Siento no poder amarte

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Djal se apoya en la butaca de la habitación de Tánatos. Nunca ha admitido, ni siquiera para si misma, que ama a Tánatos, pero ahora ya es tan obvio que le duele. Le duele porque sabe que Tánatos puede ser su amigo, su compañero, su confidente... Hace años que se conocen, hace poco menos que son amigos... Admiran a la misma persona, así que tienen algo en común que los une de forma inexplicable. Pueden ser amigos, confidentes, amigos...  Pero Tánatos nunca podrá amarla

Djal no puede evitar que una lágrima silenciosa recorra su mejilla, y un sollozo discreto sacude sus hombros una sola vez.

Tánatos no se despierta, o al menos eso cree Djal. Sabe que no debe levantarse a consolar a su amiga, eso solo la haría sentir peor... Él se compadece de ella... En este momento lo siente tanto...

Tánatos se acomoda un poco mas en su cama, y piensa en lo que puede pasar mañana... Si es que lo hay. Piensa en lo que pasará en el colegio de Selene... Esa mujer a la que no puede evitar odiar... Pese a todo lo que es Tánatos, hay cosas que ni él puede evitar.

Al cabo de un rato, Djal se duerme, y Tánatos se levanta de la cama y abre la ventana. El aire que entra es frío, su piel se eriza y sus pelos se ponen de punta, pero a Tánatos le da igual. En este momento mira a un pájaro lejano, que vuela con aire majestuoso.

Tánatos en este momento siente no poder amar a Djal... Tánatos siente no poder amar a ninguna mujer... Porque Tánatos, hace tiempo, descubrió que le gustaban los hombres.

Danza de demonios: La chica y el dragónМесто, где живут истории. Откройте их для себя