ahora consigo ver... Me dedica una expresión triste, y mira a las cadenas con miedo... Alguien le tiene prisionero... Sus ojos son realmente bonitos... Pero algo me advierte sobre que esas cristalinas esferas verdes esconden algún secreto...

Saco la cara del agua y empiezo a correr lejos del chico.

-¡Espera! ¡Sácame de aquí!- Me grita con todas sus fuerzas.... Pero no le hago caso, porque ya sé quién es.

Me despierto (Si es que se puede decir que he estado durmiendo) otra vez en el sillón dorado, con una pátina de sudor frío cubriendo mi espalda... Veo que el hombre propietario de este lugar me mira con un tanto de preocupación, recién llegado y sentado en un sofá cercano.

-Has tenido suerte... Sabía que intentarías algo en esta habitación... Hay demasiadas cosas interesantes en este lugar, pero nunca creí que te interesarías por él... Ese cuadro encierra a un demonio extremadamente poderoso... Está encerrado desde hace...-

-Once mil quinientos setenta y tres años.... Abigail, señor de el mar, los lagos, los seres acuáticos y... De la muerte. O así lo llamaban los adeptos de Caribdis, intentando explicar las muertes en el mar... Deacían que Abigail seducía con una bella canción a quién deseaba en su corte para que se uniera a él en el fondo del mar, cuando en realidad sólo lo hacía para devorar a quien la placía... Alguien cruel, desaparecido hace años, a quién se tenía por muerto. Se ganó el desprecio de muchos demonios y aún más humanos... Que sólo acertaron en un aspecto de él: Su nombre... Su canción es capaz de hechizar a casi cualquier mortal y a unos cuantos demonios inferiores ¿Qué él hace aquí? Aloqua, la monarca anterior a mi madre le expulsó del infierno cuando aún no había nacido... Pero no debería de seguir vivo-

El hombre me mira con sorpresa... Pero creo que la más sorprendida soy yo.... Al ser el resultado de dos seres distintos, sé muchas cosas, pero no sé que las sé... Una sensación extraña y difícil de explicar... Pese a todo, ahora que he descubierto esta parte de mi cerebro, tengo aún más preguntas... ¿Qué hace un antiguo y poderoso demonio encerrado en el cuadro de un hombre adinerado de la capital? 

-Vaya... Estás llena de sorpresas, pequeña Salem... Pero sabes que quien tiene más a desvelar esta noche soy yo... Prepárate, pequeña, porque voy a descubrirte el secreto que la escuela mágica, el gobierno mismo e incluso la organización encargada de la gestión a nivel mundial levan milenios ocultando...

Danza de demonios: La chica y el dragónWhere stories live. Discover now