CAPÍTULO 93

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En cuanto su hermano menor le habló sobre la situación por la que estaba pasando Jisoo, Tristán no lo pensó más y tomó su jet privado rumbo a Seúl junto a su hijo, el corazón se le apretó en el pecho de dolor, culpa y remordimiento. ¿A quien podía engañar? Había evitado a Jisoo por meses intentando ahogar sus sentimientos por ella, lo había intentando con todas sus fuerzas, pero ninguna mujer lograba producirle lo que la pelinegra le hacía sentir, pensaba en ella constantemente, y que su hijo la mencionará a diario, no le hacía la tarea del olvido sencilla. Lloraba en silencio por ella, y le reprochaba a la vida por no tener el amor de la menor, sin embargo, el ojiverde respetaba tanto las decisiones de la pelinegra, que estaría a su lado de la forma que Jisoo lo prefiriera. Nadie lo sabía más que él.

Transcurrieron un par de horas más, y el estado de salud de Jisoo empeoró, los fragmentos restantes de la bala punzaban en sus músculos, y amenazaban con fracturar sus arterias, por lo que tuvieron que adelantar la cirujía. Nuevamente el nerviosismo cubrió a todos los presentes en la sala de espera ¿Jisoo podría soportarlo? La expectativa por los resultados los tenía demasiado inquietos. El significado del dolor, ya no tenía límites para la rubia, soñaba a su esposa cada que cerraba los ojos y tal era la añoranza, qué incluso pensaba que la tocaba. Se culpaba en silencio por todo, pues Jisoo siempre tuvo razón en advertirle sobre Lay Zang y ella no la escucho, tantos pensamientos insanos rondaban en su mente, pero más fuerte era el que le confirmaba que su tesoro se había lastimado a más no poder, por una persona ajena que iba en busca de ella; bajo consideración médica no le permitieron a Rosé permanecer en la sala de espera, así que está tuvo que permanecer en su habitación tomando reposó mientras operaban a su esposa; el pecho le quemaba y lloraba con desconsuelo mientras veía a su pequeña hija en la incubadora a unos cuantos metros de ella. Toda la situación le parecía injusta y, le producía un enojo muy grande. La rubia no iba a dejar de sufrir hasta no volver a ver a su pareja y a su hija saludables. ¿Qué más pruebas les tenía preparada la vida? ¡Ya era suficiente de dolor y castigo!

En otra parte del hospital Jeongyeon, y Emilia salian con buena cara a dar las noticias sobre la última operación de Jisoo después de horas de una extenuante labor.

─No hubo complicaciones, ella está fuera de peligro. ─dijo Jeongyeon muy sonriente. La sala se llenó de aplausos, y de gritos de festejo. Irene suspiró aliviada, y en está ocasión volvió a llorar, pero de felicidad.

─Siiii. ¡Mi amor, eres la mejor! ─chilló Dahyun saltando a los brazos de su prometida y estampó sus labios con los de la más alta. La última se sorprendió de sus acciones, sin embargo, le correspondió. Fue un beso apasionado y necesitado. Tanto así, que logró hacer que la jefe de cirujía se sonrojara. ─Te amo con locura. ─piquito. ─Te amo. ─piquito. ─Eres la mejor, mi amor. Soo, va a salir de esta. ─un alarido apoyo sus palabras proveniente de los presentes.

─Yo también te amo, cariño, pero por favor comportate estoy trabajando. ─le susurró al oído, y luego le acarició la mejilla. Dahyun ignoró sus palabras y volvió besarla, esta vez, enredando sus brazos en el cuello de la rubia evitando que se apartará. Jeong abrió los ojos de par en par, y sus mejillas se volvieron a teñir de rojo, pues desconocía esta faceta atrevida de su novia. Por otro lado, Emilia veía la escena con dolor y celos, así que intervino con veneno.

─Aún no hemos terminado de atender a la paciente, debemos regresar ahora... pronto podrán verla en su habitación. ─Jeong se apartó de golpe de su pareja al oír sus palabras, no podía perder su postura profesional. ─Debemos retiramos ahora mismo.

─Gracias, muchas gracias, doctora. ─se apresuró a decir Irene y Emilia le dió una leve sonrisa, luego se dió la vuelta junto a Jeong e ingresaron nuevamente a la sala de operaciones.

Gay Panic |Chaesoo| Editando.Where stories live. Discover now