CAPÍTULO 85

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Ya la echaba de menos. La pena y la amargura me atormentan, me agobian. La incertidumbre es horrorosa. Pensar en ellas me preocupaba y me distraía. Kai aprovechaba cualquier oportunidad para mofarse de nosotras, de nuestro amor y de nuestra hija. Verlo y oírlo me irrita. Todo me quema, me enoja, tan solo quería huir muy lejos, encontrarla sana y salva, y abrazarla lo más fuerte que me fuera posible, se me hace un nudo en la garganta. Chaeng y Hanuel son el regalo más lindo que me ha dado la vida. Mi corazón palpitaba muy rápido, mis manos temblaban cada que lo golpeaba, mi cuerpo se llenó de muchas sensaciones extrañas, pero ninguna de ellas positiva. Claramente pensar que alguien tan patético y senil como Kai, sabría pelear bien fue demasiado, incluso para mí; porque en cuanto le propine el primero, el segundo y el tercer golpe en la cara, se acobardó. Mi estado físico era deprimente, me sentía muy débil, rota y ansiosa por toda la situación, sin embargo, los recuerdos junto a Chaeyoung y mi familia, me alentaban y me daban coraje. No me había rendido ante nadie antes, y está no iba a ser la excepción. Estaba luchando como si fuera la última pelea de mi vida, mis golpes ibas llenos de irá, desesperación y odio. Fuera de sí. Me estaba dejando ser.

─¡Ja! Zorra inmunda. Al fin logré darte. ¡Maldición! ─suspiró elevando los brazos en señal de victoria. Me dio un puñetazo que no esquive a causa del dolor en mi tobillo derecho, tambaleé, y dudé por un momento, y aquello me costó. Sin embargo, aprovechó la oportunidad actuando con deshonra como todo en él; me tiró algo de polvo en la cara el muy infeliz. . ─No pensé que fueras tan resistente, joder. Esto será interesante jajaja. Me encanta, me encanta. ¡Párate cabrona! ¡Sigue peleando!

Otra vez estás cayendo por lo mismo, Chicken. Recuerda el cabeceo hacia la izquierda y hacia la derecha, tienes dos frentes, úsalos. No olvides que no solo debes llevar el ritmo en el torso, también, en los pies. Arriba, vamos otra vez.

Oh, Limario, tus consejos me vienen de puta madre ahora, pero no puedo pelear de esa manera, estoy echa mierda. Dios, dame fuerzas, no puedo caer aquí. Mi cuerpo quema. ¡Joder! Me limpié el rostro con mi antebrazo izquierdo, inhalé profundo y volví a la pelea. Me tenía harta y ya no quería perder más tiempo. Puedo con él, puedo hacerlo. ¡Sí puedo! ¡Sí puedo! Una sonrisa de supremacía luciendo un rostro muy lastimado; ya le sangraba la nariz y su energía había disminuido. No lograba seguirme el ritmo. Me puse de pie, empiné mis puños, y un muy alebrestado hombre, se encaminó hacia mí de nuevo. Concéntrate. ¡Sí puedo!

─Estoy harto de tus estúpidos movimientos... ─saco una manopla de su bolsillo, y se la puso en la mano derecha. Suspiré. ─Así se pelea de verdad, niña estúpida. ¡Te voy a hacer suplicarme perdón! ─comenzó a atacarme, tirando puños al aire sin sentido, porque le estaba esquivando todo.

Eso lo enojo más, y su ímpetu aumentó. Hazlo por ver un mañana, Kim. Lo que Kai no tomaba en consideración es que jamás me había saltado un entrenamiento de boxeo; cuando no iba al club, entrenaba en casa, y mi cuñada resultó ser mi mejor rival, mejor que un idiota poco hombre como él. Aprendí a pelear gracias a ella y, alguien tan patético como él no me va a vencer, no se la voy a dejar fácil. Saldré de aquí.

─Agh... ¡Perra! ¡Malditaaaa! ─cayó al suelo al acto, luego de que golpeara con mucha fuerza su nariz. ─¡Demoniooos!. ─se quejaba en el suelo intentando controlar la hemorragia de una nariz rota. No espere un segundo más, y me abalance encima de él. El mismo lucifer se apodero de mí; comencé a darle puñetazos, llena de rabia. Esté imbécil debía pagar cada cosa, cada maltrato, y cada palabra. Sufre maldito, sufre. Todo esto es tu culpa.

─Bastardo... ¡hijo de puta!. ─seguí con los golpes fervientemente. Sin pausa, él se quedó estático. Su cabeza giraba de un lado a otro a medida que lo golpeaba. Al cabo de unos minutos me cansé, mi cuerpo me pedía a gritos que tomara aire, y eso hice. Mis manos sangraban, me temblaban. Mi pecho subía y bajaba descontrolado. Maldición. ─D-Dime... ¿a dónde llevaron a Chaeyoung? ─grité levantándolo un poco, tomándolo por la camisa. ─¡Habla de una vez! ─le di una fuerte bofetada, pero este no esbozaba una sola palabra. Me desespere. Tan solo persistía su estúpida sonrisa irónica, la de siempre. Sus labios hechos trizas, su nariz sangrando, sus mejillas rotas, y seguramente un torso muy adolorido a causa de mis golpes. ─No voy a seguir perdiendo el tiempo contigo, idiota. Eres un inútil. ─me levanté de su regazo, y comencé a buscar aquel cuchillo que había usado para liberarme. Si tenía que torturarlo para que hablará, lo haría. Haría de todo por encontrar a Chae, todo. Mi objetivo reposaba sobre una pequeña mesa al lado de Wendy, y me dirigí allí rápidamente. Lo tomé y giré mi cuerpo, sin embargo, no vi a Kai por ningún lado. Maldición. Él ya no estaba. La situación me preocupó bastante, este lugar era enorme, y a diferencia de mí, él lo conocía perfectamente. Ahora más que nunca quería matarme, y yo ya lo había humillado lo suficiente. Hice lo que más le dolía a un egocéntrico y narcisista como él. Comencé a girar mi cuerpo lentamente en el mismo punto en el que me encontraba, apretando con fuerza el cuchillo, preparada para atacar en cualquier momento. Tengo una sola oportunidad, y no la pienso desaprovechar. ─Mierda.

Gay Panic |Chaesoo| Editando.Where stories live. Discover now