Una maldita encerrona

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Volamos en dirección al castillo. EL hecho de saber que la distancia que hay entre donde estamos y el castillo la hemos ganado nosotros me satisface de alguna manera. Desde que supimos que Tánatos había tomado la capital, dejamos de tener esperanza... DE momento, nos dedicamos a recuperar el terreno de la escuela... En cuanto hayamos conseguido reactivar la barrera, podremos estar más por las otras personas... Ahora mismo, nos centramos en sobrevivir.

Llegamos al área que teníamos controlada hasta ahora. Un par de torreones de piedra estrechos se erigen a lado y lado. Siento algo que me molesta y no tardo en localizar un minúsculo punto de luz rojo en mi sien.

-Deja de hacer eso, Demis, sabes que no lo soporto-

Oigo una risa atenuada y el punto desaparece. El hada  tiene una puntería increíble, una agilidad impresionante y unos sentidos envidiables, pero es un tanto malévola.... Quiero creer que no demasiado.

Veo como salta por uno de los ventanales del torreón y va descendiendo agarrándose a los salientes de la piedra. En poco tiempo, llega al suelo, donde un Orm la espera. En unos segundos el animal ya ha alcanzado al resto, enroscándose en el aire y formando espirales de escamas verdes.

-Dime, Salem, ¿Algo nuevo?- Demis me alcanza y se pone prácticamente a mi lado. 

-Otro almacén abandonado. Un par de sacos con cristal de Lithe, dos con carbón de Kiros, dos pistolas y un arco.... Aunque no me fío, la cuerda ha estado demasiado tiempo tensada y expuesta a la humedad. Seguramente se rompa a la mínima de cambio...-

-Vaya... Mi general. Que etiquetaje más rápido y preciso- El hada me mira con sonrisa irónica y se acerca hasta casi rozarme. Me sorprende que pueda maniobrar al Orm como para que pueda volar incluso estando tan cerca de mi y de mi dragona.

-Mejor que quedarse el día en una torre apuntando a los rezagados y a tus propios compañeros... ¿No crees?- Digo,a la vez que le dirijo una fría mirada. Estoy empezando a hartarme de ella. Hasta ahora era alguien que aprovechaba el miedo que despertaba en los demás en su propio beneficio, pero ahora tiene que obedecerme y eso no le gusta para nada. 

La miro hasta que veo que ella deja de hacerlo, apartándose de forma incómoda y desviando la mirada a la vez que a su Orm. No me suele gustar intimidar a la gente, pero hay personas con las que no tengo nada de paciencia.

En pocos minutos llegas al castillo. Noto como mi cuerpo se tensa al saber que decenas de tiradores me apuntan con arcos, pistolas y dagas. No bajan la guardia ni un momento hasta que la puerta se cierra. 

Aterrizamos en el patio y no tardan en bajar unas cuantas personas de la torre para ayudarnos a descargarlo todo.

-¿Qué traéis?-

-Un par de sacos de carbón con kiros. Y dos de cristal de Lithe Nada remarcable, pero hemos tomado el almacén numero doce. En dos días el resto serán nuestros y podremos despertar a alma.-

-Veo que soportas bien la coraza atroz- Oigo una voz que proviene de detrás de mi y me giro con velocidad. Noni, después de una desaparición de... Ni siquiera sé cuanto ha pasado desde mi muerte. ¿Dos meses?, ha vuelto.

-¿Qué haces aquí?-

-Nada, venía a mirar... Parece que lo estáis pasando mal-

-Nos las hemos apañado... ¿Por qué has vuelto?-

-Ya te he dicho, solo a mirar. No me juzgues, los guardianes tenemos una personalidad... Caprichosa.-

-Ya, vale. ¿Tu sabía que tenían la coraza atroz aquí?-

-Si. Aunque Eris no lo supiera, yo vi como los mortales la escondieron aquí después de la muerte de su madre.... Hará unos dos siglos.-

-Vaya... Nunca pensé que Eris fuera tan mayor.-

-Los demonios son increíblemente longevos... Pues nada, nos veremos dentro de dos semanas.-

-¿Qué pasará dentro de dos semanas?-

-Si te lo cuento no acabará pasando... Ya nos veremos ahí...-

-¿Pero dónde es ahí?-

Creo ver como el felino rostro del gato negro esboza una sonrisa levísima antes de dar la vuelta, correr hacia una columna y desaparecer detrás de ella. No creo que correr detrás de ella sirva de nada.

Vuelvo a cargar sacos en dirección al comedor, donde organizamos todas las actividades del castillo. Nada más llegar veo que Selene mira un mapa del territorio cercano a la capital con aire pensativo. Como pensaba, una vez recuperados todos los terrenos del castillo, no nos quedaremos aquí por mucho tiempo.

-Voy hacia ella y miro el mapa con detenimiento, mientras mi cabeza y la de Eris trabajan a ritmos estratosféricos para pensar mil estrategias distintas.

"Esto está complicado... Hay dos túneles que nos llevarían cerca del ayuntamiento"

"Con el toque de queda nos verían nada más salir al aire libre, si no hay ninguno que lleve ahí directamente, es mejor no arriesgarse a ir bajo tierra sin un plan de lo más seguro, puede que ni con esas"

"Mmmm... ¿Qué me dice de un ataque lateral para sorprenderles mientras una escuadra pequeña va hacia el centro?"

"Tienen al ejército imperial de su lado, por mucha atención que llamemos, quedarán decenas de soldados vigilando la ciudad y el centro será el lugar con más de ellos"

"Seguramente necesitemos un plan de infiltración"

"Tánatos vigilará los soldados que entren con más ahínco en cuanto sepa que ya hemos recuperado el castillo... Tendríamos que camuflarnos muy bien o de forma muy gradual"

Miro a Selene y veo que ella tampoco lo tiene claro. Tánatos vino, nos enseñó lo peligroso que era, nos soltó a un ejército de animales salvajes en el castillo, que aún no hemos recuperado del todo, y se marchó a conquistar el resto del país. Estamos en una maldita encerrona. Puede que Venom tenga razón... Que debamos empezar a ser autosuficientes, a valernos por nosotros mismos, vivir al margen del país... Y así puede, solo puede que Tánatos nos deje en paz... Eris debe de saber lo que pienso, porque irrumpe en mi mente con voz lúgubre.

"Salem... ¿De verdad crees que nos dejará en paz? No, Tánatos es listo y poderoso, pero también es muy rencoroso... No parará hasta destruirnos del todo... A ti, a mi, a Selene y a este colegio con todos los que hay dentro"


Danza de demonios: La chica y el dragónWhere stories live. Discover now