Altos vuelos

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-¿Crees que puedes llegar ahí volando?- Bía mira hacia arriba y después mi mi mientras pregunta esto.

-No. Llegar no sería problema, pero luego no podría pasar por debajo de su brazo... ¿Ves? La ranura está en la parte baja del globo, pero sus dedos y sus mangas hacen una encerrona por la cual solo puede pasar mi cuerpo. Mis alas son demasiado grandes, y mis brazos demasiado cortos como para llegar... Necesitamos hacer levitar a alguien con los brazos bastante largos... Pero que no pese demasiado, eso nos quitaría maniobrabilidad-

Nada más terminar de decir esto las dos nos giramos  miramos a Dimitri fijamente. Él abre mucho los ojos y se aleja un paso de nosotras.

-No, ni de coña-

-¿Le tienes miedo a las alturas?-

-¡No! Bueno... Si, un poco...-

Nos miramos y no puedo evitar que se me escape un poco la risa. Es inevitable. De alguna forma, Dimitri me recuerda un poco a Slig. Grande, de apariencia fuerte y ruda, pero en el fondo un sentimental algo blandito. Tengo ganas de abrazarle y cuidar de él.

-¿Crees que si repliegas las alas y haces el resto del recorrido escalando puedes llegar?- Bía se gira otra vez para preguntarme.

Miro la estatua, planeando posibles recorridos. Sería posible... Y no tendría que preocuparme por si caigo. Me daría tiempo a recuperar la altura... Supongo que tendré que hacerlo yo.

Cuando acabamos de discutir mi posible ruta, el resto del grupo, hasta ahora apoyados en una pared mientras se esforzaban por respirar.

-Salem... ¿Vas... A volar hasta ahí?- Celeste casi no puede respirar, pero se las apaña para preguntarme esto.

-Si... Tendré que escalar un buen trozo... Pero creo que conseguiré subir y llegar a la cerradura.-

-Bien... Pero... No... Te caigas-

-Gracias, era lo primero que pensaba hacer-

"Podría llevarte hacia ahí" Mi dragona, que se había quedado en la parte baja de la torre, llega, pasando por el pasillo con dificultad, y irrumpe soltando esta frase.

"Ni de coña pasa por ahí. No te lo tomes a mal, pero creo que será mejor que lo haga yo misma. Ya te ha costado pasar por el pasillo, ni te digo alzar el vuelo dentro de él"

"La puerta era estrecha"

"No, cariño, tu eres enorme. Estás creciendo, pero tranquila. Con el tiempo aprenderás a metamorfosarte. De momento, creo que tendrás que conformarte con ir por los pasillos más grandes del castillo"

"De acuerdo... Pero no te mates"

"No podría hacerlo aunque quisiera"

Dicho esto, repaso mi camino otra vez. Será la primera... No, la segunda vez que vuele por mi sola. Al menos mis alas ahora soportan mi peso en su totalidad. La herida ya se ha curado. Toca ver si funcionan.

No tengo ni idea de como alzar el vuelo.

"Eris, ¿Cómo lo haces?"

"No lo sé... Para mi es tan natural como para ti lo sería levantar un brazo... Empieza a batirlas con suavidad, notarás que cada vez pesas menos y cuando tengas la sensación de que un soplo de aire podría levantarte, pega un salto. Empieza a batirlas con más fuerza. Empezarás a ganar altura. Será como en el campo de batalla, te saldrá natural, como respirar. Es solo cuestión de práctica."

"Eso está muy bien... Pero no hay tiempo para practicar"

"Pues tendrás que... Practicar sobre la marcha"

"Eso te lo acabas de inventar"

"Pues sí. Ser alguien fusionado a tu alma me da el derecho a inventarme lo que me dé la gana, total, lo sabrás igual"

"Ahórrame el trabajo de descifrar tus frases, y sé sincera"

"Lo que quieras, pero creo que le daría un factor de riesgo a la rutina"

"¿Qué rutina? ¿Tu has visto en qué jardines nos metemos? El máximo tiempo que hemos pasado aquí sin que algo estuviera a punto de matarnos ha sido... ¿Dos meses?"

