Kara y Mon-El comparten un gusto por los libros usados, las tazas de café a medio beber, las canciones tristes, y los vuelos catastroficos en avión.
Por supuesto también está ese pequeño asunto sin importancia.
El secreto de un amor de juventud, ca...
Después de pasar medía hora en el estacionamiento, por fin pudimos comenzar a descargar el camión con ayuda de otros voluntarios, había personas yendo de un lado a otro con cajas y cosas, pero finalmente extendimos la enorme tienda alrededor de unas estanterías de madera que Mon-El aseguro, mientras yo separaba los libros, por categorías, de géneros, calidad y precios.
Los primeros clientes habían sido dos abuelos que solían sentarse a jugar ajedrez en el parque y que los conocía prácticamente de toda la vida, no fueron fáciles de que se decidieran, pero ambos llevaron dos libros cada uno.
Después de ellos seguí atendiendo a una señora, que no resulto ser otra que la encargada de la biblioteca de mi facultad en Nacional City.
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-Kara, cariño, que gusto -dijo Eliza acercándose a mí para darme un abrazo.
-Eliza, no sabía que estuvieras en Midvale -dije emocionada mientras me acercaba a ella para darle un abrazo.
-Oh no cariño, solo estoy de paso, ya sabes, visitando a la familia -dijo enseñándome un ramo de flores, que seguro iba dirigido a la tumba de su esposo.
Eliza Danvers, era de por si la mujer más gentil y asombrosa que había conocido nunca; era con quien solía tener las discusiones más vigorosas sobre libros en la universidad, nos hicimos amigas cuando supe que Eliza era proveniente de Midvale al igual que yo, pero por razones que nunca me explico y que también tuve vergüenza de preguntar nunca supe porque se marchó.
-Si quieres pasa a mirar y si ves algo que te resulté interesante puedes decirme – dije con una sonrísa. pregunté señalando el lugar.
-Ahora que lo mencionas, estoy buscando algunas novelas policiales, no son mi especialidad, pero mi hija tuvo un accidente hace poco y esta en casa, así que busco algo que sea de su agrado.
-Oh, vaya, lamento mucho lo de tu hija.
Aunque ni siquiera sabía que tenía una.
-Pero si buscas algo de novelas policiales, John Grisham es tu hombre -dije señalándole la estantería con algunos de los títulos.
-¿Alguno que me recomiendes en especial? -preguntó Eliza.
-Causa Justa -dijo Mon-El a nuestras espaldas, para acercarse y tomarlo de la estantería, no llevaba una portada visible, solo era un libro encuadernado en pasta negra de la sección de usados y por eso no lo había visto antes.
¿Cómo sabía Mon-El que estaba ahí?
Eliza sonrío y examino el interior.
-¿Seguro a mi hija le gustan las causas justas, pero de que trata? -preguntó Eliza.
