CAPÍTULO 97

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─Hija, cálmate. ─Masón Park la abrazó en contra de su voluntad y la más alta rompió en llanto. ─Lo tenemos, lo haremos bien. Ese hombre va a pagar por lo que hizo. Haremos lo que tengamos que hacer por impartir justicia. ─dijo mientras le frotaba la espalda intentando calmarla, pues casi mata al hombre a golpes. El señor Park no permitió que Lisa y Johnatan continuaran golpeando a los criminales, pues ya se encontraban inconscientes a causa de la paliza que recibieron y de continuar así, seguramente los matarían y él no quería eso para ellos, así que luego de una muestra de afecto corta salieron de la sala de interrogatorios, y le informaron al Ministro lo que habían descubierto a la mala. ─Ve a descansar, luces terrible. ─mencionó el hombre mayor. ─Te mantendré informada de lo que ocurra, no te preocupes.

─De acuerdo, vaya con cuidado. Avíseme cuando esté en casa. ─dijo Lisa abrazándolo en un hilo de voz, y a continuación bajo de la camioneta.

─Atiendete eso apropiadamente, hija. ─señalo sus manos. ─Te veo después.

La camioneta se puso en marcha, y Lisa se dirigió a su casa en medio de suspiros. Se sentía asqueada por los actos cometidos contra Jisoo, la injusticia reinaba a su alrededor y no le bastaba con haber molido a golpes a sus perpetradores, quería venganza y actuaría con frialdad en cuanto tuviera la oportunidad de tener frente a frente al horrible hombre qué planeo la muerte de su cuñada. A hurtadillas y en mucho silencio, abrió la puerta de su habitación, su esposa dormía profundamente y ella aprovechó para huir al baño, necesitaba una ducha urgentemente, pues su cuerpo y sus ropas se encontraban cubiertas de sangre, no esperó y se desnudó al acto arrojando su ropa a la cesta de la basura, abrió la ducha y dejó que el agua caliente limpiará todo el rastro de su furia, sin embargo Jennie, no había podido conciliar el sueño esperando a su esposa, así que en cuanto oyó la puerta abrirse, se quedó estática en espera de los movimientos de la más alta, dejó que ingresara al baño y al cabo de unos minutos, ingresó allí también para abordarla. Lo primero que se encontró fue la ropa de Lisa cubierta de sangre y se llenó de miedo, así que ingresó de golpe a la ducha junto a su esposa, pues el pavor a causa del agua caliente no le permitía observarla adecuadamente.

─Nini, q... ─musito Lisa pegando un saltito en cuanto sintió las manos de Jennie recorriendo su cuerpo con desesperación, sus ojos llenos de lágrimas y desasosiego, y sus manos frías, preocuparon a la tailandesa. ─Mi amor, tranquila. ─se dió la vuelta y tomó sus manos, deteniendola. ─Estoy bien, la sangre no es mía, no pasa nada. ─dijo Lisa con calma.

Muchas gotas de agua tibia recorrian su cuerpo, limpiando todo el rastro de condena y se perdían por la rejilla del suelo; Jennie no esperó y la abrazó, recibiendo la caída del agua tibia directamente en su cuerpo. La más alta la tomo de las mejillas, le dió un ferviente beso y luego salió con ella en brazos. Jennie seguía muy nerviosa y parecía no reaccionar, pues su mirada seguía fija en las heridas de los nudillos de su esposa. Lisa le retiró la pijama húmeda y luego le puso una bata de baño para cubrirla del frío, le dió un beso en la frente, y minutos después se dispuso a aplicarle un poco de antiséptico a sus heridas, finalizó su labor, tomo a su esposa en brazos y procedio a acostarse junto a ella desnuda en su cama matrimonial. Se quedaron viendo fijamente unos minutos, Jennie se retiró la bata y se apachurro al cuerpo de su pareja para sentir su calor, Lisa la abrazó por la cintura, la ojos de gato unió sus labios a los contrarios y al cabo de unos minutos más ambas se fundieron en un sueño profundo.

Un delicioso olor a waffles y chocolate despertó a Nayeon esa mañana, no pudo contener las ansías y los antojos por lo que tuvo que levantarse de su cama y dirigirse a la cocina. Hoy era el día libre de Martina, así que la única persona que podría estar haciéndole el desayuno debía ser...

─Hola, mi conejita preciosa. ─se acercó Cristopher a saludarla muy sonriente y contento. Sin embargo, Nayeon dio un paso atrás y lo evitó. El más alto vio al suelo cabizbajo, se quitó el delantal rosa que llevaba puesto y apagó la estufa. Era una imagen muy tierna la que siempre le brindaba a Nayeon, pues le gustaba cocinarle y consentirla siempre que iba de visita, pero está vez fue diferente. ─Amor, dime... ¿Que hice mal? ─preguntó poniendo ambas manos en la encimera. ─Dime... ya no se qué más hacer por intentar recuperarte, Nayeon. Me ignoras, te alejas de mi, me evitas, eres fría conmigo... y ya ni siquiera me permites tocarte de la manera más mínima. ─una punzada atravesó el pecho de la más baja, se sentía culpable, le dolía verlo tan descompuesto y con los ojos llorosos. ─¿Es que ya no me amas? ─sus miradas se encontraron y Nayeon no pudo evitar llorar. ─Acaso... ¿h-hay alguien más en tú corazón? ─preguntó el castaño acercándose a ella, sin embargo, Nayeon guardó la distancia que los separaba. Relativamente, sí había alguien más en su corazón. ─No lo soportó más, llevo días extrañándote e intentando hacer cosas lindas por ti, cosas que te gustan y tú simplemente me dejas de lado... no puedo más, así que lo mínimo que me merezco es una explicación de lo que te está ocurriendo, ¿no creés?.

Gay Panic |Chaesoo| Editando.Where stories live. Discover now