"También tienes razón"

Vuelvo a mirar hacia arriba. Impresionante. Construir esto les debió de llevar años. Todo para esconder una puerta... Esta gente lleva el secretismo a otro extremo... ¿Pero el secretismo respecto a qué? Soy la que va a abrir la puerta, pero no sé lo que hay detrás de ella.

Me quito eso de la mente. Tendremos tiempo de hablar cuando la puerta se abra. Así que no me lo pienso y alzo el vuelo.

Esta vez es distinto. Gano altura, no la pierdo, mis alas provocan poderosas ráfagas de viento que despeinan a los que están por debajo de mi y agitan su ropa con violencia. De alguna forma, me siento más segura. No es como si hubiera hecho esto toda la vida, pero sí que el vuelo tiene cierto aire de familiaridad, como si lo hubiera hecho con regularidad hace muchos años. Como si el conocimiento de cómo hacerlo estuviera, aunque empolvado, en mi mente.

Los músculos de mis alas crujen por el esfuerzo, pero no me duelen casi nada. Es algo más próximo a que se quiten el polvo de encima que a que realicen un esfuerzo brutal. Me siento ligera, etérea. Es... Precioso. No me extraña que mi dragona haga largas excursiones aéreas cada día. Volar es... Incomparable.

Me elevo. Diez metros. Veinte. Treinta. Cuarenta. Llego a la altura del brazo, y me coloco encima de éste con un precario equilibrio. No dejo de batir las alas en ningún momento. El brazo es grueso, soportaría mi peso, pero es difícil mantener el equilibrio encima suya. Prefiero no arriesgarme a una caída. Sigo el camino del brazo, intentando alcanzar la mano. Pronto, mis alas empiezan a estorbarme, así que me pongo a gatas y las repliego. Ahora ya no me molesta el peso adicional de éstas, pero me he quedado sin paracaídas. 

Avanzo con exasperante lentitud, pero prefiero no arriesgarme. No tardo en llegar al codo. La cerradura está cada vez más cerca... Apenas diez metros. Apresuro el paso.

Un pliegue de piedra cede bajo la presión de mi rodilla. EL desiquilibrio que ésto provoca es importante, pero consigo agarrarme a una orla pétrea del traje y recupero mi estabilidad.

Llego a la cerradura. Por fin. La tensión se podría cortar con un cuchillo. Saco la llave de mi bolsillo. Me paro a mirarla por primera vez. Es pequeña, de un color gris vulgar. Nadie diría que es una llave tan importante.

"Uno de los mejores métodos naturales para defenderse es pasar desapercibido"

La frase de Mel acude a mi mente, creo que nos referíamos a las salamandras, y su preciosa habilidad de aguantar entre llamas brillantes, donde nadie las solía ver. Creo que jamás había sido tan literal. La llave encaja en la cerradura con un crujido que no corresponde con su tamaño. Supongo que la estatua debe de estar hueca, y esto hace que el mas mínimo sonido se propague con exageración.

La giro con lentitud, insegura. Tengo la sensación de que puedo hacer mil cosas mal, aunque solo está metiendo una llave en su cerradura. Gira a la perfección, con la delicadeza de un intrincado mecanismo. 

La escultura empieza a moverse. No es de extrañar. Saco la llave de la cerradura y bajo, planeando y cayendo a trompicones.

Llego (O caigo) al suelo de forma accidentada, pero no me pasa nada. Me quedo mirando, patidifusa, junto al resto del grupo, como la imponente escultura se abre por la mitad, dejándonos ver una rasura hasta ahora invisible, pues las piezas de la escultura encajaban con tanta perfección que parecían una sola. La estatua nos deja ver un largo pasillo descendiente y, al fondo de este oscuro lugar, se ve, ténuemente iluminado por un fuego fatuo a punto de apagarse por vejez, la puerta de un viejo ascensor.



Danza de demonios: La chica y el dragónWhere stories live. Discover now